LA PESTILENCIA QUE INVADIÓ A MÉXICO

0

Por: José Díaz Madrigal

En mala hora llegó para el pueblo de México, la pestilencia infecciosa; que se desplaza invisible en la penumbra y, recorre las calles y avenidas a plena luz del día. Ya se sabía de su comportamiento, puesto que se originó primero en China y atacó luego a otros países; pero de todos modos poco o nada se hizo aquí en nuestro país, para evitar que sucediera el contagio masivo que se ha desatado por toda la república.

Las políticas de medicina preventiva a nivel nacional, habían sido bastante aceptables en otras ocasiones; con problemas más o menos parecidos al de la actualidad. La medicina preventiva, esta vez no se aplicó y, no se aplicaron por varios motivos, de los cuales hay que destacar los siguientes: negligencia, descuido y soberbia. López Obrador en su irresponsable ineptitud, hizo caso omiso al inicio de la pandemia, de los consejos que le hicieron los expertos en estos temas.

Tan solo saquemos de la memoria aquéllas declaraciones que dio por el mes de marzo, en una fonda allá en el Estado de Oaxaca; donde dijo a través de un video que él mismo compartió en su cuenta de Facebook, en el que invita a todos los mexicanos a no dejar de salir, en que abundó “se pueden abrazar, y si tienen posibilidades económicas, sigan llevando a la familia a comer a los restaurantes, a las fondas; agregando más adelante, hay que hacer vida normal”

Todo lo anterior, contrario a las recomendaciones que organismos internacionales y a la propia Secretaría de Salud, habían dado en el sentido de aislarse y tomar distancia, para evitar la propagación del Covid-19. En esos días, 23 de marzo, ya estaban confirmados más de 300 casos en el país y, precisamente uno de esos casos, ya de contagio local; que era el primero de esta índole ya que todos los demás habían llegado de fuera, siendo este primero que se encontraba en el mismo lugar que estaba el presidente, Oaxaca. A pesar de eso el mandatario soltó arrogantemente “Los mexicanos por nuestra cultura, somos resistentes a todas las calamidades y en esta ocasión, vamos a salir adelante”.

Claro que vamos a salir adelante pero, debido a su incapacidad de líder preventivo o previsor; que piensa, actúa y se prepara con antelación para eludir un escenario que se veía venir; que sin embargo por su perversa soberbia, vamos a tener un costo muy alto en vidas humanas que a la fecha van más de 13,500 muertes.

Todo esto sumado a su torpeza como presidente, dando como resultado un daño en la salud y en lo económico muy grande para la nación.

Según los pronósticos de un par de instituciones estadounidenses y, de acuerdo a la experiencia propia, los próximos meses, desde este junio en que estamos, hasta septiembre, se van a disparar los casos de contagio de Covid-19. Que en cierto momento pudiera ser que no se despegaría, con las llamadas gripes estacionales que también son virales; a partir de octubre. Esperemos que estos pronósticos sean atenuados, y no afecte con la virulencia que se ha estado viendo.

Antes del 23 de marzo, en su gira por el Estado de Oaxaca cuando recomendó: abracense, no pasa nada. Ya había tenido varios requerimientos judiciales para que no se descuidara por parte de su administración, los cuidados necesarios a nivel nacional para evitar contagios. Esto asuntos jurídicos, son en él – el presidente – una rutina en pasar por encima de la Constitución e ignorar cualquier exigencia de un juez o magistrado; lo suyo, lo suyo es el exhibicionismo cotidiano, la falacia constante cargada con argumentos falsos, que dan la apariencia de verdaderos y, de ese modo siempre tener engatusados a sus seguidores.

En vez de postergar los planes de sus cacareadas obras de el sureste que no urgen, puesto que lo urgente está en atender la pandemia que se está desbordando. No tiene la sensibilidad, para reubicar los recursos financieros a lo verdaderamente urgente.

Es un verdadero crimen, que en los hospitales públicos, donde se atienden a los enfermos de esta peste, que nos llegó con mucho tiempo de aviso, se encuentren sin los equipos adecuados, tanto para pacientes como para el personal médico que atiende estos centros hospitalarios.

Es un delito el que está cometiendo López Obrador, en no atender lo que es realmente importante en la actualidad, respecto a esta pestilencia infecciosa y contagiosa que está matando miles de mexicanos. Aquí en nuestro país se ha superado por muchos miles de muertos a los propios chinos, ya que estos últimos, con medidas responsablemente adecuadas, sin escatimar recursos de ningún tipo, lograron controlar la enfermedad.

El ciudadano común, no estamos metidos francamente en asuntos políticos, sin embargo somos los que resentimos, o de alguna manera somos víctimas de primera línea de las malas decisiones de los políticos.

Quedarse callado como ciudadano común, ante los miles de muertos que ha causado esta pestilencia contagiosa; es en cierta forma un silencio de complicidad con López Obrador, que no hizo – por criminal negligencia – y no ha hecho lo necesario para combatir el azote de esta desgracia, que hostiga cruelmente al pueblo de México.

Tenemos un presidente necio, no apto para el cargo que ostenta ; por su ineptitud han muerto miles de personas en el país. Hace cinco o seis días, el congreso del Estado de Chihuahua, exhortó al congreso federal para destituir a López Obrador; se está convirtiendo en un clamor general en muchos Estados de la República y, muchas personas que votaron por él, ahora lo repudian, es inteligente cambiar de opinión. Que se vaya este presidente, no lo queremos.

“Como anillo al dedo” dijo en una declaración, y con una maldad inaudita abrió de par en par las puertas de México, y entró la pestilencia.