UNA NUEVA POLÍTICA, CON VISIÓN DE ESTADO

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    Expresiones como genocidio, el holocausto mexicano, empiezan a ser comunes en la comunidad internacional, comienzan a ser parte de las conversaciones y las reflexiones en la aldea global y mueven a pensar en que se pueden derivar responsabilidades penales para servidores públicos mexicanos, como consecuencia de una política equivocada, de una estrategia fallida, como señalan los expertos en seguridad nacional, o si quiere de “una ética equivocada”, para decirlo en palabras del filósofo, Fernando Savater.

    Acaso el presidente Calderón quiera hacer el bien, sea bien intencionado, en su “guerra”, pero en el empeño, en el proceso, está llevando al país al desastre y a un baño de sangre que no se veía en México desde los tiempos de la guerra cristera.

    Colima no es la excepción a esta vorágine de violencia. El crimen nefando que segó la vida de una muchachita de apenas 16 años de edad clamaba justicia al cielo y a las autoridades ministeriales.

    El asesinato de la joven Andrea Rodríguez García, en la flor de la vida, con grandes sueños y aspiraciones, estudiante y deportista ejemplar del Bachillerato número 2 de la Universidad de Colima, enlutó a su familia, estremeció a la sociedad colimense y a la comunidad universitaria. Desde el Congreso del Estado, se aprobó un punto de acuerdo para apoyar la labor de las autoridades estatales y la indagatoria de la PGJE sobre el caso.

    Hay un asunto que me llamó la atención y que quiero referir ahora: desde el espacio mediático, algunos colegas y algunos medios quisieron hacer una suerte de linchamiento moral contra la diputada Itzel Ríos, a partir de un mal entendido, que la propia Itzel aclaró con la mamá de Andrea. Este linchamiento en los medios de un actor político, no lo considero correcto ni abona a la civilidad y tolerancia que debemos tener la sociedad, el gobierno y los medios de comunicación en la hora presente, caracterizada por un entorno aciago. Por fortuna, la propia Itzel hizo las aclaraciones pertinentes, de forma comedida y civilizada ante la mamá de Andrea, quien expresó su conformidad luego de la conversación en el Congreso del Estado. Necesitamos diálogo, paz social, civilidad, tolerancia. Ya bastante crispación política hay en el entorno, como para venir a echar más gasolina al fuego.

    El esclarecimiento de los responsables del atroz crimen de Andrea, es un acierto de las autoridades estatales y en particular habla bien de la representación social, de las indagatorias realizadas por la Procuraduría de Justicia del Estado. Creo que fue un acierto que en la conferencia de prensa, la procuradora Yolanda Verduzco fuera acompañada por los padres de Andrea.

    Sin embargo, no debemos olvidar que el contexto nacional es una guerra que ha desatado una espiral de violencia incontrolable, con altos costos sociales. El tema de la seguridad y la violencia, es un asunto que amenaza con empeorar y a causar un mayor desgarre del tejido social por el alto costo humano y su cauda de muertos, huérfanos y viudas y todo lo que ello conlleva. Hay gente que está huyendo del país, ricos y pobres, jóvenes y viejos, lo mismo obreros, desempleados, que grandes empresarios que se han ido de México para preservar a sus familias, ante la vorágine de violencia y caos que han caracterizado a este sexenio de Calderón. Hay una nueva emigración al extranjero, por el tema de la violencia y la única esperanza, es la llegada de un nuevo liderazgo, con visión de estadista, con nuevas ideas, con una nueva propuesta que sea capaz de trascender el escenario actual atroz que hoy padecemos.

    Se requiere una nueva política en materia de seguridad, pero también de desarrollo económico, de fomento al empleo, de creación de oportunidades para los jóvenes que hoy no encuentran apoyo, ni razones, ni respuestas en el Estado mexicano. Ante la falta de incentivos desde el gobierno federal, desde el Estado, ante el discurso monotemático de “la guerra”, de la “seguridad”, observamos que el hampa le está ganando la batalla al Estado mexicano porque está ofreciendo un tipo peculiar de “educación”, de “aspiraciones”, de corte perverso y negativo, entre la juventud mexicana. El hampa le está ganando la batalla cultural al Estado mexicano porque está ofreciendo los incentivos, los estímulos, los empleos en giros negros, las oportunidades y el dinero y otras cosas que no está ofreciendo el gobierno federal. Tenía razón Germán Dehesa: “Estábamos mejor, cuando estábamos peor”, para caracterizar lo que ha sido este sexenio cruento.

    Una noche memorable, en una jornada académica extraordinaria, el 10 de febrero del 2010, en el Teatro Universitario, en ocasión de recibir el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Colima, Fernando Savater, expresó lo siguiente: “El verdadero problema de la educación no es que haya gente que va a quedarse sin ser educada, sino que todo el mundo, quiera o no, va a ser educado por unos o por otros. Ése es el problema. La educación está tan ligada al desarrollo de la humanidad, es tan propio de los humanos el ser educado, que todo mundo, todos los seres humanos van creciendo y educándose a la vez. El problema es quien los educa. Si los jóvenes no tienen unos padres responsables, si no tienen una escuela, si no tienen unos institutos, unos medios de comunicación con conciencia pedagógica, si no tienen unas personalidades públicas que sepan dar ejemplo y trasmitir valores, entonces serán educados también.

    La gente que no tiene nada de eso también es educada. Es educada por los gánsteres, por las bandas que están en las calles, por los cárteles. Serán educados por los peores ejemplos de la televisión, por los más deleznables, los más banales, los más frívolos, los más estúpidos. Serán educados por los peores ejemplos, por los fanáticos, por los supersticiosos, por los exorcistas, por todo ese tipo de gente. Todos esos educarán si nosotros no educamos antes”.

    “Entonces, la tarea del verdadero educador no es educar simplemente, porque todo el mundo resulta educado. La tarea es llegar antes que los malos educadores; para educar nosotros antes. Ésa es la verdadera tarea, ése es el verdadero compromiso. Tenemos que apresurarnos socialmente a educar a aquellos que, si no ocurre así, van a ser educados en contra nuestra. Hay que educar a favor de la sociedad, a favor del progreso, de la tolerancia, de la libertad, antes de que todas esas personas sean educadas en contra de esos valores y a favor de sus opuestos: de la superstición, la xenofobia, la intransigencia, el integrismo y la violencia. Ése es el verdadero dilema. Tenemos que educar antes que los malos educadores cumplan su función”.

    No es casual que, desde la tribuna más alta de la nación, desde el Congreso de la Unión, la diputada del PRI, Yolanda de la Torre, haya expresado: “ Lamento profundamente haber escuchado lo que acabo de escuchar, 10 años gobernando este país y – los panistas- no se han dado cuenta de que lo han destrozado. No se han dado cuenta que nos han robado la paz y la tranquilidad a las familias, que todos los días mueren niños, jóvenes y adultos; madres solas y viudas”. ( Reforma, 2 de septiembre de 2011).

    En la hora aciaga que vive la nación, necesitamos con urgencia una nueva visión, un nuevo liderazgo, una nueva ética en el servicio público, algo que nos aleje del discurso monotemático de guerra, guerra, guerra, presupuesto para armas, policías, militares y deja de lado, la inversión en educación, en arte, en cultura, olvida otras prioridades como pan, alfabeto, empleos dignos, bien pagados, oportunidades, industria, producción, agro, pesca, acuacultura, en lugar, de eso, tenemos una guerra intestina que ha destrozado al país.

    Hay en el horizonte, signos de una nueva visión, que puede ser el germen para una política de Estado que trascienda el actual escenario caracterizado por el crimen y la violencia sin sentido. El pasado 8 de agosto, el rector de la Unam, José Narro Robles presentó el documento “Elementos para la construcción de una política de Estado para la seguridad y la justicia en la democracia”.

    En ese documento, Narro Robles, expresó: “En la Unam, nos duelen y preocupan los problemas del país. No podemos, ni debemos, permanecer ajenos a esa situación. Por ello, cuando la inseguridad y la injusticia amenazan a nuestra población, nos resulta imposible actuar con disimulo, hacer como que estos temas son distantes y extraños a nuestro quehacer, cubrirnos con un manto de sordera y de ceguera, pasar de reservados a silenciosos, y de esa condición a afónicos o, incluso mudos. Necesitamos decidir colectivamente y actuar en consecuencia, anticipar el futuro, pensar en grande y ver el porvenir, hacer los cambios de rumbo y de ritmo que se deben realizar, hacerlos ya; vigorizar nuestro régimen democrático, el representativo y también el participativo, así como otorgar, en serio, prioridad a la educación, a la ciencia, a la cultura y a los programas dirigidos a los jóvenes de la nación… La disyuntiva es clara, o somos capaces de celebrar el pacto social de base amplia que se propone en el documento, o fallaremos en nuestro cometido”.

    Es evidente que el cambio es urgente e inaplazable. Es un asunto de sobrevivencia como nación. Necesitamos una educación para la democracia; precisamos con urgencia de otras políticas públicas. Privilegiar el desarrollo económico, la prosperidad compartida para todos y no para unos cuantos necesitamos más presupuesto para salud, educación, desarrollo social y menos dinero para la represión y el armamento. Hay que reordenar prioridades y abrir la puerta a nuevos liderazgos y a un estadista que llegue a salvar a México.