TONALTEPETL

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Por: Gustavo L. Solórzano.

La ciudad está desierta por las tardes, la noche es fría a pesar del calor matutino, el clima ha sido modificado por los abusos de aquellos que viven en el planeta que era azul. La violencia, la amenaza de guerra siguen mermando la vida. Los superhéroes se refugiaron en los comics y el Chapulín Colorado ha muerto; el covid está perdiendo la batalla en los medios, pocos hablan de él, solo algunos sensacionalistas se esmeran en seguir difundiendo el miedo.  ¿Ahora quién podrá defendernos?

Muchas personas siguen lavando el frente de sus casas con el chorro de la manguera y luego se quejan cuando no tienen agua para las necesidades básicas. El tren es imparable y aun cuando es necesario que lo haga, la ausencia del silbato no exime a los transeúntes y automovilistas de detenerse ante el paso del gran caballo de acero. Somos como adultos, responsables de nuestros actos y sus consecuencias.

La poda de árboles sigue sin detenerse, pues algunas personas prefieren evitar la barrida de la hojarasca, qué disfrutar la sombra que amortigua el calor de manera natural bajo la fronda. No es el mundo el que está loco, son aquellos inconscientes que viven para sí mismos y dejaron de pensar en un bien común.

La basura inunda algunas calles y esquinas, las grietas y pozos de las calles son un riesgo y generan pérdida para quienes las recorren.  Algunos segmentos de las redes sociales, se convirtieron en el basurero emocional de los cibernautas hartos de lo mismo; el claxon es usado de manera indiscriminada e inútil, nadie avanza con el estridente ruido, la ciudad está congestionada.

El sentido de pertenencia es el pan nuestro de cada día, hemos olvidado que estamos aquí de paso. Nada nos pertenece, ni nuestros padres, ni amigos, ni parejas. Todos formamos parte del engranaje de la naturaleza. Es necesario fluir con la vida sin resistirnos a ella; vivir y dejar vivir, si, teniendo en cuenta, claro está, que todos nos necesitamos.

En esta vorágine mundana, algunas personas se sienten fácilmente ofendidas, su minusvalía está a flor de piel. Traen ciclos abiertos y pierden el rumbo, no buscan quien la hizo sino quien la pague. Ligado a lo anterior, la misoginia ha fortalecido a la misandria, generando historias que amenazan con convertirse en el cuento de nunca acabar.

Puede llevarnos tiempo, pero un día todos aprenderemos que no todo es lo que parece ser. Cuanto más vacía es la vida, más pesa. Entender que no importa lo que otros digan de nosotros, cuando no saben nada de nosotros. Darnos cuenta que el amor es un verbo que nunca se casa solo, y que hay que prestar más atención a las personas que insisten en quedarse en nuestras vidas que aquellos que se atreven a entrar y salir. Es tiempo de ir con aquellos que creen, y no se dan por vencidos en creer, que tener un buen corazón siempre será, pero siempre, una cualidad del fuerte.

 

ABUELITAS:

Con la afectación de tres áreas principales, las cuales son lenguaje y comunicación, habilidades sociales y conductas e intereses, el autismo se ha convertido en un área de oportunidad para la psicología, la educación y medicina. Más allá de ello, para quienes cierran los ojos a la ayuda mutua y han caído en la indiferencia ante el dolor ajeno. Es cuánto.