SEMBLANZA DE UN CRIMINAL

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Por José Díaz Madrigal

En Guadalajara existe una importante calle que corre de norte a sur, conocida como Avenida 8 de Julio. El nombre tiene que ver, con la fecha de entrada del ejército del noroeste, comandando por Álvaro Obregón en 1914 cuando peleaban contra las fuerzas del usurpador Victoriano Huerta, asesino de Madero y Pino Suárez; hechos ocurridos un año antes.Obregón entró por el sur de la ciudad y no por el poniente como era de esperarse, debido a la estrategia militar de rodear la urbe, llegó precisamente por esa arteria que había llevado el nombre de Mariano Bárcenas, transformándose poco después en Avenida 8 de Julio.Dentro del contingente que iba a caballo rumbo al centro de la Perla Tapatía, cabalgaba a lado de Obregón un exgobernador de Colima: J Trinidad Alamillo, que por los años que había vivido en Guadalajara, era un personaje conocido y popular. Mientras avanzaba aquella columna de soldados encabezada por el sonorense, la gente al ver a don Trini le aplaudía más que a Obregón; ese detalle hirió la soberbia y vanidad del jefe norteño que cuando llegaron al cuartel Colorado, de inmediato ordenó el encarcelamiento de Alamillo; por el delito de robarle cámara.Una vez asegurada la capital de Jalisco, el siguiente paso era arrebatar Colima a los huertistas. Salieron en trenes militares hacia ésta ciudad, al llegar a la estación de Tuxpan, Obregón tuvo conocimiento que se iban a dinamitar los puentes de la vía del tren de Atenquique que cruzan el río Naranjo. Para evitar ese peligro desde Tuxpan dio indicaciones de marchar a Colima en bestias, haciendo una jornada sin contratiempos, pernoctando en Tonila.En Colima entretanto, se sabía de la proximidad de los revolucionarios. De manera sensata el general Jaramillo que quedó a cargo de las fuerzas federales, después que su comandante y gobernador de facto Antonio Delgadillo, huyó para Michoacán; envió una comisión de gente notable de aquella época, entre ellos estaban el ingeniero Ignacio Gamiochipi; próspero agricultor dueño de la hacienda El Alpuyeque, don Salvador Ochoa; propietario de Buena Vista y el doctor Gerardo Hurtado Suárez; futuro gobernador de Colima.La encomienda era entrevistarse con Obregón, con el propósito de informarle que la plaza se rendía, sin haber ninguna necesidad de derramar sangre inútilmente; puesto que ya había llegado la noticia que Victoriano Huerta había renunciado al cargo de presidente de la República, saliendo al extranjero; así que no existía comandante supremo que sostener.Los enviados se encontraron con Obregón en El Cóbano, escuchó la propuesta de los encargados de la pacífica misión y aceptó el ofrecimiento que le llevaron. Dio instrucciones al coronel Jacinto Cortina, que avanzara con parte de la tropa y que se limitara a hacerse cargo de la ciudad y de las armas de los jefes, oficiales y soldados; haciendo énfasis de respetar la vida de todos ellos.El caudillo norteño, arribó a Colima el 19 de Julio de 1914; el martes pasado se cumplieron 108 años de ese acontecimiento. Era Domingo, el pueblo de Colima que prácticamente se había mantenido al margen de las grandes batallas de otras partes del país; estaba expectante, tal vez un poco confiados por la forma tranquila en que se entregó la ciudad a los revolucionarios.Obregón era un tipo frío, mentiroso y rajón. No cumplió su palabra, traidor y asesino como Victoriano Huerta que mató a Madero y él (Obregón) más tarde mató a Carranza; su comportamiento criminal en Colima, no iba a ser la excepción. Ese fatídico Domingo, cambió de parecer, mandó asesinar a 300 hombres indefensos que habían entregado las armas ya que de ese modo se había pactado la rendición; además en ese grupo se encontraban también, civiles que colaboraron en el gobierno anterior.A finales de ese año de 1914, Carranza mandó como gobernador de Colima al zacatecano Juan José Ríos; éste mandatario tuvo las riendas del estado hasta 1917. Fue él quien hizo el cambio de nombre de las calles del Colima de aquel entonces, mismos que se conservan en el primer cuadro de la ciudad hasta ahora. Sin embargo no existe ninguna calle que se llame 19 de Julio. Quizá el olfato político de Ríos, le advirtió que no tenía caso lastimar la sensibilidad de las familias de Colima, con esa funesta fecha, en que Obregón criminal, se ensañó en una matanza con personas indefensas.