Duc in Altum

0

Por: Yosnel Alvarez Targarona*.

“Yo, la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las tinieblas.”  Jn 12,46

Querido Elpidio:

Quiero comenzar esta carta recordándote de tres grandes virtudes que han de acompañarte durante toda tu vida hasta la hora de tu muerte, tres grandes virtudes que han de permanecer siempre vivas cual luz de faro en medio de la noche, para que así con ellas puedas iluminar a tus hermanos y exhortarlos a que se mantengan en el camino de la luz, porque sólo así lograrás triunfar en la empresa que te has propuesto emprender y lograrás vencer de una vez por todas al Maligno. La primera de estas tres grandes virtudes es la Fe, y ya bien sabes que no me refiero a esa fe que viene por la gracia natural de creer en alguna idea o de creer que todo sin tener en cuenta a Dios es posible, no, sabes que me refiero a la fe en la palabra de Dios, a esa fe sobrenatural que se nos da como un gran don, como un regalo especial que nos hace Dios para ver más allá de lo que por nuestra propia inteligencia somos capaces de descubrir; Elpidio, si quieres avivar en ti el fuego por la lucha de la dignidad humana no debes ni puedes hacer caso omiso de la gran luz que da la palabra de Dios para que los hombres sean cada vez más hombres y cada vez más libres, mi caro amigo, alimenta este don, desarróllalo a tal punto de que sientas la necesidad de ir a la fuente, de ir cada día o al menos el día señalado para que te reúnas con todos tus hermanos y puedas crecer en esta virtud. Pues ésta es una de las más grandes virtudes de los hombres, el confiar plenamente en Dios, en quien sabemos nos ama y siempre tiene como fin de ese amor nuestra propia felicidad. Elpidio, esta virtud exige de ti un abandono y una confianza tan grande como la de un niño con su padre, como quien necesita dejarse guiar para descubrir que la única manera de ser verdaderamente feliz, de ser verdaderamente persona humana y de que llegue a reinar la dignidad humana es el estar en común unión con el Sabio de los sabios, con Dios mismo y una muy buena manera que él mismo nos ha dado para este fin es su Palabra, las Sagradas Escrituras o como bien la conoces, la Biblia. Mi joven amigo, si realmente tienes como fin el bienestar del ser humano te exhorto una vez más a que no dejes que pase un sólo día sin leer y meditar los textos en los que Dios nos habla a través de la historia de la salvación del género humano porque es sólo ahí en donde encontrarás las buenas costumbres que han hecho grandes a los primeros Padres de la Iglesia, pero ten mucho cuidado pues el Maligno bien sabes que no descansa en su esfuerzo por hacerte caer en graves errores, por eso es que tienes que ser fiel a la verdad y ser hijo de la luz. Déjate guiar con total confianza por el Espíritu de Dios, por el Padre de los pobres, el Espíritu Santo, ese que es el más puro y santo de todos los espíritus, ese que siempre permanece a nuestro lado para guiarnos hacia la felicidad eterna, a esa verdadera felicidad que no tiene fin y jamás lo tendrá. Elpidio, si te empeñas en cultivar asiduamente esta virtud te darás cuenta que la realidad es mucho más amplia y compleja de lo que crees pero a la misma vez es sencilla y siempre nos causa asombro cuando profundizamos en ella.

Bien sabes que estamos en la última semana de los últimos tiempos y no te es extraño que ya nadie se interese por conocer acerca de la palabra de Dios, que ya nadie se interese por alimentar su espíritu y su alma con el alimento de la Palabra, por eso tienes una gran tarea al vivir, estudiar y meditar diariamente la Palabra de Dios por eso es que te digo Duc in Altum, no temas, Dios está contigo y si tu permaneces junto a él alimentándote de su Palabra no correrás el riesgo de que tu empresa, de elevar la dignidad humana sea en vano o no tenga frutos, confía siempre en él, porque nos ama tanto que no nos deja equivocarnos cuando se trata de buscar nuestra felicidad a su lado.

*Prenovicio O. P. La Habana, Cuba.

Convento San Juan de Letrán # 258, calle 19 e/J e I, Vedado, Plaza de la Revolución, La Habana, Cuba.