Colima, Entre los Estados más Afectados por la Sequía

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    Unos 20 millones de toneladas de granos básicos están en peligro de perderse, lo cual agravaría determinantemente la recesión económica, que dice José Ángel Gurría Treviño que ya tocó fondo, pero yo no le veo aún el fondo, porque la planta productiva está parada en por lo menos poco más de la tercera parte de su capacidad y el mercado interno está absolutamente deprimido y ya no hablemos de la demanda externa de manufacturas y materias primas.

    La situación en el campo es verdaderamente dramática, al punto que las autoridades federales han pedido a los gobernadores alertar a la población y poner en práctica programas urgentes de apoyo para mitigar los efectos de esta gran sequía, que se verán con peor intensidad el año venidero, cuando no habrá qué comer en el país y se tendrán que importar alimentos al precio que sea, y todo por no aplicar una política agropecuaria que prevea las contingencias climáticas, que obviamente los meteorólogos ya conocen desde mucho antes de que ocurran, y la Secretaría de Agricultura obviamente que tiene los informes con gran antelación.

    Ahora, el propio José Luis Luege Tamargo, director de la Comisión Nacional del Agua, “prevé” una situación muy crítica, lo que puede generar dificultades de abastecimiento de agua para uso doméstico y público urbano, así como para las diferentes actividades económicas, agropecuarias, forestales, turísticas, comerciales y de servicios. El gobierno mexicano estableció en octubre de 2008 un Monitor de sequía, que opera en colaboración con Estados Unidos y Canadá, el cual ofrece un reporte mensual de cómo está evolucionando esta situación. Gracias a este monitor se identificaron en julio los primeros indicios de una “sequía hidrológica”, en una zona que abarca desde el océano Pacífico hasta el Golfo de México, pasando por el centro y por todos los estados de la región, incluida la Ciudad de México; de hecho, el 9 de julio de este año se declaró oficialmente que México era afectado por el fenómeno de “El Niño”.

    Este fenómeno de “El Niño” se registra en todo el mundo, y en el caso de México se traduce en una reducción muy fuerte de las lluvias de verano. Desde el inicio de la temporada de tormentas tropicales en México, en mayo pasado, se formaron siete huracanes en el Pacífico y tres en el Atlántico, pero ninguno se acercó suficiente a las costas mexicanas. Las autoridades tienen esperanzas de que al menos un par de los nueve huracanes que restan en la temporada toquen tierra, ya que julio pasado fue el mes en que menos precipitaciones pluviales ha habido en los últimos 58 años, de acuerdo con registros del Servicio Meteorológico Nacional.

    De acuerdo con reportes de la priísta Confederación Nacional Campesina, los estados más afectados por la seguía producida por “El Niño” son Colima, donde se pueden perder por lo menos 40 mil hectáreas de cultivos; Guanajuato, con 500 mil hectáreas; Michoacán, 20 mil; Chiapas, 71 mil; Hidalgo, 17 mil; Durango, 500 mil, y Puebla, 60 mil. La angustia se extiende al sector ganadero, donde al menos 10 millones de cabezas de reses padecen los estragos de la sed, lo que se agrava en grandes extensiones de tierras erosionadas, que abarcan las cuatro quintas partes del territorio nacional. Al menos 50 mil cabezas de ganado y la reducción de 20% en la producción diaria de leche se traducen en pérdidas por siete millones de dólares, de acuerdo con estimaciones extraoficiales.

    El gobierno de Calderón ha anunciado un paquete de alrededor de 900 millones de pesos para el seguro agrícola de unas siete millones de hectáreas y a cuatro millones de animales de tres millones de pequeños productores. Pero la crisis se ha extendido a todas las regiones, desde pequeños pueblos y rancherías que se abastecen de un pequeño arroyo o un manantial, hasta ciudades como el Distrito Federal, con más de 20 millones de habitantes, debido a que al menos 800 de las grandes presas del país se encuentran en los niveles mínimos de agua, de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua.

    Al tiempo, de acuerdo con el Instituto Mexicano de la Competitividad, De 2004 a 2007, México perdió 2 posiciones en el ranking de la competitividad, al caer al lugar 32 del índice. Lo anterior se debió principalmente al retroceso de 12% en la estabilidad y confiabilidad de nuestro sistema político, así como al menor dinamismo que experimentan los sectores económicos más importantes del país. La caída en la competitividad de nuestro sistema político es el resultado de una menor percepción de estabilidad política, tras los eventos de Atenco en 2006, y la crisis política de las últimas elecciones presidenciales.

    La caída en nuestros sectores económicos se explica por la menor contribución al Producto Interno Bruto del sector servicios y de las exportaciones de alta tecnología, así como un lento crecimiento (y en algunos casos retrocesos) en las variables relacionadas con la innovación. En menor medida, las caídas entre 2 y 5% de los subíndices de Sistema de derecho confiable y objetivo, Manejo sustentable del medio ambiente, Macroeconomía estable, y Gobiernos eficientes y eficaces, también contribuyeron al deterioro competitivo del país. El país más competitivo del subíndice en el 2007 fue Suiza manteniendo la posición que ya tenía en 2004. Dentro de los 5 mejor posicionados, Suiza es seguido por los países escandinavos: Suecia, Dinamarca, Noruega y Finlandia.