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LA MARINA DA CONFIANZA

Por: Carlos Orozco Galeana

Lo que es el rumor y su influencia nociva: el 31 de marzo, poco después del mediodía, surgió la versión de que la Secretaría de Marina y La Armada de México habían ocupado las instalaciones portuarias de Manzanillo con la decisión de resguardarlas y ejercer los controles respectivos y que esta acción  había sido en forma avasallante. No hubo tal.

A nivel local se desconocía que el Ejecutivo Federal  había dispuesto mediante decreto que a partir del uno de abril los 19 recintos portuarios existentes en México serían vigilados por la SEMAR. A partir de esta fecha última, quedaron establecidas las Unidades  Navales de Protección Portuaria que se harán cargo  de su seguridad. Estas Unidades  dependen ya “operativa,   militar y administrativamente de los mandos de las regiones, zonas y sectores navales, de la jurisdicción donde se encuentran establecidos”, y tales responsabilidades se cumplirán con recursos de los que ya dispone   aquella Secretaría.

La noticia es política y socialmente  impactante, es un acuerdo que representa un cambio técnico en la operación de instalaciones estratégicas para el país como son los puertos. Estos han incrementado notoriamente actividades y concentran gran parte de la actividad económica y comercial de varias regiones,  como en  Manzanillo, Lázaro Cárdenas y Veracruz, por citar solo tres. Hay consenso entre usuarios y autoridades sobre la conveniencia del cambio de mando en los puertos, porque se supone que habrá menos corrupción y mejor seguridad con los marinos en su dirección  que con los civiles.

La Marina nacional  posee  capacidades para cumplir con sus nuevas obligaciones. Goza de  credibilidad debido a la efectividad con que ha combatido el narcotráfico y defendido las instituciones de los criminales. Si se pregunta en encuestas sobre la confianza que las instituciones generan, la Marina sale a la cabeza. Marina Nacional significa confianza.

Los puertos, decía, son estratégicos para México por el cúmulo de mercancías que se mueven y por el tránsito de personas de distintas naciones que arriban vía embarcaciones y que deben certificar su carnet migratorio.  Son un territorio de alta movilidad y de grandes intereses económicos y por ello es visto por algunos grupos de interés o particulares  como un botín. Por haber en los puertos  operaciones mercantiles cuantiosas y ser puerta de entrada de todo tipo de productos, no es extraña la concurrencia de actividades ilegales que no son detectadas.

Pero las conductas delictivas en los puertos  quizás disminuyan en el futuro.  La Marina se encargará  de que todo transcurra  en un entorno de más seguridad  y respeto a la ley. Se contraerán las chapucerías, los marinos militares no se andan por las ramas y seguro que, atendiendo las indicaciones de sus jefes, cuando haya lugar, atraparán a peces gordos que anden retozando en las aguas azules del quebrantamiento.

Los efectivos de la Marina, además,   tienen más en su corazón el amor por el país y el respeto a las instituciones. En esto aventajan a los civiles.  No quiero decir que no puedan enviciarse porque al fin son humanos, pero sí  hay evidencias públicas  para decir que es más factible la disminución de los hechos delictivos con ellos al mando de los puertos, que sin ellos. Ojalá no me equivoque.

El  presidente Enrique Peña Nieto hace bien al depositar  su confianza en los marinos. Hay consensos importantes en Colima de que la realidad portuaria será distinta y de que habrá  transparencia en la administración de la API.

México debe luchar por tener  instituciones acreditadas, rectas.  Es tiempo de  recuperar su  integridad no solo en los puertos sino en otras como  Pemex y CFE. Es mi deseo que a la Marina mexicana le vaya bien en su nueva encomienda, le conviene al país. Administrar los puertos con honradez, eficacia y eficiencia  es uno de los mayores retos. La Marina puede hacerlo.