Cuando la amistad se conjuga con la escritura, el sabor y el arte 

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Entre libros y café 

Por: José Luis Cobián León 

*Ocasiones en que la música y la gastronomía encontraron la ecuación que terminó en vida

Estimado lector, a veces saturado de la pedantería cotidiana siempre agradezco tener la oportunidad de contar y encontrar gente auténtica con la que se puede charlar, lo cual considero una suerte. En esta ocasión quiero referirme a Abraham González, hábil maniobrero de la cocina, habituado a navegar en cualquier tipo de tormenta, cuya amistad me honra y al que, acá entre nos, es muy común “cacharlo con las manos en la masa”.

Se dice que el periodista escribe para el olvido; sin embargo, el anhelo es escribir para la memoria y el tiempo, es por eso, que quiero escribir de este artesano en la cocina que da vida a “La Taquería” allá por el Centro Histórico, el callejón de la cultura, donde se entreteje una historia urbana de las que no se cuentan o de las que poco se sabe, la que le contaré después de hacer una breve crónica de dos historias que pesan, porque gracias a la música y a la cocina, cualidades que son alimento para el alma y el cuerpo, lograron el indulto, es decir, el perdón que salvo sus sueños y sus vidas.

Cuando la barbarie con el horror golpea, el arte y la gastronomía encuentran la ecuación que termina en vida, esto para referirme a la historia del polaco Władysław Szpilman, cuyas cualidades como pianista le valieron ser un sobreviviente judío del Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial. Tras el alzamiento antinazi de Varsovia en agosto de 1944, fue descubierto su escondite por un oficial alemán, Wilm Hosenfeld; quien cautivado por su música le pide que interprete la Balada No. 1 de Chopin; Szpilman en su escondite teniendo por único compañero de tragedia un piano desafinado toca con maestría la pieza, al final su música termina salvándole la vida. Sus memorias se encuentran en el libro “El pianista del gueto de Varsovia” de donde se adaptó para ser llevada a la pantalla grande en el 2002 con la película “El pianista” protagonizada por el actor Adrien Brody.

Otra de las historias, no menos cautivadora, es la de la chef mexicana, Cristina Martínez, quien presa de la barbarie de su pareja, tuvo que separarse de él y dejar a su pequeña con la familia de sangre, buscando así una oportunidad al cruzar la frontera tomando nuevos riesgos. Fue el tiempo y el esfuerzo que le llevaron a precisar sus metas hasta lograr conquistar la ciudad de Filadelfia a través de su barbacoa, un platillo único e increíble que evitó que en varias ocasiones fuera deportada a México, pues la policía de ese país tuvieron que voltear a otro lado para seguir disfrutando de ese delicioso platillo; un ejemplo más de que el arte, en este caso la cocina, pudo salvar a su creador. Hoy en día es una chef reconocida y su estancia en ese país es legal, cuya historia le ha valido diversas entrevistas y ser parte en la serie: Chef´s Tablet de Netflix.

Unir estos hilos donde la magia de la cocina y la música pueden hacer que las diferencias raciales desaparezcan logrando así eliminar fronteras y convertir el odio en admiración; es para tenerlo en cuenta, en especial aquellos jovencitos que emprenden sus carreras en la actividad que sea o como es el caso de mi hija Renata que estudia Gastronomía, pero cualquier actividad llevada con entusiasmo puede generarles vínculos fraternos, o como es el caso de este artesano de la escritura que pudo construir un puente de amistad con otro artesano en la cocina, Abraham González, en él se desdobla, como muchas personas en cada rincón de nuestro estado, una historia que enseña el esfuerzo por la familia, el trabajo y la amistad, desde hace 19 años en que llegó a Manzanillo.

Pero fue hasta el 2012 cuando decide sumergirse en la cocina, como dijera Anthony Bourdain, en un submarino caluroso, incómodo y sin ventanas; dando con las especies adecuadas para ir dominando el arte de la cocción entre utensilios y sus ayudantes los afilados cuchillos con los que se lleva muy bien; dando al grito de “detrás de la raya que estoy trabajando” crea unas deliciosas y famosas carnitas en el emblemático “Mercado de Las Pulgas” en Manzanillo.

Posteriormente en el 2018 con los instintos perfeccionados toma como pareja de baile a la parrilla y al comal emprendiendo una nueva aventura al llegar a la comunidad poniendo en alto aquello de: los tacos pueden salir de México, pero México nunca saldrá de los tacos, creando el lugar que actualmente lleva por nombre “La Taquería”. Al llegar te encuentras con una breve exposición de fotografías alusivas a la lucha libre, uno que otro cuadro de picardía, y su sazón, así como las experiencias de vida de nuestro amigo, que en su conjunto es como si visitaras la ciudad de México.

Pero a poco no, la barbacoa es lo mejor que le puede pasar el fin de semana a un mexicano, pues en este lugar también puede encontrar este platillo delicioso y antiguo (excepto los martes que descansan) del cual para explicar su origen tendría que hacer otra columna, lo cierto es, que aquí la barbacoa está elaborada a la manera tradicional, porque incluye esa magia y misticismo que va en el mensaje personal de Abraham en su comida, con una explosión de sabor que difícilmente se encuentra en nuestro puerto, fruto de mucho trabajo y tiempo.

Abraham es un hombre de aire bonachón, de suma cortesía y de fino diálogo, dentro de él fluyen como un río secreto, sus historias y conocimientos, los cuales han inspirado más de una vez a este contador de historias, para acercarse a él el método es simple, ganarse su confianza y estima, cuando esto sucede nos dará muestra del hombre sabio, al compartir su experiencia en el ámbito gastronómico, cultural y analítico, y con algo de suerte poder conseguir hasta alguna receta de la abuela.

Finalmente invito al lugar que está ubicado por el callejón del arte pasando el Archivo Histórico del Ayuntamiento, para vivir esta deliciosa aventura y de paso ayudar a incentivar el comercio por esta zona porque ya dicen las malas lenguas que está tan golpeado el Centro que los hoteles del lugar en vez de tener recepcionista tienen “decepcionista”, lo cierto es, que podrá disfrutar del sazón y probablemente escuchar un albur o piropo literario, como aquel de: “dime una palabra y te la rimo”; o el de: “hoy me siento tan textual que te comería a versos”, para que no quede nada en el tintero, comentarios [email protected]m o [email protected]

Facebook: Gaceta del Marques de Cobián, Gestión Integral Ambiental, Seminario de Cultura Mexicana Corresponsalía Manzanillo.

 

 

*Las opiniones expresadas en este texto de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles CN COLIMANOTICIAS.