VIDA DE CANALLAS

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

Tras la renuncia de doña Margarita Zavala al PAN,  calificada en lo personal por uno de los caníbales de su partido  como la infección que habría de curarse,  que atacar, como  la pus (y luego de escuchar también la afirmación de Andrés Manuel López Obrador en un mitin sobre la división en el albiazul, cuando dijo que” reapareció la canalla”, me vino a la mente, cómo no, lo que antiguamente hizo el tabasqueño al  jugarle de canalla a quien lo abrazó políticamente y le  entregó  la candidatura a jefe de gobierno, Cuauhtémoc Cárdenas, a quien ni tardo ni perezoso negó y expulsó de sus afectos. López Obrador es reacio a que alguien le haga sombra. Es un  dictador en su partido y, si gana la presidencia, quien sabe cómo vayan las cosas con él. Que le pregunten a Ricardo Monreal si no me creen.

Una segunda víctima de Amlo  fue  hace poco tiempo el zacatecano  Ricardo Monreal, político fiel que lo acompañó  durante dos décadas en su lucha y a quien lo burló mediante una encuesta amañada que nadie en su sano juicio  creyó.  Si pensaba el tabasqueño que se desharía fácilmente con esa jugada de un político consistente y hábil como Monreal, está equivocado. De momento no puede saberse cómo le afectará en su camino a Los Pinos esa ruptura, pero es aplicable el dicho de que “donde las dan las toman”. Monreal seguro que trabaja para competir por la Ciudad de México y ganarla.

Si con Cuauhtémoc  cometió el peje un parricidio político, con Monreal fue hermanicidio político. Monreal  es un político  con autonomía respecto a sus convicciones ideológicas, pudiendo ser esta característica suya la causa de la  maniobra traicionera que temporalmente lo deja  fuera de la jugada.

Pero como donde quiera se cuecen habas, ahora  fue en el Pan donde sucedió  un enfrentamiento capital entre dos personajes que luchan por una candidatura a la presidencia de la república. También allí  hubo canallada.  Su lángaro  presidente, Ricardo Anaya, le cerró las puertas de la participación a quien le aventajaba en preferencias, de ahí que doña Margarita Zavala haya tenido  que renunciar a tres décadas de militancia. Como ella lo dijo en el texto de renuncia, la lucha le hizo para llegar a acuerdos con Ricardo Anaya, pero éste, enfermo de poder, desubicado como cualquier  aprendiz de dictador,  desde un principio ha querido hacerse de la candidatura presidencial de su partido y del Frente dizque ciudadano.    José Luis Luege   llamó a Anaya el peje del Pan.

Por su parte, el presidente del PRI  Enrique Ochoa Reza,  salió a dar su versión respecto a la división panista echándole limón a la herida;  esta vez le concedo razón cuando dice que Anaya está haciendo lo necesario para  desequilibrar al Pan y cerrarle la posibilidad de ganar la presidencia del país. Los actos antidemocráticos evidencian sus afanes de poder así como el desconocimiento de los efectos que ya causa la declinación de Margarita Zavala, cuya decisión es  un efecto y no una causa como ella mismo lo dijo.

Es evidente pues que Anaya es un político canalla como tantos otros  ambiciosos. Está reeditando el papel tristísimo de Roberto Madrazo, mandado al tercer lugar por lángaro en la elección en que fue superado ampliamente por Felipe Calderón en 2006. Anaya es un dirigente cuestionado porque  su forma de vida no empata con la cuantía de sus ingresos ni con sus inversiones familiares millonarias. Tiene colota que le pisen.  Está devaluado y acabará mal. Le saben todo  Margarita, Felipe su esposo  y el régimen peñista. Me parece entonces que la lucha final por la presidencia podría darse entre Morena y el PRI.

En resumen, los mexicanos estaremos presenciando los meses que vienen las fugas de políticos de un partido a otro con el fin de no quedar fuera de la jugada. Nos reiremos de sus maromas.  A la mayoría no le importa el país, sino sus trayectorias e intereses personales. Este modo de ser se reiterará en los estados, donde habrá igualmente circo, teatro y  maroma y media de  quienes desean ser representantes populares para jugársela no por Colima, sino por ellos mismos. Así son, y si no son, se hacen luego.  Canalladas por todas partes.