LUCHA DE PODER

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

Diferencias notables entre dos fuerzas político económicas representadas por Amlo y distintos dirigentes y organismos empresariales, mantuvieron en vilo la opinión pública, aliviadas por acuerdos posibles en torno al AICM que sería concesionado de ganar Morena la presidencia del país. El conflicto trajo con los pelos de punta a personajes poderosos del mundo empresarial mexicano, que solo quieren oír que podrán seguir haciendo negocios gane quien gane y que el mundo siga rodando. Y claro, proseguir con la construcción del AICM.

Diversos empresarios se han sentido agredidos por AMLO porque los ha señalado como beneficiarios del poder y a quienes ha dicho posteriormente a sus declaraciones que en su presidencia seguirán haciendo negocios, los que deseen, pero lícitos. En buen romance, quiso decir que ahora algunas transacciones suyas no lo son, lo cual ha enojado a las cúpulas fabriles que le enviaron un atento recado en modo desplegado en los principales diarios del país, diciéndole que ellos no son lo que él piensa que son, que sí son nacionalistas, trabajadores, creadores de empleo, partidarios de la ley y la democracia, etc.

Amlo, líder en las encuestas aún, ha lastimado de algún modo a una fracción empresarial, pero él dice que todo es parte de la lucha política y que no se negará al diálogo con nadie una vez que gane la elección. Pero por lo visto, no ha bastado su ofrecimiento de “amor y paz”.

Buen número de empresarios no son moneditas de oro; exceden los que deambulan hábilmente por las antesalas del poder para hacer negocios a lo grande, dando comisiones, los famosos moches y, en no pocas ocasiones, haciendo socios a funcionarios gubernamentales que terminan siendo igual que ellos: negociantes. Todo México sabe hoy que muchos operadores de los grupos de poder económico no están en las empresas sino despachando en el sector público. Como en Pemex, por ejemplo. El saqueo no fuera tal si los malandrines, disfrazados de empresarios, no contaran con socios en el ámbito oficial.

Es obvio que requerimos en el país a gente emprendedora, que cree empleos e invierta para aumentar la prosperidad, no a charlatanes y grilleros que, como dije, se dedican a coyotear obras en la administración pública para ganar contratos sin licitación de por medio. Esos vende patrias no gobiernan, son mercaderes del poder a los que solo les mueve el afán de la acumulación patrimonial en beneficio propio y de sus cómplices.

Ciertamente, como dicen los empresarios enojados con Amlo, ellos crean empleos, pero hay que ver el otro lado de la moneda: qué tal pagan, eh? ¿Reparten utilidades conforme a la ley? Lo que ganan lo reinvierten o se lo llevan al exterior, a paraísos fiscales, donde no detecten sus haberes? ¿Manejan honestamente el ahorro nacional, las afores?

No dudo que haya empresarios nacionalistas responsables, humanistas, pero también que los hay explotadores al por mayor que ni siquiera inscriben a sus trabajadores en el Imss condenándolos a una vida sin futuro para costearse lo mínimo indispensable.

Mientras tanto, la corrupción sigue siendo un  lastre por los enormes costos económicos, políticos y sociales que ocasiona en los países que la padecen como un hábito cotidiano, como una práctica “normal” o “natural” en las transacciones de la vida diaria, de los negocios y del trato con los servidores públicos.

Si se presume corrupción en las obras del nuevo AICM, que se investigue a fondo pero que no se cancele una gran obra para el desarrollo nacional, principalmente para el turismo y los negocios. Tengo para mí que esto es lo que ocurrirá. Amlo, si gana, terminará sentándose y abrazándose con los inversionistas del AICM porque no conviene al país el enfrentamiento a altos costos entre fuerzas económicas y gobiernos. Ya lo verán.