Informe FALCOM

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PARACAÍDAS

Por: Rogelio Guedea.

Pese a que se tiene la impresión de que la pandemia paralizó la actividad académica de las instituciones educativas de todos los niveles del país, esta impresión es errática puesto que esta actividad, en estricto sentido, jamás se detuvo. Desde el primer día de la pandemia, si bien las clases estrictamente presenciales fueron diferidas para evitar una dispersión mayor del Covid-19, las modalidades virtuales de la enseñanza-aprendizaje se activaron inmediatamente para seguir dándole continuidad a las clases. La Universidad de Colima fue, hay que reconocerlo, una institución ejemplar en la implementación de esta modalidad virtual que, poco a poco, fue deviniendo en híbrida de nuevo para retomar mayoritariamente, como ahora que ya la emergencia sanitaria lo ha permitido, su curso presencial, aunque todavía con sus debidas restricciones. Muchas actividades universitarias, pues, han vuelto a una relativa normalidad y esto ha permitido también que el encuentro de maestros y estudiantes retome su curso, dando con ello la impresión de que se empieza a hablar en retrospectiva de un acontecimiento (la pandemia) que vino a trastocar y convulsionar la vida de todos por igual. Una forma, precisamente, de hacer patente el recuento de esta retrospectiva del ingrato año y medio que traemos tras las espaldas es a través de los informes que empiezan a ofrecer las diferentes dependencias de nuestra máxima casa de estudios, entre ellas las facultades. Hace unos pocos días lo hizo así la Facultad de Letras y Comunicación, a través de su directora Ada Aurora Sánchez Peña, quien en un emotivo mensaje (y me refiero también al que precedió en Facebook el anuncio del informe) dio cuenta de todo lo acontecido en el año anterior: el año de la pandemia. Aunque este segundo informe de labores se hizo de manera virtual, y por tal motivo fue muy sintético, la incansable directora de la FALCOM no dejó de dar cuenta de todo lo que se hizo durante el año transcurrido en los rubros propiamente educativos, curriculares, de investigación, extensión, internacionalización y gestión destacando muchas actividades que no sólo llevaron a cabo durante el año pasado los profesores-investigadores (algunos de los cuales fueron reconocidos con premios por su trayectoria profesional) sino también, no menos importante, los estudiantes, involucrados en programas de movilidad virtual, organización de conferencias, concursos, apoyo y contribución social,  etcétera. Como lo señaló la directora Sánchez Peña, no ha sido un año fácil pues la pandemia ha impactado la dinámica natural de las actividades propias de la institución educativa, pero aun así es visible que en el informe de la Facultad de Letras y Comunicación, como seguro sucederá en otros informes, se da constancia de que no hubo un día que no se trabajara en mantener para los estudiantes las mismas oportunidades de que se siguieran formando muy a pesar de la emergencia sanitaria. Ha sido un reto muy grande y por eso es de reconocerse, pues, el trabajo incansable realizado por la directora de la FALCOM y por todo el entusiasta y creativo personal de esta Facultad, valorándolo todavía más en virtud de que lo hecho y emprendido este pasado año fue prácticamente a contracorriente de lo que iba imponiendo un virus que cada día no sorprendía con una embestida nueva. Quizá por eso los informes que se seguirán rindiendo tendrán este valor agregado y no para que se busque consolación en los mismos cuanto para que con ellos se contradiga esa versión de que los maestros del país estuvieron durante todo este tiempo devengando muy a gusto un salario sin hacer prácticamente nada.