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EN ESTE PUEBLO NO HAY LADRONES

Por: Noé Guerra Pimentel

EL CUENTO Y LA PELÍCULA. Clásica de la filmografía del Alberto “el Güero Isaac”, que con locación en nuestro Comala, fue realizada con actuaciones de Rulfo, Monsivais, Buñuel, Arau y Gabriel García Marquez, entre otros; pieza original de este último que habla de una joven pareja, Dámaso y Ana, que viven las penurias económicas del inicio de su relación con la dificultad del embarazo. Desesperado, una noche él se ausenta regresando al amanecer con 3 bolas de billar que había robado. A otro día, enterada del hecho, ella, salió a la plaza y, como debía ser, el robo era el tema, todo mundo hablaba de eso bajo el supuesto de que el culpable era un “forastero”. Ana regresó reclamando lo que se decía, pues según también robaron 200 pesos y no 25 centavos como él le había dicho. Esa noche Dámaso fue al cine, comenzaba la película cuando de súbito entró la policía y apresó a un individuo pretendiendo que era el ladrón, Dámaso se asustó pero se contuvo, al término regreso a su casa, cuando llegó, Ana sabía lo ocurrido, por lo que decidieron enterrar el delito bajo la cama. El presunto “ladrón” fue juzgado y sentenciado, el pueblo reunido en el puerto vio como el “criminal” atado de pies y manos a un tambo y sin defensa posible, era llevado sobre el techo de una lancha, su suerte estaba echada.

Después del “espectáculo” Dámaso fue al billar, la culpa lo acusaba, tratando de “limpiarse” se acomedía ayudando; por semanas y meses regresaba a su casa por la madrugada evitando a su mujer hasta que una madrugada se atrevió y platicó con ella su intención de regresar las bolas pero no sabía cómo, a lo que Ana se opuso. En un arranque desenterró el “botín”, ella, midiendo las consecuencias intentó detenerlo pero él la sometió para aquella noche dirigirse hasta el billar, entró, pero fue sorprendido por el dueño del lugar, que armado estaba vigilando, fue entonces cuando éste dedujo lo sucedido y pistola en mano llevó al culpable a la cárcel de aquel pueblo donde hasta entonces no había ladrones.

EL TEMA ES EL ABUSO DE LOS DIPUTADOS, NO LAS CAPUCHAS DE LOS DESCONOCIDOS. Luego de que este sábado 13 de agosto se realizara la segunda marcha convocada por ciudadanos, después de la que por lluvia la primera se frustró el sábado 6 y de las dos manifestaciones en el Congreso del Estado, la del 4 y la del 7, el tema de los “temibles encapuchados” que por cierto ya no han vuelto a “dar la cara”, el distractor que han tratado de meter los interesados y evidentes cómplices de los depredadores del erario a la agenda pública es el de saber la identidad de los presuntos encapuchados y luego han ido más allá con sus palos de ciego tras la pista del presunto “autor intelectual” de la “criminal” intrepidez que para esos vino a alarmar y, con el morbo implícito, alterar sus buenas conciencias sin poder reparar mucho menos entender el efecto ejemplarmente mediático de dicha jugada que indiscutiblemente vino a reposicionar un tema que hasta ese 2 de agosto ya estaba en el olvido, el de los ingresos de los diputados de Colima, los que desde mayo de este año, peso contra peso ¡Más cobran a nivel nacional!

Que un exgobernador, que un empresario, que un remedo de diputado (hipótesis, esta última, imposible ¡Por favor! ¡Si al mentiroso ese apenas lo sigue su sombra!) y ¡Vaya! hasta yo, sí, yo Noé Guerra, también aparezco entre los presuntos “sospechosos” de estar tras los encapuchados con toda una oscura novela de la que por supuesto me estoy riendo, entretenido tanto por la estupidez de un huérfano zafio jalisquillo arrejuntado en Colima, como con la retrógrada y arcaica forma de algunos para hacer periodismo por repetición, actuando sujetos al rumor de contragolpe, al chisme tendencioso, a la infame elucubración, y a la dolosa presunción para redactar estériles notas amarillas que con una absoluta falta de respeto al lector solo sostienen con la precaria especulación; sin menoscabo de los viperinos argüendes y fantasías cafeteras de otros, que arropados con el ocio y la desfachatez, irresponsables acusan y arbitrarios juzgan cual medieval inquisición, buscando sancionar a partir de prejuicios, complejos de clase, recelos personales, frustraciones intelectuales e innegables intereses.

A ver si con la marcha del sábado, de esa gente, todos adultos que sin más bandera que su reclamo y que como se aprecia, nadie acarreó ni patrocinó, ya se les van despejando las dudas (e infundados temores) y realmente se comprometen o, por lo menos, callados se suman dejando de subestimar a los ciudadanos que sí se comprometen con un mejor futuro, a esos colimenses que han demostrado que sí quieren a Colima y que de manera legal y pacífica, con inteligencia buscan que las cosas cambien, con ese pueblo vivo, informado y crítico que con mucho merece la solidaridad y el respeto de todos en vez de insistir en descalificarlos desde el cómodo anonimato y la patente de una malentendida y hasta pervertida libertad de expresión que muchos confunden para menospreciarlos en su capacidad de organización y de efectiva acción.