Insólito (3)

0

Mauricio Castillo

Definitivo: unos pronósticos se cumplen y otros no. Lo prometido es deuda. Hoy quedamos de escribir la última columna sobre este tema que ha literalmente robado toda nuestra atención durante el último mes.

Primer pronóstico sin cumplir: pareciera que la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, sabía cuál sería el resultado para su país y no asistió a la tan esperada Final del Mundial de Futbol Brasil 2014. Rompió así la primera predicción de que tres damas en el poder estuvieran sentadas en el mismo palco de honor.

Segundo pronóstico sin cumplir: nadie hubiera imaginado que presenciaríamos un juego más aburrido que cualquiera que nos ofreciera uno de la Liga MX, sin ánimo de ofender y con todo respeto. Fue claro que Alemania tuvo más oportunidades que Argentina, según estadísticas, y finalmente, en tiempos extras en una jugada bien planeada y ejecutada, superan con un gol a su oponente y así se quedaron con la Copa del Mundo.

Pero vayamos un poco hacia atrás, tercer pronóstico sin cumplir; jamás hubiéramos pensado que una Clausura superara en lo mala y aburrida a una Apertura que fue muy desangelada. Sigo sin entender cómo en Brasil, un país donde sobran las mujeres hermosas, tuvimos que ver a una colombiana moviendo las nalgas y haciendo lo que ha hecho siempre, al menos en tres eventos similares contando éste. Luego, un guitarrista mexico-estadounidense, que me encanta, pero que no lo asocio con una Final de futbol en Brasil. En fin. Seguro les salió más cara esa opción que poner a 1000 brasileñas en tanga bailando samba, que hubiera sido mucho más entretenido.

En un Maracaná histórico, compartido entre muchos miles de argentinos y otros tantos alemanes y brasileños apoyando a los teutones por razones obvias de recelo, se define el campeonato en la parte final en los tiempos extras.

Comenzamos ahora con lo verdaderamente insólito: primera vez que la Copa del Mundo es conquistada en América por un equipo europeo. Segundo: la primera dama brasileña entrega la Copa en manos del capitán alemán, con una cara de amargura, como si hubiera querido adueñársela ella misma. El sueño de tener la Copa en sus manos le duró tan sólo 2 segundos. Necesitará más tiempo para arreglar las cosas en su país.

Y, finalmente y lo que me parece más notable, es que nos tocó ver a un Lionel Messi completamente nuevo y diferente, y no por eso el mejor que hemos visto. Derrotados al final, los argentinos mostraban los rostros desencajados sin ocultar la frustración que los dominaba. Simplemente no lo podían creer. Pero lo aún más increíble fue la actitud del propio Messi que al momento de subir las escaleras a recibir ‘El Balón de oro’ (que no se lo otorgan a cualquiera), fue incapaz de responder a las manos furtivas que aparecían entre la valla de seguridad, que sólo querían tocarlo, y además con una cara de malos amigos que pasará a la historia.

Saludó a la Primer Ministro de Alemania, Angela Merkel, como si hubiera sido la culpable de su derrota, y jamás quitó su rostro de alguien verdaderamente encabronado. Ni hablar. Descubrimos que es mortal, después de todo, como cualquiera de nosotros. Se acabó la fiesta y ahora a seguirle. Les mando muchos saludos.