TIEMPO PERDIDO

0

TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

Recuerdo un texto de Andrés Oppenheimer en el que destaca el gran esfuerzo de países asiáticos cuyos dirigentes se pusieron de acuerdo, tras periodos de grandes crisis en su economía, en su política y en su moral, para modificar su sistema educativo. Al tiempo, el consenso logrado entre los actores más representativos aportó la consecución de los objetivos y metas trazados y hoy varios de ellos son potencia en el área educativa y ejemplo en cuanto a productividad y progreso. Huelga decir que varias naciones de esa región nos han superado en los últimos 30 años casi en todo.

Investigadores mexicanos que estudiaron esos modelos exitosos como Carlos Ornelas, expresaron su envidia de la buena al constatar que en períodos no mayores a los 30 años, se pudo terminar en aquellos países con inercias muy costosas para dar paso a una cultura de recuperación paulatina que se tradujo en incrementos a la productividad, a la baja en la violencia, en empleos mejor pagados, en un desarrollo sostenido o sustentable, como hoy se dice. Dato adicional: las prisiones están casi vacías porque se redimió a los delincuentes o porque el castigo para ellos fue drástico o definitivo (eliminación).

Pero en México seguimos hechos bolas. Todos contra todos. Ataques de unos contra otros por parte de actores políticos que no buscan mejoría en nuestra educación sino el ajuste de cuentas por agravios del pasado y del presente o que se interesan en hacer prevalecer situaciones que benefician el regreso de un sinfín de malos hábitos que dañaron nuestra educación. Medio mundo opina de la reforma educativa sin conocimientos mínimos. Me aterra que un diputado del congreso siguiente escriba “aprovar” por aprobar.

Hace unas semanas, se produjeron dos hechos ligados entre sí que dan pena ajena: el grito de batalla de Elba Esther Gordillo contra quienes ocupan hoy el liderazgo de “su organización” y las diferencias expuestas por el presidente Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador en torno a la reforma educativa.

Como mexicano repruebo la ligereza con que se tratan asuntos tan importantes como los educativos. Dice Openheimer que esos temas, por ser vitales, hay que quitárselos a los políticos para que no hagan más daño. Me late que pocos en el gabinete o en los sindicatos entienden de educación como la entienden los maestros que sí estudian y siguen preparándose o los académicos – científicos de la educación a quienes mucho respeto y que sí saben porque investigan y se dedican íntegramente a esto.

Tiempo perdido es la consecuencia que salta a la vista. Según los ganadores, la reforma peñista faltó al respeto a los maestros ignorándolos y dejando sin participar a los padres de familia. Tiempo de pérdidas incalculables, reitero. No fue fácil implementar la reforma educativa, un dineral se gastó en su implementación y en la pérdida de clases y pagos a maestros que dejaron el aula para protestar en varios estados. El costo es altísimo. Si alguien lo sabe le agradeceré que me lo cuantifique. Gran parte de ese esfuerzo notable irá a la basura.

Vienen cambios entonces en la educación. Que no sean de reversa, por favor. Que sean para bien es nuestro deseo y el de millones de mexicanos que esperan una educación de más calidad y una readecuación del actual modelo económico que tanta miseria provoca y que ve en la educación una puerta de salida muy importante para aspirar a condiciones mejores de vida.

López Obrador trae muchas ganas de introducir cambios que el país necesita, pero ha de tener cuidado en no hacer a un lado lo bueno solo porque lo hizo el gobierno actual. Pero necesita de todos por muy claro que tenga el cambio estructural que México requiere. Ha recorrido el país como mil veces y trae el pulso, nadie le puede platicar acerca de los problemas nacionales pero es fundamental que haga bien las cuentas presupuestales antes que prometer obras o acciones, valorar la fiscalidad y los proyectos a fin de que sean viables financieramente.

México requiere equilibrar el desarrollo de sus regiones, Tiene un norte rico, un occidente que se desarrolla a un ritmo pausado y un sur que necesita inversiones fuertes y darle trabajo y de comer a la gente. Quizás el tren maya ayude al progreso de esta área última.

México tiene fortalezas, debe aprovecharlas; nadie puede inventar un país en seis años.   No se pierda el tiempo en guerrillas entre personajes del poder que solo quieren ajustar cuentas porque tienen un ego descomunal. Son gente pequeña. Con la educación no se juega.