CRÓNICA SALINERA DE LA SANTA CRUZ

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Por: Jaime E. Medina

El día 02 de mayo en la Colonia Salinera en Cuyutlán, fue epicentro del inicio de una de las festividades más emblemática para todos aquellos trabajadores o artesanos del famoso Oro Blanco conocida como sal de Cuyutlán, debido a que ese día, bajo la luz de la luna, fue acompañada con música, alcohol, brindis, guacos y bailes; donde cientos de obreros, familias, visitantes y turistas caían en el placer del disfrute de ese momento en ya tan mencionado lugar.

El reloj marcaba las 12 de la noche, y aquella fiesta seguía complaciendo a todos los artesanos de la sal y demás mortales que estaban cautivado por el disfrute del inicio del día 03 de mayo, fecha de la Santa Cruz con gran simbolismo, no solamente para toda la comunidad religiosa o personas dedicadas a la construcción, sino también, para los salineros.

Eran las 04 de la mañana de aquel tan importante día y el cielo cubierto de un manto oscuro se cubría de pólvora y estruendo de los petardos qué estaban enviando hacia él, dándole identidad de festividad y conmemoración de todos aquellos que veneran tan importante día.

En la calle principal de la comunidad ejidal, a muy temprana hora de la mañana se empezaban a oír las sonajas, maracas, tambores y flautas de los danzantes qué ahí hacían presencia con sus penachos, flechas y gritos, otorgándole simbolismo prehispánico e histórico de lo que ahí se celebra.

Sones, cánticos, alabanzas; fueron interpretadas por mariachis y música de viento partiendo del pueblo de Cuyutlán hacia la zona salinera, lugar donde se ubica la cruz de concreto y azulejo, monumento con alto valor espiritual para los que se dedican a la extracción de sal y sus familias.

Con un paso lento y lleno de colorido y folklor, se dirigía aquel tumulto de gente religiosa a la misa ya programada a las siete de la mañana, misa ofrecida a la Santa Cruz por su día. Arreglos de hoja de palma con flores de papel, fueron los adornos de entrada del camino de tierra que llevaban hacia aquel recinto al aire libre junto un asoleadero donde se encontraba un cerro de aquel mineral salino.

7 de la mañana y la ceremonia religiosa se estaba preparando para dar inicio presidida por el señor obispo del Estado, Gerardo Díaz Vázquez.

Alrededor, cientos de personas admiraban aquel evento al aire libre postrados en sillas, costales, carros, camionetas y todo aquello que permitiera una comodidad.

A lo lejos se observaba la llegada de autobuses que bajaban a una cantidad considerable de turistas dispuestos a recibir la eucaristía.

La música sacra fue interpretada por un mariachi, dando un significado a la fiesta y celebración mexicana apegado a nuestras costumbres y tradiciones.

Durante el desarrollo de la Santa Misa, se podía apreciar rostros conocidos del mismo pueblo, como también de Tecomán, Armería, pero especialmente, de Villa de Álvarez.

Al finalizar la celebración católica, se oyeron el estallido nuevamente de los cuetes avisando el término de esta, y es ahí, cuando se empezaron a movilizar todos los asistentes para abandonar aquel recinto efímero.

Las instalaciones centrales de la Sociedad Cooperativa de Salineros de Cuyutlán, fue donde se llevó a cabo el convite de tan importante fecha. Dos cazos con más de 100 kilos de carne se estaban cosiendo para dar deleite a todos los asistentes que ahí hacían cita formando largas hileras esperando su turno para recibir aquel sabroso manjar llamado birria.

Como bebida tradicional para acompañar aquel culinario momento o simplemente apaciguar un poco la espera, la canela con piquete o sin piquete fue el aperitivo mañanero de varios comensales que ahí se daban cita. Las guitarras, las trompetas, la vihuela, los violines y un guitarrón, exclamaban canciones como: El Caporal, Camino Real de Colima, Que chulada de mujer, entre otras melodías que incitaban a la alegría, al entusiasmo y al placer.

El Día de la Cruz, momento sustancial de celebración en el bello pueblo costero y cuna de la Ola Verde, Cuyutlán; significado de tradiciones y costumbres entre familias locatarias, pero especialmente de los artesanos de aquel elemento salobre que con sol y oscuridad trabajan con sus manos el proceso y la pizca de tan importante producto, reconociendo tan bonito oficio obrero que ha dado tanto a la historia colimense, al crecimiento estatal y al reconocimiento gastronómico mundial.

*Las opiniones expresadas en este texto de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles CN COLIMANOTICIAS.