TAREA PÚBLICA

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IPS: DESARROLLO PARA COLIMA

Por: Carlos Orozco Galeana

La campaña electoral en Colima ha subido de tono. Acusaciones hay de todos contra todos, nadie da cuartel. Como se esperaba. Solo el término del plazo fijado por la ley, hará que los contendientes guarden banderas y vuelvan a la normalidad tras la votación del siete de junio. Pesará en el subconsciente colectivo que no se haya aprovechado tiempo y recursos en plasmar mejor la realidad actual y el estado en que se desenvuelve la política, la economía, la cultura, para intentar transformaciones útiles.

Me he ocupado últimamente en comentar aspectos generales de propuestas de campaña del candidato a gobernador Ignacio Peralta, el más aventajado, interesado y formal en comunicar que tiene un proyecto de gobierno y conoce los problemas de Colima y que transmite evidencia acerca de cómo piensa conducir a la sociedad si la votación le favorece.

Toco hoy el punto de la infraestructura como un elemento básico para que los problemas del desarrollo sean atendidos y resueltos. Al hombre de la calle quizá no le diga gran cosa nociones como superestructura, infraestructura, reformas estructurales, etc., por lo que es importante definir el concepto. Por infraestructura definimos el conjunto de elementos o servicios que están considerados como necesarios para que una organización pueda funcionar o bien para que una actividad se desarrolle efectivamente. Es la base material de la sociedad y la que determinará la estructura social, el desarrollo y el cambio social de la misma, incluyéndose en estos niveles las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Cuando cambia la infraestructura, cambia la sociedad en su conjunto, las relaciones de poder, las instituciones, hay armonía, afanes de progresar, familias felices porque hay empleo y oportunidades. Si no hay infraestructura, hay desesperanza, desorden, infelicidad, delincuencia, ignorancia, deterioro de la salud, desarmonía y un sinfín de condiciones que hacen la vida infeliz.

Por ello, Ignacio Peralta ha venido ofreciendo un conjunto de obras que modificarían el entorno y favorecería condiciones mejores. Las ha definido una a una, y ahora solo falta superar el reto de los recursos, hacer en su momento la gestión ejecutiva que le correspondería ya como gobernador, y cumplir la palabra empeñada. Esa confianza de la mayoría ciudadana tendría que reafirmarse el 7 de junio próximo.

Hace falta que Colima crezca a más velocidad, superar lo que hay en infraestructura social y económica, para lo cual se requiere inversiones públicas y la promoción y participación del capital privado en términos de complementación. Hace falta impulsar la educación, dotar de becas a quienes difícilmente estudian o no pueden hacerlo, crear las bases para que todo colimense produzca más y aporte al pib regional. No se olvide que también como estado competimos y que por ello debemos tener una población más calificada, que no esté absorta la parte menos favorecida económicamente en recibir apoyos federales, estatales o municipales para subsistir.

Hemos de educar a nuestra población para que al interior de las familias se hagan las tareas básicas que contribuyan a crear un perfil social que refleje integración, más humanidad, valores morales, calidad de vida, certidumbre y felicidad.

El gobierno ha de hacer su tarea para crear o renovar la infraestructura (carreteras, hospitales, escuelas, logística de puertos, nuevas zonas urbanas, centros deportivos, incremento en los servicios, comunicaciones y telecomunicaciones, planes de vivienda, áreas turísticas, apoyos al campo, laboratorios de agrobiotecnologías, lugares accesibles para discapacitados y personas de la tercera edad, etc.), pero a los ciudadanos toca hacer su parte modelando la sociedad que deseamos con orientaciones correctas a los hijos, que se desfiguran como personas cabales porque como padres nos alejamos de ellos dejándolos a su suerte. Los rezagos no son efecto solo de lo que hacen mal o dejan de hacer los gobiernos, sino también de las resquebrajaduras al interior de las familias.

La infraestructura mejora las condiciones sociales, pero la vida espiritual que se nutre del compromiso y responsabilidad ante los demás, de la congruencia, del respeto entre todos, de la tolerancia y los actos compasivos, es la base de la felicidad. Si queremos una vida feliz, tenemos que ir por esta vía.