#LosperfilesMásCompetitivos para #Elecciones2024: MARGARITA MORENO, emecista

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PARACAÍDAS

Por Rogelio Guedea

Margarita Moreno, candidata por Movimiento Ciudadano para la reelección del municipio de Colima, es una mujer fuerte y con una gran sensibilidad. Es una mujer con temple. Los que han demeritado su fortaleza, creo que se han equivocado. No la conocen. Tuve la oportunidad de conversar con ella, una conservación larga, de la cual aquí hago apenas una síntesis, y pude constatarlo. Pero además es una mujer inteligente, sin filtros. Cuando le dije que podía no contestarme las preguntas, cuando éstas le incomodaran, me respondió que no tenía problema de hablar abiertamente de su vida. Hizo un gesto de apertura, de honestidad y sinceridad. Cuando alguien no teme hablar de su vida, no sólo nos quiere advertir que no se arrepiente de ella sino, sobre todo, que no tiene nada de qué avergonzarse. Como en todas las conversaciones que he tenido con los candidatos que considero los más competitivos de estas elecciones, con Margarita Moreno iniciamos con la infancia. Viene de una familia de arraigo en Colima y es la más chica de tres hermanos. A Margarita la conocí desde aquel entonces, en la infancia, una infancia que considera feliz y en la que se recuerda yendo al consultorio dental de su mamá, quien era una mujer de mucha entrega a las causas sociales, también con una sensibilidad tal que, además, ofrecía sus servicios como dentista para ponerle coronas a las vacas a fin de que pudieran comer y no se les desgastaran las muelas, lo cual fue parte de su tesis de grado. Su papá era dueño de ranchos de coco, aceiteras, en Tecomán. Hizo jabón, tuvo un molino de arroz, es un reconocido empresario colimense. De niña, Margarita no se reconoce en la primaria con liderazgos específicos que pudieran haber esbozado a la política que es hoy, pero sí se reconoce con liderazgo para organizar y participar en eventos, para echar a andar proyectos de sesgo comunitario, etcétera. Margarita era muy amiguera, muy inquieta, pero de igual modo destacaba en la escuela. Al año de edad se rompió una pierna, y la cuidaron mucho, pero le gustaba jugar futbol, como portera, en el colegio las Adoratrices, donde la llegaron a escoger para ostentar el banderín y además fue ayudada por la maestra Gloria a pronunciar la r, que no podía pronunciar bien. Estuvo en el ballet Pavlova y tomó clases de piano. Como mostraba (quizá de manera inconsciente) una devoción por la Virgen María, insistió en que le mandaran a hacer su traje y lo consiguió, y es todavía el mismo traje que usa hasta ahora, el cual permanece intacto. Aunque vivió al lado de una iglesia a la que ayudaron mucho sus papás y de niña iba a la catequesis, se vuelve mucho religiosa y espiritual cuando se hace mamá, una mamá salesiana, dice ella, pues sus hijos estudiaron en el Fray Pedro de Gante, colegio de larga tradición en Colima. Fue estando en la preparatoria cuando le sobreviene el primero de los tres grandes retos que enfrentará en la vida. Una durísima situación familiar hace que tenga que salir ella y su familia de la ciudad por un tiempo indeterminado. A los 15 años se ve, sola, en Oklahoma. Por esa situación familiar tiene que enfrentar el reto de vivir mucho tiempo sola y de madurar porque sí, viendo y valorando la vida desde perspectivas muy diferentes a las comunes. Luego se va a estudiar francés a Angers, Francia, y después regresa y hace estudios de administración de empresas en el Tec de Monterrey, en Colima, con un rendimiento notable. Por ese tiempo se casa y al poco tiempo se convierte en mamá de dos hijos. Desafortunadamente, Margarita Moreno tendrá que enfrentar una dura tragedia más: la muerte de su esposo en un accidente aéreo. La noticia la recibe estando fuera de Colima y todo le sobreviene de golpe. Se sentía como dentro de una bola de espagueti que tuviera que desmadejar sin romper ni una sola de sus piezas, pero es ahí donde Margarita se da cuenta de algo que la ha acompañado desde entonces: nadie sabe lo fuerte que es hasta que ser fuerte es lo único que te queda en la vida. Como la muerte de su esposo acarreaba también matices políticos, lo que hizo Margarita Moreno fue proteger a sus pequeños hijos, quienes siempre recibieron atención psicológica para poder enfrentar tan terrible pérdida. Tuvo mucho apoyo de muchas personas, entre ellas de su actual esposo, quien pasó de ser un amigo (como lo fue siempre), luego una especie de tío de sus hijos (que tenían 5 y 2 años entonces)  y posteriormente el padre que lamentablemente les había faltado. Pero por si todo esto no fuera suficiente, después de esos dos grandes retos que vivió (el de su propia familia y el fallecimiento de su primer esposo), tuvo que enfrentarse a otro enorme reto: su hijo mayor empezó a tener síntomas de una enfermedad rara conocida como diabetes insípida, la cual al poco tiempo se confirmó. Momentos de mucho estrés sobrevinieron pero tuvieron la fortuna de que fuera tratado por un gran especialista. Desafortunadamente, a los once años, cuando Margarita Moreno esperaba a su menor hija, le dan la noticia de que las cosas se han complicado y el tumor que tiene su hijo, mismo que debían removerle antes de que se quedara ciego, le devino en cáncer, y entonces el doctor le indica que debe informárselo a su hijo y explicarle sobre los consiguientes tratamientos. Margarita Moreno recibe esta noticia a unos días de dar a luz y, aun así, afronta con mucha valentía las difíciles circunstancias. Todavía hoy lo dice con entereza. En medio de toda esa vorágine de sucesivas crudas noticias, empieza junto a su pequeño hijo la lucha contra el cáncer al mismo tiempo que sigue la  crianza de su recién nacida hija, más aparte las obligaciones que tenía para con sus otros hijos, muy pequeños también.

Cuando escucho lo que me está contando, no puedo dejar de preguntarle cómo se recuerda en ese momento, y Margarita Moreno, sin titubear un solo instante, me dice que se recuerda muy bien, muy templada y con mucha fe de que todo saldría bien. Algo que particularmente me llamó la atención es que, constantemente, Margarita Moreno logra ponerse con facilidad en la situación de los otros, y es de ahí de donde extrae la enseñanza de su fortaleza: hay quienes están viviendo situaciones más difíciles, es momento de ver que nosotros, pese a todo, somos afortunados porque no las estamos viviendo así, como fue el caso de unos padres que perdieron a su pequeño hijo en ese mismo hospital donde estaban y el llanto de dolor de estos padres se escuchaba como un estrépito en el hospital.  Si ya de por sí una enfermedad como el cáncer involucra un sufrimiento extremo no sólo para el paciente sino para todos los que le rodean, la actitud de Margarita Moreno, en todas las situaciones que ha vivido, ha sido clave para salir airosa de esos retos tan duros. Luego de resolver una compleja situación con respecto a las quimioterapias, cuyo tratamiento fue en Guadalajara, con lo cual Margarita tuvo que dejar a sus otros tres hijos, incluida la más pequeña, a cargo de su esposo, su primogénito salió por fortuna bien de todo ese difícil proceso, con todo y lo que eso conllevó, un tratamiento extenuante y en ocasiones desesperanzador, pero Margarita Moreno, quien solía rezar en el altar del propio hospital, nunca perdió la fe. Poco tiempo después, luego de todas estas enseñanzas de vida, las cuales sin duda la prepararon para ser la política y servidora pública que es ahora, Margarita Moreno ingresa en el servicio público en el DIF estatal, durante el gobierno de Nacho Peralta, en 2018, además de seguir contribuyendo en el colegio Fray Pedro de Gante dando clases de repostería y buenos modales, y siendo parte de la mesa directiva. Cuando llegó al DIF estatal, contrario a lo que todos pensaron que sería nada más una figura decorativa, Margarita Moreno se puso los tenis, su chaleco, y se entregó a trabajar por las causas sociales colimenses, en cuerpo y alma, con amor y pasión, porque, dice, el servicio público es algo que le encanta. De hecho, se convirtió literalmente en la mamá de todos los niños huérfanos de la casa hogar Gabilondo Soler, porque la idea era educarlos como a sus propios hijos, a comer bien, comer con la boca cerrada, saludar con educación, etc. Margarita recuerda todavía como si fuera ayer que cuando fue a los albergues cañeros y vio la realidad en la que vivían, no pudo contener el llanto, y eso le dio más fortaleza para trabajar por esas causas. Su labor fue intensa, constante, y por eso el DIF estatal que dirigía fue reconocido nacionalmente por un gobierno morenista, primer lugar nacional, primera vez en la historia del DIF. Margarita era una máquina para trabajar y la conocían como la del Chalequito Rosa, y eso fue lo que la llevó a ganar la presidencia del municipio de Colima, desde donde ha seguido entregada a las causas sociales. Muchas cosas le han satisfecho de su trabajo como presidenta municipal, pero recuerda muy bien cuando le entregó un techo a una persona que, luego de recibirlo, le dijo que era la primera vez que podía acostarse y ver la lluvia a través de la ventana. Margarita Moreno todavía se conmueve al decirlo. Es, como dije, una mujer sensible, de una sensibilidad especial, pero es una sensibilidad valiente, y ahora que busca la reelección quiere seguir trabajando arduamente por su municipio y demostrarle a la juventud, sobre todo a las mujeres, que hay una forma diferente de hacer política y que no debemos acostumbrarnos a lo que tenemos, si esto que tenemos no es bueno ni para la clase política ni para la sociedad. Hay que seguir luchando, pero de manera limpia, honesta, en un ambiente de paz, y ella así lo hará y por eso confía en que este próximo 2 de junio la sociedad colimense le reiterará su confianza