Baterista de The Rolling Stones jazzea en las alturas

0

COLIMANOTICIAS

México.- Aunque desde su arribo a la Ciudad de México había sido reservado en cuanto a sus apariciones en público, Charlie Watts, baterista de los Rolling Stones, decidió salir la noche del miércoles para disfrutar de una velada musical en el piso 51 de Torre Mayor,  junto a dos de los músicos que suelen acompañarle en sus giras, el saxofonista Tim Ries y el compositor Bernard Fowler, así como con un grupo de músicos mexicanos con los que decidió compartir el escenario.

Cerca de cien personas fueron testigos del momento en el que Watts, de 74 años, arribó al lugar a eso de las 22:40 horas, ataviado con jeans negros, playera roja y chamarra negra de piel. Discreto al principio y con una sonrisa tímida, Charlie se dirigió hacia donde estaban tocando tantos sus músicos, como los mexicanos, para de manera respetuosa tomar el lugar de la batería. Atónitos, los asistentes sabían que tenían frente a ellos a una de las leyendas musicales más importantes de las últimas décadas y sin dudarlo, sacaron  cámaras y celulares para registrar ese momento.

La timidez-seridad del Rolling Stone fue quedando de lado cuando se posicionó en la batería y empezó a tocar ese instrumento con el que se ha comunicado, por lo menos, en los últimos 50 años. Lo interesante fue ver que ese hombre de cabello cano, al que muchos le relacionan con el rock, en cuestión de segundos se mimetizó con el ambiente de jazz que imperaba en el lugar. Para muchos es bien sabido que cuando Watts no está de gira con The Rolling Stones, se entretiene en proyectos relacionados con el jazz, género que en distintas ocasiones ha definido como su mayor pasión y que exploró antes que el rock de Rolling Stones.

Serio, pero entregado, en los cuatro cortes que tocó, entre ellos For All We Know que se desprende del disco Warm &Tender de 1993, Charlie Watts entabló un tipo de comunicación con los músicos que tenían como telón de fondo una vista panorámica de la Ciudad de México.

De vez en cuando se percibía una sonrisa en el rostro de esa majestad satánica nacida el 2 de junio de 1941 en Harrow, Reino Unido. A veces echaba una miraba al resto de sus compañeros, esbozando de nueva cuenta una discreta sonrisa, para de nueva cuenta bajar la mirada y concentrarse en lo que las claquetas y su pasión le dictaban hacer.

Luego de veinte minutos de trabajo musical, Charlie Watts se levantó de la batería y agradeció con una reverencia los aplausos de los asistentes, quienes no paraban de gritar frases en inglés como “Eres el mejor”, “Eres grande” o “¡Te amamos Charlie!”.

Acto seguido abrazó a los músicos, se despidió de ellos y se encaminó a la salida. Muchos de los asistentes sabían que esa iba a ser la última vez que le pudieran ver en sus vidas y, rompiendo cualquier protocolo, se acercaron al músico para tomarse fotos con él o darle algún objeto a firmar. Con la seriedad que le caracteriza, Charlie Watts accedió. Minutos después se reunió con los socios del piso 51 que le habían invitado para abandonar el lugar a las 23:47 horas por uno de los elevadores de Torre Mayor.

Fuente: Excélsior