LA LUCHA POR EL AGUA

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana.

Em memoria del gobernador por siempre, Gustavo Vázquez Montes, de quien recuerdo su alta calidad humana y su capacidad de servicio a los demás.

Fuera de la discusión pública, tan solo en espacios académicos o políticos del más alto nivel en el mundo, aparece el tema del agua como un problema global respecto al cual se hacen predicciones escalofriantes puesto que se considera que dentro de algunas décadas las poblaciones serán muy vulnerables si los líderes de los países que deben tomar cartas en este asunto continúan distraídos.

Y es que la privatización y comercialización del líquido, al ser considerado un bien económico, ha convertido a los ciudadanos en clientes. Hay 2,400 millones de personas sin agua en el mundo ( casi una tercera parte del total de habitantes), que son potenciales compradores y se hace más vulnerables a quienes ya lo son.

A esta valoración llegó el relator especial de la ONU, Pedro Arroyo, al intervenir en un foro sobre los derechos humanos de agua potable y saneamiento. ¿ Que pasa en México respecto a este tema ?

Se estima que hay 41 millones de mexicanos sin acceso diario al agua y casi 9 millones que carecen de conexión para lograr este servicio. Son tan deficientes los servicios de agua potable en el país que orillan a la población a consumir 70 mil millones de pesos en agua embotellada de transnacionales que gozan de un mercado cautivo, sostuvo por su parte un académico de la UAM.

Como vender agua embotellada es un gran negocio y la caracteriza un aspecto mercantil y es codiciada por las empresas que buscan apoderarse de ella para sacar adelante sus proyectos privados dejando de lado el carácter de bien común que por mucho tiempo tuvo, e ignorando el carácter divino y cultural, su comercio se ha expandido y las economías de grandes sectores de población se han impactado en forma sobresaliente con el agravante de que el producto embotellado no garantiza su mineralización. Pequeñas empresas en ciudades medias, le hacen si acaso un poco de sombra a las crecientes inversiones privadas que se hacen para el tratamiento del agua, para aprovecharla mejor y para garantizar al menos cierta sanidad al producto que venden.

Pero si todo es miel sobre hojuelas para los grandes empresarios del agua, hay advertencias formales acerca de que más pronto que tarde la humanidad enfrentará problemas graves por efectos del cambio climático. Y van más allá las predicciones: no bastarán presas, trasvases u otras obras hidráulicas para garantizar el agua para la agricultura, y la ganadería e incluso para la minería, para la generación de energía eléctrica y para la extracción de hidrocarburos.

Habla Pedro Arroyo, de la ONU: Hay una crisis global del agua, desgarradora y paradójica. Sumado a la fata de equidad, y la pobreza que están detrás de ella, se encuentra la sustentabilidad de los sistemas acuáticos.

Ante el futuro, han de tomarse soluciones eficaces. El Estado tiene que revisar el tema de las concesiones y sobre concesiones del agua a la iniciativa privada, cuidando el interés público. Ciertamente, cuando existe  una autorización para explotar mantos acuíferos, el país está como atado de manos para remediar de pronto esos acuerdos, pero no sería pérdida de tiempo entablar negociaciones nuevas si existe riesgo de que el país resulte afectado por la sobre explotación del líquido y persista la inequidad en el acceso por parte de sectores pobres y necesitados que son hechos a un lado cuando hay interés de inversionistas en aprovechar para su beneficio un recurso, lo que termina dañando el interés público.

La propia ONU ve por México y aporta el dato de que desde 2013 está pendiente en el Congreso de la Unión la aprobación de la ley general de aguas para garantizar el derecho humano al recurso establecido en la Constitución.

Es conveniente retomar este tema ahora que el gobierno tiene la fuerza en el Congreso y considerar una discusión pública que aporte claridad para una toma de decisiones que más convenga al país.

De esa manera, con la intervención del Estado, con una política revisora, se podría reconfigurar incluso el comercio del agua que se expende embotellada en cientos de miles de establecimientos a precios altísimos. Y con ello, se recuperaría un poco la economía de millones de mexicanos cautivos respecto a la compra de un producto que, como dice la ONU, nos convirtió, de ser dueños del agua, en clientes de   empresarios que no tienen llenadera, condición ésta mencionada por el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando habla del enriquecimiento y falta de amor a México de cierto sector de la clase empresarial mexicana, que solo ve por su santo.

Como recurso vital, el agua debe ser para beneficio íntegro de los mexicanos; tiene que garantizarse el suministro gratuito en todas las regiones sin que importe situación geográfica, tipo de población, cultura, economía.

Nadie tiene derecho a despojarnos de lo que es nuestro no solo por ley sino porque nuestro creador dispuso esa riqueza para quienes habitamos el país y, en un plano extenso, la humanidad.   Toca al congreso federal interesarse en el tema, dar un paso al frente y establecer una nueva legalidad para nuestra nación.