TONALTEPETL

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Por: Gustavo López Solórzano

En el año de 1857 los festejos se trasladaron a Villa de Álvarez, (Villa de Almoloyan); aunque San Felipe de Jesús sigue siendo patrono de Colima, los festejos Villalvarenses se realizan en su honor. En fecha moderna, se edificó un templo católico en la colonia del Llano del municipio conurbado, precisamente en honor del Santo patrono.

La sismicidad colimota y las erupciones volcánicas han acompañado a nuestro estado desde el inicio de los tiempos. Motivados por el susto natural de una serie de temblores, un grupo representativo de vecinos  se reunieron para escoger a un santo que los protegiera y apaciguara la tierra, dicen que habiendo ya seleccionado a varios beatos y prestos a la rifa para escoger al que la mayoría decidiera, un franciscano se acercó para sugerir que se tomara en cuenta a San Felipe de Jesús. La sugerencia fue aceptada y en las tres rondas de votaciones salió electo, lamentablemente cuando quisieron informar al joven religioso que su candidato había sido el bueno, no lo encontraron por ningún lado. Lo anterior generó especulaciones en el sentido de que el propio santo se había manifestado para ayudarlos. (Villa de Colima el 6 de febrero de 1772).

Los mojigangos vestidos coloridamente, acordes a la tradición popular han representado al político (a partir de 1970-73. Abelardo Ahumada) destacado en turno o a un personaje significativo para el pueblo Villalvarense. Julián, es conocido como “El Matalote”, él era uno de los que ayudaba a bailar los monos al son de la banda, lo recuerdo con su saco a cuadros y una anticuada corbata ancha, eso sí, sin faltar sus guaraches que hacían resaltar sus toscos pies.

Observar lo que parecía una interminable fila de jinetes montados en sus briosos corceles o en renegados jumentos, era sin duda motivo de emoción para mí y mis compañeros de barrio. Momentos antes de que el reloj de palacio de gobierno, acompañado por las campanas de catedral marcara las doce del día, el “Pitocho” hacía sonar su silbato y los jinetes como Reinaldo o Ramón Aguilera, espueleaban  sus cuacos haciéndolos bailar al ritmo de la música y así se integraban en el contingente que representaba la tradicional cabalgata con motivo de los festejos charro taurinos de Villa de Álvarez. Participaba también un  carro tirado por una mula, era guiado por un hombre de baja estatura, en el transportaba un etílico brebaje que al parecer estaba reservado para unos cuantos.

La chirimía con su melancólico sonido iba al frente del grupo festivo, inmediatamente después le seguían la banda de música y los coheteros, además de un montón de chiquillos que motivados por el convite, nos sumábamos al recorrido desde el  jardín libertad hasta el  Núñez y viceversa, para de ahí enfilar a su destino final, la petatera. Actualmente la tradición ha tenido cambios para bien y otros que han sido cuestionados; resalto aquí la importante y respetuosa invitación que hacen las autoridades y organismos autónomos a través del administrador Carlos Montes Carbajal a la comunidad lésbico-gay, en el sentido de que se sume al cuidado de la imagen familiar que se pretende, sigan conservando dichos festejos y que eviten mostrar sus partes íntimas la noche destinada a los choferes.

 

ABUELITAS:

La edición 2015 de los Festejos Charro Taurinos recae esta vez en la responsabilidad de  Manuel Ignacio Zambada Torres, presidente interino del vecino municipio y a la vez, del patronato organizador, persona de arraigo, trabajador y bien intencionado, que ha sabido sortear con prudente inteligencia el “fuego amigo de los enemigos gratuitos”. Esta es sin duda, una buena oportunidad para que los festejos retomen con normativa inclusión, la respetuosa participación de quienes gusten asistir y se involucren en el conocimiento de  la enseñanza que  nos legaron verdaderos artesanos y hombres de bien, herederos a la vez de la sabiduría ancestral,  digno ejemplo a seguir en el municipio de Villa de Álvarez, elevado a la categoría de ciudad en 1991. Es cuánto.