TONALTEPETL

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Por: Gustavo L. Solórzano

La violencia solo engendra violencia, es bien sabido. Quienes ejercemos el periodismo somos humanos con un compromiso social, imperfectos y abiertos al aprendizaje. Sabemos reconocer cuando cometemos un error y estamos dispuestos a disculparnos; tenemos familia y cumplimos con nuestro trabajo, el deber de informar. Ciertamente como en todas las profesiones existen variantes, algunos en su búsqueda  han perdido el rumbo y con ello, la vida.

El periodismo es aventura, es historia, es poesía, es prudencia, es libertad, es ética, incluye equivocarse y aprender de ello, es narrar la vida misma en su diario transcurrir.

La gasolina se desliza libremente por la calle, solo falta que algún “insensible” deje caer al piso un cerillo o una colilla de cigarro para que venga la explosión que destape los oídos de los que no escuchan. Se ha celebrado la libertad de expresión una vez más y como nunca, las mordazas urgen el silencio de las voces que claman justicia en todo el planeta.

El dinero ensucia las conciencias y silencia las expresiones que manifiestan una opinión distinta a la de los poderosos; la dignidad se vende a cambio de unos pesos. Nada es para siempre, la tolerancia tampoco.

Aquí nos tocó vivir dice Cruz López, mi compadre. En un mundo convulso urgen pacifistas, gente que ame y se ame, hacen falta los que sirven de corazón, aquellos que enarbolan la verdad en su diario andar. Urgen también aquellos que en la cotidianidad de la vida, se manifiesten sí, pero de manera respetuosa, precisa, clara y verdadera.

Desde 1951, fecha en que se celebró por primera vez la libertad de expresión, se han suscitado grandes acontecimientos y éstos han llegado a usted por un medio informativo que tiene como soporte de su estructura a un comunicador.

En México la libertad de expresión está consagrada en los artículos 6 y 7 de nuestra Carta Magna. A pesar de ello no es respetada y sí, vulnerada de manera constante. No todas las personas estamos abiertos ni preparados para ser criticados. Aun cuando ésta sea objetiva y conlleve un beneficio social, la crítica incomoda, molesta y hace que algunos que la enfrentan pierdan la cabeza.

En lo personal me gusta escribir y lo hago por afición, no recibo sueldo por ello. En ocasiones busco incidir en los servidores públicos con un solo fin, que tengan presente que se deben a la sociedad y que sin ella, nada son. En otros momentos busco llegar a la gente para cuidar nuestro medio ambiente y así, construyendo con diferentes temas, hago mi parte en la historia del mundo.

Felicito sinceramente a quienes ejercen con ética la libertad de expresión en el ámbito periodístico, o en cualquier actividad que tenga que ver con una comunicación asertiva.

ABUELITAS:

Expreso mi beneplácito a la Licda. Celina Oseguera Parra por su regreso. Una profesionista colimense, con una amplia trayectoria profesional. Bienvenida a su casa.

Estoy aprendiendo que en la vida, todos nos necesitamos. Es cuanto.