Percepción del volcán no permite a colimenses protegerse de futuras erupciones: Gabriela González

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COLIMANOTICIAS

Colima.- Lejos de la percepción que la mayoría de los colimenses pueden tener acerca de la cultura de la protección civil, la investigadora de la Universidad de Colima y profesora de la Facultad de Letras y Comunicación, Gabriela González, asegura que nuestra sociedad y sus autoridades están utilizando una “inmunidad subjetiva y colectiva”, como escudo protector, ante los riesgos que implica para la zona el Volcán de Fuego y la alta sismicidad.

Durante la presentación de su obra “Vivir en tierra inquieta: metáforas e inmunidad subjetiva”, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), la autora consideró fundamental un cambio radical en la mentalidad de los colimenses para poder hacerle frente, con conciencia, a los riesgos que implica convivir con un volcán activo.

Oriunda de Coahuila y residente en Colima desde hace más de treinta años, la autora explicó que en su libro los protagonistas son los volcanes, la tierra y el peligro de vivir en una zona de riesgo, con una alta sismicidad. “Estamos permanentemente conviviendo con el peligro y la mayoría siempre estamos pensando en que no pasa nada y eso no es cierto: sí hay riesgo. Por eso no tomamos las medidas preventivas necesarias”, lamentó.

En el stand de la editorial Plaza y Valdez, la catedrática dibujó el Colima que se percibe: “un lugar mágico, lleno de misterios, de gente bondadosa y trabajadora”. En ese ambiente, mencionó, su libro “Vivir en tierra inquieta: metáforas e inmunidad subjetiva” envuelve una investigación con tintes eminentemente lingüístico, para conocer, a través de 130 colimenses de los diez municipios, cuál su percepción de convivir con el Volcán de Fuego, uno de los más activos del país.

“En entrevistas, yo les pregunté cómo se sentían viviendo en Colima y si le tenían miedo al coloso. Esas respuestas las transcribí y las analicé para detectar su percepción, enfocando mi análisis en los esquemas culturales como manera de ver y percibir la realidad y los elementos con los que hemos compartidos a lo largo de nuestra vida. Nuestras experiencias”, reseñó.

Gabriela González detalló que la gente de Colima mantiene una relación muy estrecha con el volcán y eso se traduce en expresiones que elevan o reducen el riesgo de, por ejemplo, una erupción. “A lo lejos, los colimenses personifican al coloso: ‘está bonito´, ‘está tapado’, ‘está enojado’…”.

La investigadora resaltó que quienes menos le temen al volcán son vecinos de los pueblos cercanos, “porque ellos ya lo han personificado: es un amigo, un vecino, el centinela que cuida la gente”. En ese contexto, dijo que la gente mayor tiene una “seguridad casi exacta” de que una posible erupción no llegará a afectar a la capital del estado “porque antes hay barrancas para la lava”. Sin embargo, aseguró que datos técnicos, históricos y científicos “nos indican que la ciudad se asienta en una zona donde corre lava”.

Ante esa posibilidad, la investigadora afirmó que en Colima existe una “saludable percepción psicológica que nos hace sentirnos a gusto, seguir tranquilamente con nuestra vida aunque tengamos un riesgo mayor”.

El esquema teórico que permitió la obra “Vivir en tierra inquieta: metáforas e inmunidad subjetiva” tiene como pilares cuatro esquemas culturales que explicó su autora. “El organicista, donde las personas consideran al volcán y a la tierra un ser humano que eructa, tiene cosquillas, se enoja, está de genio o calmado”.

“El segundo es el esquema fatalista y lo marca Dios o el destino. La gente tiene la consideración de que la voluntad suprema de Dios determinará si se sobrevive o no a una tragedia, a una erupción. ‘Si Dios quiere, nos salvamos’, expresaron. Además, está el fatalismo profano o del destino: ‘Si te toca, te toca donde estés o a donde vayas’”.

“Consideran que lo que vaya a pasar, pasará ya sea por el destino o por Dios y ante eso no se puede hacer nada”. Esa conclusión, resaltó Gabriela González, es la más peligrosa porque permite que la población haga caso omiso a las advertencias o no tenga una cultura de prevención.

El tercer esquema es el naturalista, mencionó la autora, el cual se basa en la confianza que el ser humano tiene en la naturaleza, a la cual considera que es buena y que el entorno nos ayuda a seguir viviendo. “Ésta es la postura más tranquila porque nos permite adaptarnos para seguir viviendo en Colima. Afortunadamente, es el que más presencia tiene en Colima”, precisó.

Desde el punto de vista de la protección civil, Gabriela González pidió a las autoridades correspondientes involucrar más a la sociedad colimense, que ante verdaderos riesgos de erupción volcánica o sismos de considerable magnitud. “Estamos sumidos en una especie de inmunidad subjetiva que ha pasado de ser personal a colectiva: estamos pensando igual (nada va a pasar o nos va a pasar) y dejamos de lado la prevención”, advirtió.

Incluso, dijo que las autoridades de protección civil tampoco le tienen miedo al volcán y no están conscientes de que nos puede causar “muchos problemas”. En las casas,  ejemplificó, “no hay tapabocas, no hay quien quite los objetos que hay camino a las salidas, no hay botiquín, no hay comida enlatada; no estamos haciendo nada de eso”.