TONALTEPETL

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Por: Gustavo López Solórzano

“Una nación que destruye su suelo se destruye a sí misma. Los bosques son los pulmones de la tierra, purifican el aire y dan fuerza pura a nuestra gente.” – Franklin D. Roosevelt

El 21 del presente se cumple un aniversario más del gran sismo que vivimos los colimenses en el 20003. Fatídica fecha de la que mucho se ha escrito y más es lo que se ha logrado en la cultura de protección civil para beneficio de la ciudadanía. Jalisco y Michoacán (otras entidades también) también se vieron afectados aunque en menor magnitud, por el llamado también terremoto y cuya magnitud real sigue siendo misterio para muchos. Localizado en las costas de Cuyutlán, el hasta cierto punto magnánimo movimiento de la madre tierra, ni imaginar siquiera lo que pudo haber pasado si se presentara en horas escolares y laborales, ahí donde se vivió el maremoto de 1932, el sismo se sintió a las 20 horas con 6 minutos. Los resultados del movimiento telúrico fueron comentados ampliamente y bueno, reitero que hemos aprendido de ello.

Las autoridades estatales y municipales conmemoran el aniversario con simulacros y discursos alusivos que sin duda, son significativos por lo trágico de las consecuencias. Sirvan estas líneas para reiterar mis condolencias a quienes perdieron un familiar y así mismo, expresar mi reconocimiento y gratitud  para quienes participaron desinteresadamente en las labores de apoyo, especialmente para los elementos del Ejército Mexicano y  la Armada de México.

Lamentablemente por estos días Cancún vuelve a ser noticia, tristemente nos enteramos por diferentes medios informativos sobre la sospechosa acción que derivó en la destrucción de un manglar. Lo anterior, para dar paso a la construcción de centros comerciales, viviendas y oficinas; ¿por qué digo sospechosa? Pues porque al parecer existe un generoso arreglo económico de por medio entre autoridades y beneficiados. La rana leopardo, la iguana rayada, el cocodrilo Moreletti y muchas especies de aves, han visto literalmente borrado del mapa de la noche a la mañana, lo que fue su hábitat natural. Testigos presenciales aseguran la devastación se realizó de noche y madrugada bajo fuertes medidas de seguridad policial. Aquí es necesario señalar que ya lo Profepa, con anterioridad había señalado (en 2005) que estaba prohibida cualquier acción que afectara la zona hoy desaparecida. Lamentablemente el pago de cuatro millones de pesos facilitó la situación y hoy se ha cometido un ecocidio en detrimento de la humanidad.

Organismos diversos en pro de la vida ambiental, han pronunciado su rechazo a esta reprobable acción y están solicitando que la obra se detenga, un ejemplo de ello es Greenpeace. Es posible que el manglar se recupere si las obras se suspenden, pues animales, plantas y el ecosistema en general están siendo gravemente vulnerados. Hoy la gente de Tajamar se encuentra en manifestación permanente para evitar que la situación empeore, ojalá que haya cordura, inteligencia y sobre todo, buena voluntad para dar marcha atrás, porque que permiso puede valer más que la vida manifiesta en 57 hectáreas de manglar.

ABUELITAS:

“El manglar provee al ser humano de una gran cantidad de beneficios también llamados servicios ecosistémicos, albergan una gran cantidad de especies que se utilizan para el comercio pesquero, es utilizado como una fuente de energía al servir de leña y además forma una barrera natural contra las inundaciones, por lo que actúa como un muro contra huracanes. También impide la erosión de las zonas costeras, actúa como un filtro natural manteniendo la calidad del agua y es refugio para una gran cantidad de flora y fauna.” Solo se necesita un poco de cordura. Es cuánto.