ADULANDO AL FUTBOL

0

Jorge Martínez|HMXtv|OVACIONES

Un Piko lleno de marrullerías…

¿A dónde se encamina el futbol mexicano si hace apenas unos días la Femexfut se declaró impotente y recurrió a los legisladores, diputados, senadores y parlamentarios en busca de ayuda? Para suerte los progenitores de la probidad se manifestaron de inmediato y aprobaron con 317 votos a favor, 34 en contra y 17 abstenciones la Ley Antiviolencia, que pena los hechos iracundos que se generen en estadios de futbol e inmuebles deportivos y que castigará con hasta 4 años de prisión a los aficionados que participen en dichas trifulcas.
Parece increíble y suena ridículo, pero esta historieta no es fábula ni cuento, nuestro futbol fue rebasado por la brusquedad, coacción y profanación, y ha sobrepasado los límites lúdicos para encontrarse con leyes cada vez más adustas, pero, ¿qué pasa con la violencia dentro de la cancha?; es de sobra conocido ese dicho que afirma: “cuando el río suena, agua lleva”, y en esta ocasión lo exportaremos al futbol.
Resulta que al final del partido entre felinos, donde Pumas venció 2-1 a Jaguares en la jornada 14, se armó un conato de bronca donde se involucró el defensa central de la Universidad, Marco Palacios, con el portero Alfredo Frausto y otros elementos, entre ellos Javier Muñoz Mustafá y David Toledo. Estos últimos declararon respectivamente en contra del hombre que debutara Hugo Sánchez en el 2004: “Una bronca, siempre sucede con el ‘Pikolín’, es un jugador que juega así, que carga a los rivales en un momento de calentura te hace enojar, pero bueno, eso los árbitros también lo permiten; si los árbitros lo escuchan y permiten que en todos los partidos haga lo mismo y no paran, pasan estas cosas, pero bueno, ya está”.
“Lo conozco desde fuerzas básicas (de Pumas), sé que tiene un temperamento o una mecha corta y ojalá se le pueda quitar un poquito de eso, para no provocar ese tipo de cosas en un partido”.
Aquí tendríamos que analizar desde abajo y no olvidar que Marco no salió de Pumitas o de la Cantera, sino de la “escuela” del extinto Torneo de los Barrios, el evento popular de futbol amateur que aglomeraba a cientos de equipos en la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixhuca. En ese sentido y sin ser despectivos, era el semillero de piernas más importante para los clubes del futbol mexicano antes de que aparecieran las escuelitas y fuerzas básicas. Por ende, el respeto, la educación, la lealtad, el compañerismo, la cabalidad, etc. no eran un requisito a seguir.
Sabemos de sobra que en el futbol de categorías inferiores, sea o no de barrio, no existe el engaño. El niño sólo se preocupa por jugar, a veces ni siquiera por ganar, por tocar la pelota la mayor cantidad de veces posible, por seguir su camino hacia el gol desentendiéndose de que en medio de toda esa bandada de niños que revolotean al lado del balón se pasea un señor vestido con diferentes colores a los de los equipos, dispuesto a sancionar todas las infracciones que se cometan. Eso no ocurre en el patio de la escuela. Allí nadie cuida el reglamento. Se juega hasta que suene la chicharra que da por terminado el recreo. No existen los penales, con trabajos las faltas. Si me agarran dentro del área, yo sigo hasta donde me reviente la playera o el suéter o se me acaben las fuerzas, porque nadie me garantiza que el equipo rival me vaya a conceder el privilegio de tirar un penal. Pero en el futbol, como en muchos otros aspectos de la vida, el niño, al dejar de ser niño, se malea. Su mentalidad inocente y libre de engaño se pervierte y las consecuencias son evidentes.
Sin duda esto tiene un fondo no detectado, si recordamos son varios jugadores que en su momento se han quejado del central felino, entre ellos Francisco Rodríguez el “Maza”.
Entonces, ¿a dónde se dirige el futbol mexicano, si hay jugadores tipo Marco el ‘Pikolín’ Palacios, que se la pasan agarrando por el cuello y son un dolor de huevos para el rival durante todo el partido?, ¿quién castigará a jugadores como este que incitan, impulsan, instigan, animan, convencen, estimulan, excitan, exhortan e inculcan broncas o conatos de pelea dentro de la cancha en un partido de futbol?, ¿le conviene al futbol azteca y a la máxima casa de estudios tener jugadores violentos?, ¿acaso los silbantes no se han percatado de las actitudes y artimañas empleadas semana a semana por el defensa central de Pumas u otros de las mismas características?, ¿ninguno de los entrenadores que lo han dirigido le han enseñado sobre disciplina y buenos modales?… ¡entonces hay motivos para preocuparse!
Es importante contar con la ayuda y voluntad de los árbitros, ellos son al final los guardianes de la ética en el futbol.
El futbol mexicano y mundial se enfrenta a una encrucijada, plagado por la violencia de jugadores y aficionados, por tal motivo se necesitan aliados firmes y comprometidos con un verdadero juego limpio dentro del terreno de juego.
El gobierno federal trabaja duro para erradicar la violencia dentro y fuera de los estadios, pero a la Femexfut y a todos sus agremiados, incluyendo dueños y directivos, les corresponde extirpar la acometividad y tirantez dentro del terreno de juego. Las principales beneficiarias de esta medida serían las propias reglas del juego.