TAREA PÚBLICA

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PRI, ÚLTIMA LLAMADA

Por: Carlos Orozco Galeana

El nuevo presidente del PRI nacional, Enrique Ochoa, lanzó un discurso auto crítico – no debía ser de otro modo – el día de su asunción como tal y prometió que su partido asumiría compromisos distintos ante la militantes y la sociedad en general, en especial respecto a servidores públicos emanados de él y que en el ejercicio de los cargos incumplieron en sus funciones o se corrompieron, incluyéndose en la tanda a sus gobernadores.

“No podemos ignorar ni culparnos a nosotros mismos ni eludir responsabilidades”, dijo al asegurar que se abrirán las puertas a la crítica y a la sociedad para analizar los errores y las razones por las cuales perdieron siete de los doce gobiernos en las elecciones pasadas. Para lograr esto,  “será necesario retomar la confianza de la sociedad y de los priistas mismos. Estamos a tiempo de rectificar”.

Pues sí, al PRI le crecieron los enanos, como se dice cuando las cosas están difíciles y suceden otros hechos más que agudizan las situaciones. La pérdida de las gubernaturas y la presunción de que hubo priístas de alto nivel que estuvieron con los opuestos, fue la gota que derramó el vaso. No hay duda que el presidente Peña Nieto  registró el fuerte rechazo social a su partido, por lo que ordenó el relevo del sonorense Manlio Fabio – ¿ o él se fue antes por su cuenta? – sustituyéndolo por el nobel Ochoa Reza.

“Tenemos que ser un partido que señale la corrupción de los gobiernos emanados de nuestras filas, que exija su fiscalización e incluso su destitución”, aseguró. “Hay que limpiar la casa, pero también en contra de los otros partidos de los que sean gobernadores o exgobernadores. El PRI  debe ir contra de la corrupción pero  también debe defender a los suyos.”.  Desde esa lógica ¿cuántos gobernadores de todos los partidos quedarán en pie? ¿Qué no se ha excedido el PRI en defender a los suyos a ultranza?

Pero días antes, en un hecho calificado como “insólito y ridículo”, Ochoa Reza tuvo que difundir vía Twitter la credencial de su registro como militante del PRI, fechada en julio de 1991. Sin embargo, el registro de militantes afiliados, señala que el funcionario se unió al partido en junio del 2014. Con este dato en contra, Ochoa Reza no podría haber sido presidente del PRI, porque los estatutos enfatizan que para serlo es necesario contar con una militancia mínima de 10 años.

Los ideólogos tricolores ya se dieron cuenta que está de subida para el 2018; que el rechazo al PRI fue y va en serio. El posicionamiento de Ochoa Reza diciendo que ahora si su partido no condescenderá con los gobiernos corruptos y que hará punta en cuestiones de reclamo y justicia contra militantes encumbrados, está dando de qué hablar positivamente. Sin embargo, hay escepticismo porque la historia nos muestra un partido quieto frente al saqueo que organizan sus gobernadores en las entidades que supuestamente gobiernan, pero que, en un lenguaje más apropiado, expoliaban. Alí Babá es aprendiz junto a ellos.

Hace rato, en efecto, que no se habla de buenos gobernadores priístas en el país. Ah, pero tampoco de otros partidos. Sus nombres están en boca de todos. Nuestra política se ha enviciado y desanimado a muchas personas valiosas, jóvenes muchas, miles o millones, que la conciben como un instrumento que se usa para obtener un botín y no para servir. Eso les han enseñado.

Ganar la confianza pública está pues en chino para el Pri porque se ha desensibilizado. Son muchos años los que se ha apartado de los ciudadanos. No ha abanderado grandes luchas. Solo un ejemplo: ¿Ha oído usted, amable lector, que se pronuncie el Pri contra el alza de las gasolinas, la luz o los productos de primera necesidad ?. En cambio, altos funcionarios dicen que con el salario mínimo alcanza para las necesidades familiares y que los aumentos a servicios son reducidos.

“Estamos a tiempo de rectificar”, dice Ochoa. Veremos si este discurso es verídico o palabrería vana, dicha al calor de un acto político, el de su asunción, al que la militancia no acudió, ciertamente,  con el fervor de antes.