CULTURALIA

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2 DE ABRIL, LA HISTORIA CAMBIÓ 

Por: Noé Guerra

Después de la revolución, la historia oficial borró una de las épocas más brillantes de la historia y vida de Porfirio Díaz para centrarse exclusivamente en la crítica a su presunta dictadura. En un aniversario más del asalto a Puebla, vale la pena recordar al caudillo que puso su espada y vida al servicio de la Patria. Hasta 1910, era común que el país conmemorara la batalla del 2 de abril de 1867, fecha en que José de Jesús Porfirio Díaz Mori recuperó la ciudad de Puebla de manos imperialistas. Era una forma de reconocer la brillante campaña militar que durante su juventud, Porfirio había sostenido para combatir a los franceses durante los aciagos años de la intervención y el imperio (1862-1867).

Porfirio Díaz inició su carrera con la revolución de Ayutla en contra de Santa Anna (1854-1855). En Oaxaca, el pasante de abogado manifestó su oposición a la dictadura santanista por lo que tuvo que huir para refugiarse en la guerrilla de José María Herrera. Al triunfo, el gobierno de Oaxaca lo nombró Jefe político del distrito de Ixtlán. En la capital mexicana el Constituyente sesionó por meses para darle a la república una nueva Constitución, la que el 5 de febrero de 1857 fue jurada, aunque por su corte liberal provocó la inconformidad de un sector importante de la población azuzada por el clero católico mexicano, pues con esta veía afectados sus inconfesables intereses. Las asonadas y las revueltas no se hicieron esperar.

En diciembre de ese año los conservadores dieron un golpe de Estado e inició así la guerra de Reforma. Una de las asonadas que brotaron fue en Oaxaca en julio de 1857. Tras meses de inactividad Porfirio Díaz sofocó la rebelión. Al finalizar la Guerra, Díaz ya era coronel y fue electo diputado al Congreso de la Unión. En 1861 viajó a la ciudad de México para ocupar su nuevo cargo. No era tiempo para la política sino de las armas, y en la primera oportunidad que tuvo para regresar, no dudó. El resto de los diputados no pusieron objeción alguna y Díaz se unió a las fuerzas de Mejía y luego se incorporó a la división de González Ortega. Por sus servicios, Juárez le otorgó la banda de general, Díaz tenía treinta años.

La derrota Conservadora en la guerra de Reforma no fue definitiva. En 1862 regresó con el apoyo Francés en busca del establecimiento del segundo imperio. El 5 de mayo de 1862, los franceses se pararon frente a la ciudad de Puebla y fueron rechazados por el ejército republicano al mando de Ignacio Zaragoza. Nadie esperaba el triunfo sobre el llamado “primer ejército del mundo”. Ni siquiera Porfirio. La eventual victoria de las armas mexicanas retrasó un año los planes Conservadores. Pero una vez que los franceses se reorganizaron y recibieron refuerzos iniciaron nuevamente la campaña. En marzo de 1863 avanzaron sobre Puebla y sitiaron la ciudad. Más de sesenta días el ejército defendió cada edificio y calle de Puebla, aún contra muchos lugareños y el sabotaje clerical.

En mayo de 1863, sin pertrechos ni alimentos para continuar, Jesús González Ortega se entregó como prisionero de guerra junto con sus oficiales. E. F. Forey –comandante Francés- recibió la rendición invitándolos a firmar un documento que los comprometía a no volver a tomar las armas. Porfirio y otros se negaron por lo que serían enviados a Francia como prisioneros. En el trayecto a Veracruz Díaz se escapó. A principios de 1865 ya había logrado organizar el Ejército de Oriente, realizaba ataques, incursiones arriesgadas pero no ganaba. Ante el avance Francés sobre la vieja Antequera, decidió fortificar la ciudad y aprestarse a su defensa. No tuvo éxito. El asedio del mariscal Bazaine se prolongó por semanas y Díaz tuvo que rendirse, falta de municiones y deserciones fueron su derrota.

El prisionero -a quien habían intentado persuadir para que se uniera a las filas del segundo imperio-, fue confinado en el Colegio Carolino de Puebla. Con cuchillo y cuerdas, el 20 de septiembre de 1865 se fugó. Ya en libertad, volvió a la carga. Con algunos soldados recorrió el sur, buscando ayuda y consejo de Juan Álvarez. Reclutó hombres, y dio nueva vida al Ejército de Oriente. En 1866 inició la contraofensiva republicana. En octubre, Miahuatlán y la Carbonera, en diciembre puso sitio a Oaxaca y la recuperó. Hacia 1867, continuaba su avance y el imperio se desmoronaba. Díaz llevó a su ejército frente a Puebla -la historia le dio la revancha- y sitió la ciudad. Los imperialistas intentaron tirar el sitio, Díaz tomó Puebla por asalto el 2 de abril de 1867.

Porfirio coronó sus éxitos tomando la ciudad de México sin disparar un sólo tiro. De lo que él dice: “Así se realizó sin derramamiento de sangre la ocupación de la plaza el 21 de junio de 1867 quedando prisioneros los jefes y oficiales que la defendían. Conservé el mando de la plaza desde el 21 de junio hasta el 15 de julio en que hizo su entrada el Presidente Juárez. Licencié algunas fuerzas, despedí otras y quedé con un ejército de veinte mil hombres con el cual recibí al Presidente de la República.” Día en que conoció el egoísmo y el menosprecio de Juárez, quién desdeñó su saludo marcial, humillándolo así frente a sus tropas.