LAS MAFIAS, CONTRA MÉXICO

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

El papa Francisco afirmó el 22 de febrero en el Vaticano,  que “el dinero de los negocios sucios y de los delitos mafiosos es dinero ensangrentado y produce un poder maligno. Las organizaciones mafiosas,  aseguró,  surgen gracias a “las carencias económicas, sociales y políticas” porque “encuentran un terreno fértil para realizar sus proyectos deplorables”. Las asociaciones criminales  son responsables de la violencia y de la explotación manchada de sangre humana”.  

“La sociedad tiene necesidad de ser resanada de la corrupción, de las extorsiones, del tráfico ilícito de estupefacientes y de armas, de la trata de seres humanos, entre los que hay muchos niños, reducidos a esclavitud”. “Son auténticas plagas sociales –prosiguió–, y, al mismo tiempo, desafíos globales que la colectividad internacional está llamada a afrontar con determinación”. Precisó que es necesario “aumentar las actividades de tutela de las víctimas, dándoles asistencia legal y social para estos hermanos nuestros en busca de paz y de un futuro”. La mafia es fundamentalmente la expresión “de una cultura de muerte” que hay que combatir. “Se opone radicalmente a la fe y al Evangelio, que son siempre la vida”, dijo en el discurso. “

Por desgracia, las mafias de todo género abundan en el mundo, son enemigas de la paz, corrompen aquí y allá, amenazan y matan a inocentes para alcanzar sus fines aviesos y no son pocos los gobiernos que están en consonancia con ellas por miedo o interés o de plano no les importa la situación de los débiles. Como tienen mucho poder, reparten dinero con la advertencia de que o se coopera o se sufren consecuencias funestas para quienes se atrevan a ponerse  en su camino.

Claro, el dinero que acumulan huele a muerte, como dice el papa, pero qué importa dirán  esas mafias que viven en la falta de amor total al prójimo; ellas  ven normal el daño que causan a mujeres, ancianos o niños, que son mercancía para ellas. Son gente inconsciente del daño que causan.

Esto hace urgente una auténtica conversión en el pensamiento y en la acción de quienes ejercen el poder en los pueblos, para que procuren el bienestar y la paz, que para eso se constituye una sociedad en gobierno. Aplicar las leyes es el antídoto ideal para la protección de las sociedades, que han de ser gobernadas por gente de bien ( este es el problema, la carencia principal).

Que se entienda eso porque hay un malestar desenfrenado en muchas partes, lo  que puede conducir a situaciones de violencia. Incluso hasta en USA, cientos de miles de  mujeres y otros tantos conglomerados  en el mundo, no se cansan de protestar contra un presidente que no está a la altura de la gobernación de una sociedad que se presume democrática,  se inspira dizque en la Biblia pero dice que nadie como él para construir muros.

Que se combata a las mafias con todo el rigor de la ley en todos los lugares donde causen daño. Donde hay  hombres que desean el poder para beneficio de sí mismos o de grupos que se constituyen en mafias; a donde  hay asociaciones delictuosas que se ponen contra las mismas sociedades a las que se dice servir, ha de llegar el brazo fuerte de la ley para poner a cada quien en el lugar que le corresponda si queremos una sociedad limpia de lacras.   Por cierto, en este tema, el presidente López Obrador está quedando a deber pues hay muchos malandrines del peñato gozando lo robado.

Si hay criminalidad en las élites y no se combaten, por supuesto, es porque todas comparten intereses que no se atreven a alterar. Si México ha de salir del hoyo de la corrupción, algo que nos está dañando muchísimo, no ha de ser de la mano de los gobiernos sino de la propia sociedad que, con su empuje, ha de poner un alto al saqueo de recursos que se hace en  los gobiernos mediante el otorgamiento de contratos  y moches que favorecen a algunos y encarecen de paso las obras sociales a tal grado  que solo se aprovecha en obras, de cada peso captado vía impuestos, 47 centavos!

Por último, es evidente que las organizaciones mafiosas  se aprovechan de las debilidades de un sistema social, como es la pobreza, la falta de educación y de empleo, lo que afecta la generación de una ciudadanía cabal, comprometida.