EL CARCANCHO

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Por José Díaz Madrigal

Por los años ochentas de la centuria pasada, todavía se veía deambular por la calle a un hombre alto, barbicerrado y andrajoso; de unos 75 años de edad. Sus rumbos más habituales eran las calles cercanas al Manrique; Hidalgo, Madero, Zaragoza, Pimentel Llerenas y Del Trabajo. Nunca supe su nombre, pero era conocido por esos lugares como el Carcancho, tal como se les dice a los carros viejos y destartalados.

Un trabajador de un auto lavado en la calle Hidalgo, comentaba que desde niño lo conocía y desde entonces lo veía en las mismas condiciones; el Carcancho no se hace viejo. Cuando estaba sobrio, temprano por la mañana, se notaba a un hombre de semblante tranquilo, que entre el pelo desaliñado y la hirsuta barba, lampareaban unos ojillos vidriosos y de tinte azulado. Atento y respetuoso. Un poco más tarde, empezaba a hacer las once, que era una usanza de los tomadores de antaño, para echarse el primer Tuxca.

Quién sabe como le hacía, el caso es que conseguía dinero para comprar un rebajado; éste consistía en que a una botella de Pepsi, le tiraba casi la mitad del refresco para rellenarlo con el oloroso mezcal, Tuxca.

Así transcurrían sus días, paseando por talleres, que lo recibían porque una vez que agarraba vuelo con el Tuxca; se le soltaba el perico, convirtiéndose en un buen conversador; sobre todo cuando se encontraba con el Cometa, otro tipo extravagante de por ese rumbo de la ciudad. Éste poco tomaba, sin embargo tenía en su haber un montón de historias divertidas que cuando las contaban entre los dos, eran garantía de risa y humor entre los asistentes.

Oye Carcancho, le dijo un día el Cometa ¿te acuerdas de Chendo el del Moralete -otro borrachín- el día que quiso pelear contigo, porque no te quería pasar la botella de alcohol para las palomas, en la ordeña de don Agustín?. ¡Ah! Claro que me acuerdo, el muy infame nomás la quería para él, siendo que don Agustín nos dijo que el pomo era para ambos.

En un dos por tres se armó la refusilata, entre gritos y mentadas de madre. Chendo y el Carcancho estaban del pelo, los dos grandotes, solo que Chendo medio arqueado hacia el frente. Tuvo que intervenir don Agustín, por lo cual Chendo optó por retirarse con su vaso de paloma en la mano, pero mientras se alejaba, no dejaba de insultar al Carcancho. ¡Chendo!, le alcanza a decir el Carcancho, tú no me sirves ni pa’limpiarme la cola. Provocando la risión de todos los del grupo.

En Argentina, los izquierdistas que auguraban que el gobierno de Milei iba a ser un rotundo fracaso, se toparon con pared. En los casi 5 meses que lleva esa administración, poco a poco se está logrando enderezar a ese país, que había estado sumido en largas crisis por los desastrosos zurdos.

Apenas hace unos días, agencias internacionales especializadas en temas económicos, dieron la noticia: El peso argentino es el que más se ha revalorizado en el mundo, frente al dólar, además de la fortaleza del peso los otros indicadores económicos están en el terreno positivo. Todo debido al impulso de Milei. Éste presidente ha hecho algo extraordinario, en una nación que había padecido constantemente políticas irresponsables.

También algo parecido a México, es el asunto pendiente que tiene Milei con el Poder Judicial. En estos días al mandatario argentino, le tocó proponer a un juez para el máximo tribunal, nominando a un juez federal con buena experiencia, de apellido Lijo. A este magistrado, la oposición lo empezó a cuestionar como un adepto del ejecutivo.

Con su clásico estilo poco convencional, Milei refuta a sus opositores diciéndoles: Yo no necesito una corte fiel a mi, porque -aquí usa unas frases parecidas a las del Carcancho de la historia de arriba, pero que en México suenan un tanto insolentes- sepan todos ustedes que “Yo tengo el culo limpio, no necesito una corte adicta que me lo esté limpiando”.

¿El izquierdista presidente mexicano, estará igual de limpio que el argentino? O ¿Por qué pasa de pleito con la corte en México?