NO RENUNCIARÉ, NO HE HECHO NADA INDEBIDO: ROSARIO ROBLES

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    Fueron casi cinco horas de comparecencia. Rosario Robles recibió 15 preguntas, pero también al menos 40 calificativos negativos y expresiones que la descalificaron en diversas ocasiones como la secretaria de Desarrollo Social del gobierno de Enrique Peña Nieto.

    Los senadores del PAN y el PRD hicieron un frente común. Todos Unidos contra Rosario. Y en ese bloque que empuja orillar al presidente Peña Nieto a despedirla, decidieron cerrar la jornada con la polémica lectura de un presunto acuerdo de la Comisión de Desarrollo Social, leído por su presidenta, la perredista Lorena Cuéllar, para que el Senado forme una comisión que la investigue y pida su renuncia.

    Entonces estalló el enojo de los priistas, que una y otra vez respaldaron a Rosario Robles.

    Casi al arranque, la presidenta de la Comisión de Gobernación, Cristina Díaz, estalló y con gritos pidió a la panista Adriana Dávila que respetara el tiempo y concluyera su participación. La panista subió más la voz, la priista hizo lo mismo. Pero al final de la comparecencia la lectura de Lorena Cuéllar generó gritos de las priistas Diva Gastélum, Hilda Flores, la petista Laura Itzel Castillo y Omar Fayad, para reclamar que no era un acuerdo de las comisiones.

    Unos momentos antes la cólera ya se había mostrado en un enfrentamiento verbal entre las panistas y las priistas.

    Adriana Dávila leía la conclusión del PAN, para expresar que “por sus planteamientos retóricos y demagógicos, el grupo parlamentario del PAN la desconocemos como interlocutora y esperamos que el Presidente reflexione sobre mantenerla en su cargo”.

    “¿Y el marido?”, soltaron las priistas una y otra vez.

    Se referían a Ricardo García Sánchez, esposo de Adriana Dávila, ex delegado de Oportunidades, quien tiene una denuncia en su contra.

    Francisco Domínguez, del PAN, tomó la palabra para denunciar “la falta de respeto de las senadoras del PRI; que pidan la palabra y abrimos el debate nuevamente, o que callen por favor”.

    “Misógino”, soltó una de las priistas

    “¡No me avergüenza que mi marido haya sido delegado de Oportunidades, como muchos de ustedes aquí han sido titulares (…) no tiene una sola denuncia”, lanzó Adriana Dávila.

    “¿Nooooooo?”, gritaron las priistas.

    “Bueno, sí tiene una denuncia por dar un cargo… pero no por uso de programa alguno. Esa es la diferencia entre ustedes y nosotros, la doble moral”, admitió.

    Adriana Dávila también mostró un documento, cuya carátula tiene la identificación oficial de la Sedesol, pero que el resto carece de identificación oficial, y en el cual se muestra un cálculo electoral de la secretaría en cuatro programas sociales.

    Y en medio de estas diferencias, Rosario Robles recibía una serie de golpes verbales que le dieron sus antiguos camaradas de la izquierda: Manuel Camacho, otrora uno de los hombres más cercanos al ex presidente Carlos Salinas, le recomendó que no tenga miedo de hablarle a Enrique Peña con la verdad.

    Pero también Alejandro Encinas, su ex colaborador cuando ella fue jefa de Gobierno del DF, le propinó una serie de críticas, sin expresar descalificación alguna. Ella insistió una y otra vez en que no hay juego electoral en los programas sociales.

    Comentó que nada impide que los delegados de Sedesol sean militantes partidistas; de hecho, el ciento por ciento de quienes salieron con el gobierno anterior eran panistas.

    “Yo no tengo por qué renunciar, porque yo no he hecho nada indebido. No he hecho nada. Ni estoy en esos videos ni estoy en esos audios, ni estoy involucrada en absoluto. Y yo, al contrario, hice talleres de blindaje electoral, les mandamos los oficios a los funcionarios y les dije a los delegados que eran funcionarios del gobierno federal y que tenían un solo jefe que se llama Presidente de la República”, explicó.

    Añadió, en el caso de Veracruz, que fue el motivo de la comparecencia, que a diferencia de lo que ocurría antes, porque siempre ha habido centenares de denuncias, esta vez se despidieron a los involucrados.