TAREA PÚBLICA

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IMPUNIDAD NACIONAL

Por: Carlos Orozco Galeana

Confieso rápido al lector que la gráfica en la que el exgobernador de Aguascalientes, Luis Armando Reynoso Femat acusado por peculado y que obtuvo su libertad al pagar una fianza de 30 millones de pesos   levantó victorioso el dedo pulgar de su mano derecha tras quedar libre, me dio hastío. El tipo se mostró dichoso al burlar otra vez la ley, como si hubiera logrado algo extraordinario en favor de la humanidad. Recupero este asunto a pesar de que lo referí en artículo anterior cuando destaqué la presunta corrupción del gobierno de Guanajuato que tuvo como sujeto central al exgobernador Juan Manuel Oliva.

Qué cinismo de este señor que mal gobernó un estado tan importante como Aguascalientes al que traicionó con su ambición y sus actos ilícitos. Traicionó también a los suyos cercanos que vivirán con el estigma de convivir el resto de su vida con alguien que defraudó a la sociedad y de pasada, cómo no, se delató a sí mismo. ¿Puede una persona como él soportar en su conciencia la certidumbre de haber fallado y robado a su comunidad tan groseramente, con una impunidad tan visible ? ¿Puede aguantar él que la sociedad señale a su descendencia inmediata, esposa e hijos, como beneficiaria y coparticipe de sus actos corruptos? Me parece que eso le vale a Reynoso Femat. Y también a sus familiares, que suelen gozar por igual las ganancias de los latrocinios y se convierten en cómplices.

¿Qué sienten en su conciencia los que se apoderan de bienes ajenos, como son los públicos, y trafican influencias desde los distintos puestos del poder para enriquecerse a la vista de todos sin saciarse jamás y sin que nadie les ponga el alto ? ¿Esos políticos malandrines, como al que me refiero, son capaces de tener sentimientos o solo hay en su visión política lugar para negociaciones frías, compromisos, chantajes y corrupciones ?  Reynoso, sí, era el más popular cuando se postuló y mire usted lo que le ocurrió a los aguascalestenses.

He dicho otras veces que México está deshecho porque buena parte de su clase política no se humedece en las aguas claras de la moralidad. La corrupción sigue campante porque no hay freno a los impunes. La primera gran reforma debería empezar con el apremio de ciertos sentimientos básicos de decencia a quienes tienen responsabilidades de dirección política y social. El mandato otorgado en las urnas es, como lo dijo Hanna Arendt, para que se cuide a la comunidad y se le proteja de las asechanzas y no para que los que gobiernan “se conviertan en peligrosos ladrones de gallinero”.

Una de las soluciones para reducir la corrupción en la forma y lugar que sea es solamente con una recta formación de conciencia. Si las reglas de juego es decir, los principios morales son erróneos, laxos o bien fácilmente desoídos por falta de integridad, la corrupción seguirá viviendo.

Se dirá que es imposible que sean unos angelitos los que dirigen a las sociedades y se acertará, esto es imposible, pero sí puede hacerse algo. La corrupción ha de reducirse cuando se transparente el manejo de los fondos públicos, cuando la asignación contractual de obra o compra a gran escala se ponga a la vista de quien desee verla. Cuando el equilibrio de poderes sea real, eficiente y honesto y haya una sociedad vigilante que deje de ser complaciente, se dificultará el saqueo y el abuso de recursos del Estado. Es difícil tener un gobierno moral, pero sí es factible tener un gobierno controlado. Los congresos deben crecer y ejercer funciones con responsabilidad.

Legislación adecuada, controles y castigos fuertes con una firme y recta formación de la conciencia en los servidores públicos es una de las vías que para mejorar los índices de trasparencia. Las sociedades deben participar junto a los gobiernos en un esfuerzo común que pasa por incentivar la educación y la formación moral y humana,  para que se aprenda que la felicidad y la armonía es posible si hay apego a valores fundamentales que una mayoría desconoce y no practica.