TAREA PÚBLICA

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FUTBOL Y POLÍTICA

Por: Carlos Orozco Galeana

Estoy lejos de tener simpatía por el equipo de futbol América por cómo se conforma y los intereses que lo rodean, pero hoy comento un tema que salió a flote luego que su exentrenador escogió a 23 jugadores que competirán en Brasil y quien dejó a uno que deseaba llevar. Miguel Herrera dejará en México al portero que le dio el título al final del torneo pasado con una intervención suya muy valiosa, lo que llevó a su equipo al campeonato y a él al puesto que hoy tiene.

Este testimonio del entrenador Herrera es importante y muy bueno comentarlo ya que antepone a su sentimiento de gratitud   su sentido de responsabilidad, su obligación de hacer una competencia exitosa el mes siguiente en Brasil confeccionando un grupo de profesionales estrictamente escogidos por su alto rendimiento deportivo en las distintas ligas donde actúan. Herrera pensó: primero está México que mis amigos o mis preferencias personales, difiriendo así de como actuaron antecesores suyos en el cargo cuando llevando a los mundiales a sus yernos o ahijados que jugaron mal o no lo hicieron.

Este modo de ver las cosas en el futbol,   puede trascender a otros ámbitos de la vida ordinaria. Muchas veces el ser humano se deja llevar por los afectos cuando decide sobre cuestiones personales y diversas o que involucran a los demás. Es casi inevitable dejarse llevar por los sentimientos cuando alguien actúa en función de los intereses del otro, a quien se aprecia; hay, me atrevo a decir, situaciones muy desagradables cuando por encima de cualquier consideración, se toman acuerdos o se hacen cosas que uno no haría si no estuviera de por medio el cariño por otra persona. La amistad es ciega y ciega.

La amistad no existe en la vida política y menos cuando se pretenden fines que otros también persiguen. Por ejemplo, hay que ver cómo se ponen de fieros los que antes de buscar un hueso, eran dizque amigos entrañables. A veces, la amistad se vuelve un problema como cuando alguien insiste en obtener algo de otra persona y esta no tiene la certeza de que el sí que se le demanda vaya a redituar en algo bueno para la comunidad.

En el ambiente de la política no hay amistad sino intereses. Se piensa y actúa en función de lo que puede obtenerse manteniéndose cercano a quienes tienen el poder, a los que marean con sus halagos diciéndoles que tienen mil virtudes y los hacen sentir semidioses. Al caballo lo acarician para montarlo.

Quienes gobiernan a los pueblos con sus amigos, corren el riesgo de cometer actos equivocados e injustos. Hay la disyuntiva de escoger como compañeros de travesía a gente capaz y a la vez honrada o a personas sin méritos y con defectos pero que dicen ser amigos. Bueno, sí lo son, pero de ellos mismos. Ya ven lo que paso en el calderonato. Puros cuates de FCH en los altos puestos aunque no tuvieran perfil.

Miguel Herrera dio un buen testimonio   poniendo el ejemplo a muchos. Dijo que deben separarse los afectos de los compromisos cuando se actúa por el interés de la comunidad. Al escoger a los mejores entre sus futbolistas, Herrera sabe que juega la carta más importante de su carrera, que muchos mexicanos estuvieron y están pendientes de sus decisiones y que no debe equivocase so pena de cancelar su ascenso profesional.

Dijo que es más importante dar respuesta positiva a los que lo nombraron, dueños de equipos y a los aficionados mexicanos en general, que enseñar la debilidad por un amigo que le comprenderá.     Supo que no podía exhibirse como un entrenador que prefiere a futbolistas recomendados que a los más capacitados.

Hoy, en la vida pública en general, los compadres o amigos de los que mandan ya no pueden erigirse en representantes o directivos si no tienen un sustento de valía. Con Miguel Herrera, hubo el aprendizaje de que no se debe traicionar la confianza prefiriendo a los amigos entrañables que a los que sí responderán con lealtad y entrega a los compromisos futbolísticos.