¿Qué necesita la educación en Colima?

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La Panga

Por: Mayahuel Hurtado Ortiz

Es una pregunta qué desde hace días está en mi mente. Cuando decidí ser maestra, fue porque en mi trayectoria académica tuve grandes ejemplos de vocación de servicio. Mis maestros fueron aquellas personas capaces de desprenderse de sí mismos para enseñarles el universo a los demás. No predicaban con el ejemplo, ellos eran el ejemplo, humildad, caridad, amor, solidaridad, subsidiariedad, justicia, equidad, eran algunos de los muchos valores que a diario con sus acciones, nos abrían la mente para adentrar en ella el conocimiento.

Los recuerdo tan diferentes, unos con ropas finas, otros muy humildes, unos severos, otros amorosos, pero siempre con una sonrisa y el compromiso de dar lo mejor en esa cita diaria en la cátedra. Nos enseñaron de todo, leyes, valores, ciencia, lengua y literatura, artes y deportes, ellos fueron los verdaderos precursores de la lucha más importante para que hoy todos tengamos una carrera, mientras que en otros casos, se cuente con un sistema educativo que cubra las necesidades de la sociedad, de todos sus integrantes, aclaro, no las de unos cuantos.

Esos maestros hace mucho tiempo formaron un sindicato, que verdaderamente velaba por los derechos del trabajador, que durante décadas y hasta la caída de Elba Esther Gordillo Morales, era el sindicato más grande de América Latina, tras una lucha histórica que costó vidas y que finalmente en un conocido lugar de Guadalajara Jalisco, en donde se reunieron todos los líderes magisteriales del país, lugar en el que por cierto, traicionaron no solo a los ideales y a los estatutos, traicionaron a los más importante que tiene una organización sindical: a los agremiados.

Es incuantificable la cantidad millonaria que tenía el fondo para la resistencia, aquella acaudalada suma que la maestra Elba Esther guardaba en el caso que se requiriera hacer un paro nacional y no sólo eso, las sumas que estaban en diversas cuentas como resultados de las retenciones bajo el concepto “cuota sindical” que quincenalmente se le descuenta a cada trabajador. Recuerdo que era una lucha encarnizada ser un delegado sindical, más lo era ser un coordinación de región, ocupar una secretaría y el puesto máximo al que a quienes les gustaba la política educativa aspiraban ser: “líder sindical”.

Desde mi ingreso a la Secretaría de Educación que ya fue hace algunos años, pude vivir la fuerza del sindicalismo del Siglo XXI a la reducción de cenizas a los principios rectores del gremio que protegía los derechos de los trabajadores de la educación y que hoy lamentablemente vivimos los maestros.

Y debo pecar de indiscreta al recordar aquella reunión en Guadalajara donde los líderes de todas las secciones del país, fueron sentados y delante de ellos se encontraba un fólder, mismo que contenía información confidencial del manejo de sus organizaciones y que de no sumarse a la Reforma Educativa, de inmediato serían no sólo dados a conocer a la luz pública, sino que además en cascada, se aplicaría el lema de Juárez: “Para los amigos justicia y gracia, para los enemigos todo el rigor de la ley”. Por cierto, ese día se corrió con el riesgo de perder incluso el registro del SNTE como sindicato, porque algo que también nunca dijeron a los agremiados, es que los encargados de velar por los derechos de los trabajadores omitieron presentar documentación en la Junta de Conciliación, misma que legitimaba la renovación y se pudo perder la representatividad legal del SNTE, porque habían quitado de un golpazo a la lideresa, que fue capaz de editar a placer estatutos y cargos sindicales, aunque no tuviera la mínima idea de cuántos trabajadores representaba.

Ella no dudaba en emplazar a huelga el país para evitar a como diera lugar se aplicara la Reforma Educativa y no porque fuera lo mejor para los agremiados, sino porque amenazaba la sobrevivencia de un sindicato que mantuvo durante años a sus chiquiados con privilegios, pero a un porcentaje muy considerable de los trabajadores los mantuvo a raya, sin oportunidades de mejora en sus condiciones de trabajo y es que la evaluación orillaría a quienes no eran aptos de estar en el aula a reconocer que necesitaban capacitación porque los nuevos retos, exigían maestros mejor preparados, con oportunidades históricas que a través de un examen pudieran aspirar a una plaza de maestro, horas de enseñanza, a ser asesores técnicos pedagógicos, directores y supervisores; porque por primera vez en la historia de la educación, el que demostraba tener el conocimiento, era el que ocupaba el lugar idóneo por el que tanto se preparó.

Se cuentan por miles las historias de los agraviados que presentaban hace algunos años exámenes para acceder al sistema educativo nacional, hoy miles de maestros en Colima y el resto del país, pueden contar que gracias a esa evaluación tienen una plaza o lograron mejorar sus condiciones de trabajo sin requerir de un palancazo o ser miembro de un grupo selecto del Sindicato.

La historia de aquella reunión en Guadalajara tras la caída de “la maestra” concluyó como era de esperarse todos tranquilos y en paz se pusieron de acuerdo y nombraron al sucesor de Elba Esther Gordillo Morales, enviaron a sus candidatos que ocuparon curules, nadie dijo esta boca es mía; incluso algunos al momento de votar estaban dormidos, en el celular, se abstuvieron o no asistieron.

Ahora el magisterio ya despertó y se dio cuenta que no necesita al SNTE u otra organización surgida por arte de magia con bandera reaccionaria, necesita aprobar un examen para mejorar la educación del país, necesita proponerse cambiar la mentalidad de muchos, porque por fortuna, Colima siempre ha sido programa piloto en modelos educativos y ello implica estar evaluado constantemente, Colima no sólo tiene a los mejores alumnos del país, sino que además en un gran porcentaje, tiene a los mejores maestros de México.

Sería muy bueno que el SNTE les diera una rendición de cuentas a los maestros que lo han hecho bien y con las cuotas sindicales, se iniciara un programa de estímulos a quien apruebe una evaluación, creo que como punto de partida, la idea es bastante tentadora.