TAREA PÚBLICA

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FLOR DE LA TRANSA

Por: Carlos Orozco Galeana

Los últimos tiempos han traído a nuestra sociedad la proliferación de formas y modos diversos de hacer dinero fácil. Hay mil ingenierías de la gente para llegar a los grandes botines, como esa que es muy famosa pero fácilmente detectable de depositar dinero sucio, mal habido, en bancos de países extranjeros. En busca del dinero, el hombre  se despedaza emocionalmente todos los días, como si la vida se circunscribiera a esa exploración.

El hombre hace lo imposible por atesorar riquezas pues quiere llevar una vida  de mil satisfacciones sin hacer un gran esfuerzo. Más o menos como la mayoría de políticos que dicen servir pero se sirven ellos mimos convirtiéndose de la noche a la mañana en millonarios, o en “hombres de negocios”.  Tenemos  también el ejemplo  de los banqueros, que muy suavemente  quitan en forma fácil  el dinero a otros con la complicidad de la ley.

Efectivamente, muchos andan  queriéndose enriquecer fácilmente  a costa de los demás y son  capaces de hacer cualquier cosa para lograr sus propósitos. Apesta su cinismo. Las cárceles están atascadas de personas que sorprendieron a otras que quizás les habían depositado su confianza. Igualmente, hay los que abusan de sus trabajadores, a los que escamotean lo fundamental: un salario digno y prestaciones de ley.

En tal frenesí,   apareció un modo de joder a incautos mediante  la cooperación colectiva a favor primariamente de quien toma la iniciativa y pide contribución económica a dos personas que, después, invitarán a otras dos a que hagan lo mismo. Se llama “flor de la abundancia”, yo le llamaría flor de la infamia, en tanto procura que unos cuantos sí ganen a costa de otros que están abajo   y muy abajo de la de cadena. Estos solo verán que los de más arriba sí ganaron en tanto ellos perdieron.

Esa “flor de la abundancia” es ilegal, por supuesto, pero eso no les importa a sus promotores ávidos de dinero. No les afecta violar la ley ni quitar a otros lo suyo. Y créanme que  he visto gente  haciendo promoción descarada de este robo disimulado. Y me pregunto: ¿pues  qué les pasa? Sirven al césar del dinero y no a Dios, están cegados por obtener algo injustamente, que no les pertenece; ignoran que ese dinero le faltará al que sufre la pérdida. Quienes la promueven y ganan  saben que están haciendo mal y lo siguen haciendo. ¿Qué les pasa, eh? ¿No sienten nada ante la mirada de sus congéneres  que los consideran abusivos, engañabobos y que más tarde les reclamarán su conducta criminal?

Las autoridades han dicho por ahí que esa dichosa flor de la abundancia es ilegal y advierte a los posibles interesados  que se abstengan de participar, pero a muchos tal recomendación les entra por un oído  y les sale por el otro ante la posibilidad de ganar dinero fácil.

Reflexiónese pues en que el dinero ha de ganarse con esfuerzo diario, con trabajo constante y perseverante, no robando a los demás. No hay lámparas de Aladino que se le aparezcan a uno – la dichosa flor – y que de ellas salga un genio que te dará lo que desees. No. Hay que ganar la vida con el sudor de nuestra frente en absoluta dignidad.

No ansiemos lo que otros tienen, cada quien tiene lo suyo para cubrir sus necesidades. Los creyentes sabemos que a Dios no se le pasa nada y que como es tan generoso, nos da hasta de más.  Si alguno de mis  lectores   sabe de alguien  que ande sorprendiendo a otros con esa supuesta “flor de la abundancia”, que es en realidad flor de la tranza,  que lo reporte a las autoridades. Ya sabrán estas qué hacer.

Quien presuma de buena fe, de ser gente de bien, absténgase en seguirle el juego a quienes pretenda dañar la economía de otros. No hagáis a otros lo que no quieras que te hagan a ti, ha de ser el pensamiento fundamental para ubicarnos cada quien en la ruta de la moralidad.