TONALTEPETL

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Por: Gustavo L. Solórzano

En ocasiones por las prisas o con la idea de no engordar e incluso evitar comer alimentos chatarra, podemos equivocar el rumbo y comer aquello que es menos favorable para nuestra salud. Hay que pensar que la industria fabricante de cereales, por ejemplo, sabe que la gente en sus prisas busca comer “sano” sin entretenerse mucho y naturalmente sin daños a su organismo. Así es como nace la comida chatarra, comida que además de cara puede no ser nutritiva para nuestro cuerpo y con ello, correr riesgos innecesarios. En estados unidos el Grupo de Trabajo Ambiental (EGW, en sus siglas inglés) denunció que decenas de marcas conocidas de cereales contienen un tipo de pesticida que está considerado cancerígeno. Después de un concienzudo análisis a cuarenta y cinco diferentes cereales, el resultado arrojó que contenían rastros de glifosato, un herbicida que puede causar cáncer en animales y “probablemente” en humanos, de acuerdo a la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer.

Lo anterior es bastante delicado si pensamos por un momento que en nuestro país este tipo de producto lo consumen principalmente mujeres, niños y adultos mayores. “Cheerios, Quaker Old Fashioned Oats, Quaker Dinosaur Egg Instant Oats y Back to Nature Classic Granola, informó el canal de televisión CBS News, en base a los resultados del informe.” Son algunas de las marcas que presentaron esta grave anomalía. Derivado de lo anterior, un jurado de California condenó a la multinacional Monsanto a indemnizar con 289 millones de dólares a Dwayne Johnson que aseguraba que el cáncer terminal que padecía se debe a su exposición a un producto con glifosato.

Cuando el glifosato se usa en agricultura, este compuesto penetra en el suelo, se filtra en el agua y sus residuos permanecen en los cultivos: está en lo que comemos, en el agua que bebemos y en nuestros cuerpos. En 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha clasificado el glifosato como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”, basándose en una fuerte evidencia de que es cancerígeno para los animales. También se sospecha que actúa como un disruptor endocrino y que es tóxico para la reproducción. Las personas que se dedican a la agricultura, sus familias, fetos, bebés y la infancia, son indudablemente las más vulnerables. Para aquellas personas que no nos encontramos en estos grupos, la alimentación es la principal vía de exposición a los plaguicidas, si así como lo está leyendo.

Lamentablemente no solo nuestra salud se ve afectada, el uso de glifosato tiene graves impactos en el medio ambiente, puesto que contamina los suelos y el agua y afecta a otros seres vivos (organismos acuáticos desde algas microscópicas hasta peces y moluscos, pasando también por las ranas y sus renacuajos, y organismos del suelo, como las lombrices de tierra, fundamentales para mantener e incrementar la fertilidad del suelo). En contraparte, la agricultura ecológica muestra cada día que no solo es la mejor opción para proteger nuestra salud y el medio ambiente, sino que es capaz de alimentar al planeta si se hacen las inversiones adecuadas y ser así, una fuente imparable de empleo verde.

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