PARACAÍDAS

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Premio a la campaña de Jorge Luis Preciado

Por: Rogelio Guedea 

El tiempo pasa (vuela) y la memoria a veces se tambalea. Parece que su único y verdadero afán es no olvidar. El olvido es nuestro peor enemigo. No han pasado, por ejemplo, ni dos meses de las campañas políticas y ya casi nos hemos olvidado del fraude electoral cometido por el PRI y del rotundo fracaso que este partido tuvo en las elecciones, dando pie con ello a que el PAN se convirtiera en la primera fuerza política. También nos hemos olvidado que la gubernatura sigue impugnada en el Tribunal Federal por un número considerable de delitos electorales y, además, nos hemos olvidado de que parte de toda esta derrota electoral del PRI se debe a no haber elegido un candidato a la gubernatura que representara los intereses de la sociedad colimense y no nada más los de un grupo político. De todo esto nos hemos olvidado por creer que lo más importante son los problemas generados por el chikungunya, la elección del titular de la Osafig y de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, las finanzas del Estado y, sobre todo, la forma magistral en que éstas serán sanadas de llegar Nacho Peralta a la gubernatura, como lo anunció el propio ex gobernador Fernando Moreno Peña. No, no nos distraiga lo accesorio y no nos olvidemos de lo esencial, como tampoco nos olvidemos de la genuina campaña que llevó a cabo Jorge Luis Preciado en la pasada jornada electoral y, con él, todo el equipo de panistas que ocupaban puestos de elección popular, la mayoría de ellos triunfadores: desde Gaby  Benavides en Manzanillo hasta Rafael Mendoza en Cuauhtémoc, pasando por Lupillo García en Tecomán, Yulenny Cortés en Villa de Álvarez y Héctor Insúa en Colima, esto sin nombrar todas las diputaciones locales y la federal obtenida por los albiazules, más las plurinominales, hoy intrincadas en problemáticas de género. Sin bien una campaña electoral no es el producto de un solo hombre, sin el carisma de ese hombre que las encabeza no hay marketing político ni estrategias comunicacionales ni posicionamiento de marca que sirvan de mucho. El ejemplo más claro es, precisamente, la campaña del propio Nacho Peralta: por más estrategias que intentaron para posicionar su imagen, su mensaje y sus propuestas, todas ellas lo único que hicieron fue abismarlo más, tanto que tuvieron que cometer un descarado fraude electoral para poder llevarlo al triunfo. La campaña de Jorge Luis Preciado, sin embargo, que tuvo que luchar -¡no lo olviden!- contra una elección de estado y fue objeto de burlas por habérsele ocurrido usar una máscara del gran Blue Demon, que lo ponía del lado de los plebeyos, no paró de aglutinar adeptos desde el día que arrancó hasta su cierre final, que fue aplastante. Ayer, esta campaña, movida “con alma”, recibió el reconocimiento a mejor campaña por la Fundación Carlos Castillo Peraza, reconocimiento visible, sí, para Jorge Luis Preciado, para los panistas, sí, pero, sobre todo, para la sociedad,  que se volcó en una jornada electoral cuyos resultados sorprendieron (para bien) a propios y extraños. No hay que olvidar, por último, que el paisaje político estatal ha cambiado radicalmente y que dará muchas sorpresas en el futuro próximo, sorpresas que nuestra memoria no deberá dejar pasar.

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