CULTURALIA

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LA SOMBRA PÚRPURA

Por: Noé Guerra Pimentel

El 12 de septiembre de 1794 fue designado obispo de la diócesis de León en la entonces Capitanía General de Guatemala por el papa Pio VI, fue consagrado el 19 de abril de 1795. Sin embargo, no ejerció debido a que el 18 de diciembre de 1795, antes de viajar a América, se le designó obispo de la diócesis de Guadalajara en Nueva Galicia. Tras su viaje, tomó posesión el 19 de julio de 1796. Instalado en Guadalajara comenzó su labor por la educación fundando varias escuelas en su diócesis. Su legado ministerial quedó reflejada con la creación y construcción a cargo de José Gutiérrez, con diseño de Manuel Tolsá -diseñador de varios edificios del centro histórico de la ciudad de México y escultor de la “estatua ecuestre de Carlos IV”, conocida como “el Caballito”- de la Casa de Caridad y Misericordia de Guadalajara, conocida como Hospicio Cabañas, que funcionó como albergue.

Sin lugar a dudas uno de los personajes más influyentes del principio al fin del movimiento de independencia y que más determinó la vida social, política y económica de Colima durante el siglo XIX fue el Obispo de Guadalajara Juan Cruz Ruiz de Cabañas y Crespo, el Obispo Cabañas, Español que nacido en Espronceda, Navarra, el 3 de mayo de 1752, falleció en Guadalajara, Jalisco, el 28 de noviembre de 1824. De formación sacerdotal católica llegó a ser doctor en teología por la Universidad de Alcalá. Fue rector del Mayor y viejo Colegio de San Bartolomé y del Seminario de Salamanca, España. El rey Carlos IV promovió su episcopado en América y específicamente en la Nueva España.

Original simpatizante de los jesuitas aunque fiel realista, por conflicto de intereses y dadas las circunstancias imperantes en España y en la Nueva España, no pudo conseguir el restablecimiento de la orden en Guadalajara. Durante su episcopado se desarrolló la guerra de la independencia de México. Cuando Hidalgo inició la rebelión y los insurrectos realizaron la sangrienta toma de la Alhóndiga de Granaditas, no dudó en sumarse a la postura tomada por los obispos Manuel Abad y Queipo y Francisco Javier de Lizana excomulgando a Hidalgo y desde entonces convirtiéndose junto con su grey, entre ellos los párrocos de Tonila, Basilio Monroy, y el de Almoloyan, José María Gerónimo Arzac, en férreo perseguidor de los mismos, lo que se acentuó cuando el 23 de noviembre de 1811 -al encontrarse en las cercanías de Querétaro- estuvo a punto de ser capturado cuando su convoy fue asaltado por insurgentes.

En 1821, de acuerdo con Matías Monteagudo y otros obispos de Nueva España apoyó, con dinero de los diezmos y demás “limosnas”, económicamente a Agustín de Iturbide en su campaña separatista de España, la que éste consuma con el Plan de Iguala para dar como resultado la Independencia de Nueva España de la tutela y dominio español el 27 de septiembre de 1821 y con ello el nacimiento del “Primer Imperio Mexicano” que devino en la “República Mexicana” y luego en los “Estados Unidos Mexicanos”, tal y como se inscribe en la Constitución vigente.

Fue él, Juan Cruz Ruiz de Cabañas y Crespo, el Obispo Cabañas, quien el 21 de julio de 1822, presidiendo la misa celebrada por tres obispos en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, quien proclamó a Iturbide como Emperador de México exclamando: “¡Vivat Imperator in aeternum! ¡Vivan el emperador y la emperatriz!” el mismo varón del púlpito que a la postre, por así convenir a los intereses de la curia romana y de la mano del verdadero gestor, autor intelectual y material de esta nueva Nación, Matías Monteagudo, se convirtiera en uno de los más entregados a la defenestración y aniquilamiento del ungido Primer Emperador de México, quien apenas había podido sostener su cetro ocho meses.

Magnicidio perpetrado y ejecutado desde la oscuridad de los confesionarios y entre cuyos principales artífices encontramos a Cabañas, quien con la consumación de éste hecho prácticamente coronó, para luego morir, una gestión clerical de claroscuros pero sin duda determinante en el rumbo de la historia y que como consecuencia trajo que entre 1822 y 1860 hubiera más de 50 cambios de presidente y de sistema de gobierno en por lo menos 10 ocasiones, formas que fluctuaron entre la total anarquía y la dictadura de la extrema derecha en un ejercicio alternado de más de 140 grupos militares, a cual más ambiciosos del poder, hasta que en 1860 después de otra guerra civil, la guerra de reforma, con el apoyo de los Estados Unidos, un abogado, rudo y radical tomara el poder, Benito Juárez, el que para bien o para mal, debemos reconocer como el tutor del Estado Mexicano.