Por: Gustavo López Solórzano
Debemos asegurar la participación de los pueblos indígenas, tanto de hombres como mujeres, en todos los niveles de la adopción de decisiones. Ello incluye celebrar debates relacionados con un aumento en el ritmo de adopción de las medidas orientadas a alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio y la definición de la agenda para el desarrollo después de 2015. Ban Ki-moon, Secretario General de la ONU, con motivo del 9 de agosto, Día Internacional de los Pueblos Indígenas.
Sin temor a equivocarme puedo decir que era un hombre que media más de 1 Metro 80 cms. De estatura y más de cien kilos de peso, de facciones toscas, pelo entrecano y boca grande, algunos de sus conocidos decían que en sus ratos libres practicaba la lucha libre allá en la Almoloyan, cuando esta se abarrotaba con la presencia de grandes personajes de fama nacional e internacional como el Santo. Independientemente de que fuera o no luchador en el ring, don Roberto lo era en la vida diaria, Don José Mondragón habría heredado a él y a otros pupilos, la mágica receta para hacer nieve, ¡la nieeeve, niños lloreeennnnnn pa que les compren su nieve!
Por esa época el centro se moría literalmente alrededor de las ocho treinta de la noche, el pillar de chorlitos y torcacitas entre los arboles del jardín torres quintero y algún vehículo cuyo trasnochador conductor pasaba por la madero, eran quienes rompían el silencio. Frente al jardín, los aparadores del almacén de ropa más antiguo de Colima, era limpiados diligentemente por Don Emilio Padilla Méndez, mientras silbaba alegremente algún estribillo. Hombre de complexión robusta, alto, entrado en años y con las piernas arqueadas como si acabara de bajarse de un caballo, traía pistola fajada al cinto y siempre la camisa desabrochada, dejando ver su camiseta blanca y un paliacate liado alrededor del cuello; en ocasiones, coincidíamos con Don Manuelito Sánchez, “el joven” otro amigo de antaño que vendía perros calientes en la esquina de 27 de septiembre y Madero, hoy llamados pomposamente dogos.
Por las mañanas, el centro cobraba vida gracias a la central camionera, esta se encontraba donde hoy es el auditorio Miguel de la Madrid perteneciente al Honorable Ayuntamiento de Colima, podían escucharse los gritos de Juan “burras” cuando recorría las principales calles del centro para vender sus jitomates, mientras que los transeúntes se desplazaban para realizar sus compras y poder así, abordar a tiempo el camión que los llevaría de regreso a su comunidad de origen. En la esquina de Medellín y Madero, Don Gabriel el de la farmacia Guadalupana, atendía con su seriedad característica a quienes acudían con él para obtener orientación sobre algún padecimiento. Barda de por medio, Don Alfredo Assam Atala, supervisaba que ningún cliente se fuera sin ser atendido adecuadamente en el elegante restaurant de su propiedad; La Fuente, el lugar de la crema y nata colimense de ese tiempo. Más adelante, Don Miguelito Barajas atendía con gran amabilidad, casi dulzura, su negocio de papelería La Palma, llamada así en honor a nuestra ciudad.
Cuando la central fue cambiada, el centro de nuestra ciudad perdió en gran parte su significativa afluencia y algunos comerciantes vieron con tristeza como mermaba su economía. Hace unos días, Andrés Rivas Franco, presidente de Canaco, fue entrevistado por Edgardo Zamora, compañero de este medio informativo, y habló de su interés para que el centro vuelva a ser una opción en donde los colimenses encuentren buenos negocios y mejores servicios, actividades culturales y seguramente de sano esparcimiento, ojalá que así sea.
ABUELITAS:
Quiero enviar una felicitación a mi gran amiga la Odontóloga Magaly Álvarez Iglesias, quien con verdadera vocación y esfuerzo, acaba de inaugurar en compañía de familiares y amigos, su nuevo consultorio dental en la calle San Antonio 407 de la colonia Cruz de Comala, en Villa de Álvarez, seguramente como ella es, mujer emprendedora y profesionista comprometida con sus pacientes, continuará siendo exitosa. Felicidades. Es cuánto.