TONALTEPETL

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Por: Gustavo L. Solórzano

Es una locura meternos en la vida de los demás, cuando ni siquiera logramos comprendernos a nosotros mismos. Facundo Cabral.

¿Cuántas veces nos hemos visto involucrados en los famosos chismes? O por lo menos nos damos cuenta de quienes disfrutan de ello. Juzgar a los demás es muy arriesgado, podemos argumentar que no comprendemos a los “otros”. Podemos sentir que no hay un sentimiento mutuo de aprecio, pero… nada se puede decir más, nada justifica hablar mal de los demás, o al menos creer eso. En mi época de infancia, las diferencias solían arreglarse de frente, aunque más de algún miedoso, léase cobarde, se asociaba para atacar en bola. Creer que nosotros somos los perfectos para imponerle nuestro criterio a otros es algo que está fuera de todo lugar. Sin embargo, es la base de un elevado porcentaje de diferencias personales.

La sensatez, la armonía interior cuando están presentes, nos detienen y nos dan paz. Por otra parte, a veces ocultamos en nuestro interior ciertas envidias hacia los demás, es válido sentir minusvalía, lo que no se vale es quedarnos ahí. Todas las personas tienen cualidades que no tenemos y nosotros tenemos unas que los demás no, mas no debe ser motivo de molestia en ninguna de las partes. La crítica constructiva como tal, no existe, en el fondo lleva una pequeña o gran necesidad afectiva y de reconocimiento, misma que puede llegar a transformarse en algo peor.  Defender nuestra postura de una forma cerrada nos lleva a la imposición o a la diferencia. Es decir, ser feliz o tener la razón.

Suele ser tal nuestra molestia cuando esgrimimos la musculosa espada de la lengua, que olvidamos que no hablamos de los demás, pues hablar de otras personas solo muestra un amplio reflejo de nosotros mismos. Lo cierto es que nuestras descripciones sobre los demás están basadas en nuestras experiencias en nuestro propio dolor y educación casera. Al final, cada vez que nos expresamos mal de una persona, tan solo nos describimos a nosotros mismos. Finalmente diré que hablar mal de los demás es una proyección del lado oscuro de nuestra alma. Un reflejo del ego temeroso que considera amenazante al “otro”, en consecuencia, la denostación les representa una poderosa arma, que, a su tiempo, se revierte. En fin, vivamos y dejemos que los demás vivan a su manera.

Cambio de tema para felicitar con mi sincero aprecio a la Maestra Mirtea Elizabeth Acuña Cepeda, quien ha sido nombrada Cronista del municipio de Tecomán. Con mi admiración y respeto yo le digo que es una computadora andando, sin duda hará un papel extraordinario. Mirtea es mi compañera activa en la Asociación Colimense de Periodistas y Escritores, además forma parte de la Sociedad colimense de estudios históricos (SCEH), entre varias organizaciones más. Todo el éxito amiga.

Otro tema que me bulle en la cabeza es el de los salarios en nuestro país, la verdad, considero que es necesario que la autoridad correspondiente se haga un replanteamiento al respecto. Obviamente ni los senadores ni los diputados, ningún funcionario vaya, le interesa bajarse el sueldo, mayormente que para eso compitieron en sus respectivas reyertas políticas. Sin embargo, es importante tapar el pozo antes de que se ahogue el niño, productos de la canasta básica y en general, todo sube y los sueldos, parecen congelados. Por eso, es vergonzoso que algunos servidores públicos abusen cobrando sueldos exagerados y más aún, que anden reclamando cuando éste no les llega. Hay familias que sobreviven con dos mil pesos a la quincena y trabajadores administrativos que desde hace muchos años sus sindicatos (léase dirigentes, que no líderes) duermen el sueño de los justos, es decir, sin un beneficio colectivo, solo para unos cuantos. Aquí es cuando pienso, como hace falta el Chapulín Colorado.

ABUELITAS:

Llega la feria sin mucha feria para gastar en ella, ojalá que los comerciantes hayan obtenido sus espacios a precios módicos y así, no encarezcan sus productos. Más aún, ojalá que la gente tenga para ir.

Elevo mi rezo por los que ya se fueron de este plano, por los suyos y por los míos, por los de todos. Es cuánto.