CRÓNICA, ” LA ESTANCIA DEL SEÑOR DEL RÍO”

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Por Noé GUERRA PIMENTEL*

Un personaje poco conocido de la historia de nuestra entidad, no obstante su influencia e importancia, lo es el General Ángel Martínez, un protagonista indiscutible del Colima de finales del ochocientos, influyente y muy rico. En nuestra entidad fue dueño prácticamente de medio territorio y tan poderoso que hasta el presidente Díaz le tenía respeto. José Ángel Martínez Gómez nació en 1832 en Ayo el chico, hoy Ayotitlán, Jal. De origen campesino y muy humilde obligado por las circunstancias ingresó al Ejército como soldado raso a la edad de 15 años. Primero peleó por la causa juarista, luego luchó por la porfirista. En la milicia se caracterizó por lo temible y la barbaridad de sus acciones alcanzando fama de “sanguinario y cruel”, efectivo como militar, lo que aunado a su estrecha amistad con el yerno de Porfirio Díaz, Ignacio de la Torre y Mier, rápido logró ascensos en su carrera militar la que después de 45 años de servicio cerró en 1892.

Éxitos y honores, dinero, temeridad y poder se fueron acumulando durante su carrera militar. Participó activamente desde el bando Liberal en “la Guerra de los Tres Años”, luego conoció el plomo francés durante la invasión a nuestro país y más adelante encabezó con “sus malditos” la Campaña del Yaqui, en el noroeste, hasta casi exterminar a los nativos, valiéndose de usos poco ortodoxos –a los hombres, atados en fila, los pasaba a cuchillo o, en montón, los quemaba vivos, después con “sus malditos” violaba y asesinaba a todas las mujeres Yaquis- “para ahorrar tiros”. El general se licenció por recomendación de Porfirio, quien como pago por sus servicios lo gratificó dándole a escoger dónde vivir con oferta de dote y puestos políticos. El General, renuente -intuyó que el presidente lo estaba sacando de la jugada-, aceptó su retiro decidiéndose a radicar acá en Colima. Martínez llegó acá en 1872 y fue bien recibido.

Cuando adquirió el latifundio de “Paso del Río” en 80 mil pesos oro, inició el fomento de la ganadería en la zona y la plantación de la primera palma de coco en Santa Rosa, nombrada así en honor a “la Orrantía” -Rosa Orrantía Trasviña-, una bella mestiza-yaqui, primera esposa de Martínez y madre de sus dos hijas: Adelina y Severa. “la Orrantía”, como le llamaba Martínez, lo abandonó, pues él se empeñó en recoger a su otra hija ilegítima, Ángela. Sin embargo no es sino hasta 1889 cuando se establece definitivamente en Colima trayendo consigo ya a sus tres hijas para asentarse en “Santa Inés Periquillo”, también conocida como “Paso del Río”, vasto dominio de 35 mil hectáreas que nacía en “Coalata” y desembocaba en los llanos de Tecomán formada por los predios de “San Bartolo”, “Santa Rosa”, “Martín Alonso”, “Periquillo”, “Tescaltitán”, “Cuatán” y “La Fundición”. Más tarde Porfirio, cumpliendo medianamente con su pacto lo hizo Senador, a la vez que en doble golpe ratificó en la gubernatura al compadre y consuegro de Martínez, el Coronel Santa Cruz, quién se perpetuó gracias a la mano de Díaz hasta su muerte, el 9 de mayo de 1902.

Al deceso de Francisco Santa Cruz incomprensiblemente la primera magistratura del Estado de Colima le fue negada al General Martínez, quien se tuvo que conformar con proponer al sucesor, suerte que recayó en el entonces Secretario de Gobierno, el joven Enrique O. De la Madrid Brizuela, cargo en el que fue confirmado para los periodos 1903-1907 y 1907-1911, del que se licenció el 17 de mayo de ese último año. “Dinero llama dinero”, Martínez logró más poder al enlazar a la tercera de sus hijas,  Ángela, con el nieto favorito del Gobernador, Francisco Santa Cruz Ramírez, heredero universal y de cuya unión hubo cinco hijos, el segundo de ellos fue: Agustín, el poeta. Ángela, cómo su mamá y su hermana, también abandonó a los suyos, se fue a México.

Los Santa-Cruz Martínez, junto con los Michel-Martínez, prácticamente se adueñaron de dos tercios  del territorio colimense. Con el control de Martínez en “Paso del Río”, una parte se dedicaba al cultivo y otra se arrendaba. En Periquillo fue sembrada la primera huerta de palma de coco haciéndose simultáneamente en “El Amial” (Los Amiales), propiedad de su yerno Ignacio Michel, casado con Adelina –a quien luego ella también abandonó- le dio diez nietos, siete mujeres y tres hombres, entre ellos al más destacado pintor colimense, Alfonso Michel. Adelina, a diferencia de su hermana Severa que casada con Abel Ríos no procreó, fue dueña de “El Llano” y “Humedades” en Tecomán y todo lo que hoy son Armería y Coquimatlán y parte del actual municipio de Manzanillo.

El tiempo no le alcanzó, el 22 de mayo de 1904 a la edad de 72 años y a causa de una hemorragia intestinal sufrida a las cuatro de la mañana, Ángel Martínez expiró con sus sueños de ser gobernador en su domicilio de la calle de la Salud No. 35 (Miguel Galindo) de la ciudad de Colima. Sus descendientes sin su carácter, sin presencia política, ni arraigo, ni visión empresarial y sitiados por la  revolución que los sorprendió en su vida de frivolidades en poco tiempo, menos de dos décadas, les hizo polvo y sal la inmensa fortuna que por varios lustros fue impunemente amasada por José Ángel Martínez Gómez: el Señor del río.

 

*Cronista oficial del municipio de Armería.