TONALTEPETL

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Por: Gustavo L. Solórzano

Más allá de la demagogia y el olvido, la mujer sigue siendo sin duda, la única puerta, el único camino para llegar a este mundo. Por eso, quienes las violentan, regresan una y otra vez cumpliendo con el papel de ellas, hasta que les queda claro que somos artífices de un reencuentro dual, eterno y en armonía.

Cuando era adolescente conocí una señora que realizaba la ardua tarea de un albañil, me sorprendí enormemente al verla cargar los botes de mezcla. Conocí a otras que eran dependientas en una tienda de zapatos, unas más en tiendas de abarrotes y muchas vendedoras ambulantes, que hasta la fecha, su descendencia sigue vigente en el comercio de las ciruelas, pitayas, guamúchiles y otros deliciosos productos de temporada que la madre tierra nos ofrece aún. La señora Mariquita Barajas tenía una tienda en donde ofertaban juguetes, flores, baldes y artículos de plástico diversos, la señora Carmen Ceja viuda de Sierra, vendía calzado, la señora Livier Espinosa tenía una tienda de ropa, la mama de Ulises, Blanca y Otilia, apoyaba a su esposo atendiendo la huarachería de su propiedad.

Doña Daría era una excelente costurera, Felix, Juanita y Mercedes, señoras las tres y madres de muchos hijos, eran maravillosas elaborando tortillas a mano. Doña Mela y doña Chuy, hacían magia en el comal para preparar los deliciosos antojitos regionales que degustábamos con gran placer; doña María la de las Palapas, era única en preparar un pozole delicioso, doña Lupe atendía magistralmente la casa García, otra Lupita atendía el Trébol y nos deleitaba con los ricos tacos de papa con panela y lomo, y que decir de doña Emilia, tenía un expendio de leche bronca en el que hacíamos fila. Tengo presente también a Chela, por cierto hace días la vi y diría que está igualita, si no me diera cuenta de que también yo estoy envejeciendo, me dio mucho gusto saludarla, ella hacía los chocomiles mas deliciosos que jamás he vuelto a probar, acompañado por un bolillo calientito o una concha de pan dulce de doña Secundina.  

Doña Angelina, mujer sencilla y de un carácter afable, amorosa y tolerante, vendía productos de belleza  por catálogo, Rosita, diligente secretaria de una empresa automovilística que estaba ubicada por la calle Medellín a media cuadra del jardín Torres Quintero. Doña Josefina y la señorita Heliodora, atendían sendas zapaterías, la señora Toña y sus hijas Gloria, Conchita y Licho, con su tienda la Bodega, siempre amables; la mamá de Julio el chorreado y la señora de Gámez, con sus restaurantes frente a la vieja central camionera. Las damas del Puerto Arturo, otra tienda de abarrotes, la señorita Sarita, que vendía hilos y estambres, doña Luz María Arreola con su tienda  la Muñeca. Mi abuela y mi madre, que diariamente enfrentaban la lucha desigual de ser mujeres en una sociedad machista, discriminatoria y desigual. Bueno, no me ajustaría este espacio para recordar y reconocer a tantas nobles mujeres que sumaron con amor, humildad e inteligencia, sus esfuerzos para hacer de la nuestra una mejor sociedad, seguro estoy de que el único reconocimiento que recibieron fue el de cumplir con lo que ellas hacían, trabajar convencidas de que era lo mejor.

ABUELITAS:

Manuel Edmundo cumplió su ciclo a  los 88 años de edad, profesor, directivo, Sindicalista y diputado, sirvió a Colima comprometido con la vida. Después de Dios, a él le debo mi empleo, como seguramente muchas personas más; lo recuerdo claramente, hombre trabajador y valiente;  supo enfrentar la adversidad nacida de la ambición y  la falsa moral. Mis condolencias a sus familiares y mi oración por su descanso eterno.

2019, 66 años de la A.C.P.E. en Colima. Es cuánto.