La Constitución frente a las tentaciones del poder

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Por Ángel Durán 

En la estructura de los estados modernos, la Constitución se erige como el soporte esencial de los derechos y libertades ciudadanas. Desde el cierre de la Segunda Guerra Mundial, este documento ha adquirido una relevancia sin parangón, convirtiéndose en un dique contra los excesos de poder y las tragedias humanitarias que la comunidad global se comprometió a evitar a futuro.

Este ensayo pretende, mediante un recuento cronológico, examinar la evolución de los propósitos de las constituciones y argumentar por qué, frente a los reiterados intentos de modificación por parte de aquellos en el poder, es crucial el papel activo de la sociedad en su salvaguarda y preservación.

Objetivos Fundamentales de una Constitución

Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, surgió una profunda meditación global sobre las medidas necesarias para prevenir la reiteración de tales atrocidades. Se optó por la creación o renovación de constituciones nacionales que, más allá de organizar el estado, establecieran un extenso catálogo de derechos para las personas, comprometiendo a los estados a respetar y mantener la vigencia de estos preceptos como custodios de la dignidad humana.

Una Constitución refleja la voluntad colectiva de un pueblo, sus aspiraciones fundamentales y los requisitos esenciales para salvaguardar la dignidad humana. Cuando se altera para satisfacer caprichos de poder y sin consulta popular, se pervierte su propósito original.

Así, la Constitución se convierte en el eje central de la vida política, social y económica de una nación, proveyendo el marco para la legislación, administración de justicia y la acción gubernamental.

La Tentación del Poder

El poder, intrínsecamente embriagador, frecuentemente seduce a quienes lo detentan a modificar las constituciones para asegurar su permanencia o expandir sus prerrogativas. Este impulso, lejos de ser reciente, es tan antiguo como la misma política. No obstante, adquiere una relevancia especial en democracias modernas donde el equilibrio y la división de poderes son cruciales.

La discreción otorgada por el poder, si bien necesaria para gobernar, debe ejercerse dentro de los límites constitucionales, evitando así transgresiones que generen tensiones y conflictos con el mandato popular.

El Rol de la Sociedad

Ante las tentaciones del poder, la sociedad juega un rol determinante. El pueblo, en su calidad de soberano y fuente de legitimidad de la Constitución, tiene el deber de vigilar su cumplimiento y oponerse a cualquier intento de modificación que comprometa los principios democráticos y derechos fundamentales.

La experiencia histórica demuestra que las constituciones que disfrutan del respaldo y protección ciudadana son las más resilientes. Una sociedad informada y comprometida es el mejor contrapeso ante las ambiciones de poder.

La Constitución trasciende ser un mero documento legal; es la manifestación de los valores, principios y sueños de un pueblo, equilibrando los ideales de libertad y justicia con las exigencias de orden y gobernabilidad.

Mecanismos de Defensa Constitucional en México

En naciones como México, se han implementado mecanismos para proteger la Constitución contra violaciones por parte de los gobernantes. Desde el juramento de respeto y cumplimiento por parte de los servidores públicos hasta la realidad de que este compromiso suele reducirse a una mera formalidad sin seguimiento efectivo.

México destaca por sus mecanismos de defensa tanto individual como colectiva de la Constitución, como el juicio de amparo y las controversias constitucionales, que permiten una defensa activa de los preceptos constitucionales ante instancias judiciales.

Hacia un Nuevo Constitucionalismo en el Siglo XXI

El desafío contemporáneo consiste en adaptar el sistema constitucional a las exigencias del siglo XXI, requiriendo una participación social informada y activa en la defensa y reforma de la Constitución, para asegurar que refleje fielmente los valores y aspiraciones de la población.

La tarea de actualizar y preservar la Constitución es imperativa para el desarrollo de una sociedad justa y equitativa, exigiendo el compromiso unánime de la ciudadanía en este empeño vital. La inclusión de nuevas tecnologías y la educación cívica son esenciales en este proceso, facilitando una participación más amplia y un debate enriquecedor sobre las reformas necesarias.

En este siglo de desafíos sin precedentes, nuestra dedicación a la Constitución y a los principios democráticos fundamentará la construcción de un futuro prometedor para todos, subrayando la importancia de una misión conjunta hacia la protección y mejora continua de nuestro marco constitucional.

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