TAREA PÚBLICA

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CMV: EJEMPLO A SEGUIR

Por: Carlos Orozco Galeana

El martes de esta semana se cumplieron 25 años de que Carlos de la Madrid inició su mandato como gobernador en medio de una algarabía pocas veces vista en Colima. Había vencido en una reñida contienda interna de su partido, el PRI,  a Socorro Díaz Palacios con una diferencia de cinco mil votos, derrota que la periodista y hoy escritora coquimatlense no pudo soportar pues a partir de ese evento solo tuvo una fugaz participación política y se apartó de ésta.

Parece que fue ayer cuando los colimenses eligieron para gobernarlos a un hombre de bien, honesto, sencillo, alegre y bromista, católico además, un hombre a quien daba gusto encontrarlo y saludarlo por sus buenos principios. Seguro estoy que si se hubiera paseado por las calles de Colima, nadie le habría reclamado acto negativo alguno en su contra, pero prefirió dedicarse a la academia en la Universidad de Colima en la que dirigió el Instituto de investigaciones jurídicas.  No perdió amistades como otros las dilapidaron  al dejar el cargo.

En su mandato  enfrentó una enfermedad  durísima de la que salió airoso y  tuvo que retirarse temporalmente de sus deberes, que retomó de inmediato cuando se recuperó. Al salir de su encargo de gobernador, se mantuvo activo en la U de C.  17 años más.

Carlos de la Madrid respetó su investidura de gobernador. Nada de hacer triquiñuelas en el gobierno o permitirlas. De su padre  aprendió a ser un hombre íntegro. Esos valores que lactó los llevó a la práctica de gobierno.

Es decir, Carlos de la Madrid dejó huella porque respetó a los colimenses con su proceder honrado. Le tocó una época de vacas flacas luego de que Colima había vivido una etapa de auge durante el gobierno de Miguel de la Madrid con el famoso Plan Colima. Sin embargo, supo sortear los obstáculos y cuidó la administración para que los funcionarios no tuvieran la tentación de hacer cosas indebidas. Yo, que fui su colaborador cercano nueve años, puedo asegurar que el Licenciado de la Madrid no soportaba la corrupción. Actuaba contra ella y contra quien fuera y además ponía el ejemplo con su vida sencilla.

Ese ejemplo de probidad como gobernante contrasta hoy con la delincuencia organizada que actúa con absoluta impunidad en varios estados del país de  la mano del gobernador en turno. Los saqueadores, es evidente,  se olvidaron de su prójimo y se sirvieron a si mismos. No les importó  traicionar sus ideales ni a su comunidad. Prefirieron el dinero fácil, pero manchado por satanás.

México, ejemplo de corrupción e impunidad en el mundo,  carece de un proyecto político que sustituya al actual, que tanta injusticia y tantas desgracias genera además. Carece, sobre todo, de una estructura que mire a la ética, de un impulso generoso que  otorgue al servicio a los demás, desde el ejercicio  político,  la calidad que necesita. Esto se perdió desde hace varias décadas, cuando a muchos políticos les comenzó a dar urticaria por ser pobres, de ahí la famosa frase que revistió a los que se dedicaban a ella: político pobre, pobre político. Ahí empezó la rapiña a  gran escala.

Está máxima se convirtió, en efecto,  en credo para la clase política. Como que ser pobre, servidor público auténtico, era y es una vergüenza.  Además, estorbaban y estorban. Hoy mismo, el funcionario que no “jala”, comienza a apestar hasta que es corrido o relevado del cargo.

Carlos de la Madrid resulta, pues,  un ejemplo para los gobernantes de todo México, a la par que el expresidente uruguayo  José Mujica, porque ambos sirvieron a los suyos  con decoro.

Lo dije en otra ocasión y lo reitero: ¿Por qué no elevamos a este colimense, mediante una efigie,  a la jerarquía de ser reconocido como un hombre honesto que sirvió a Colima con generosidad sin servirse a sí mismo?   A sus 25 años de haber sido gobernador, es más conveniente.