TONALTEPETL

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Por Gustavo López Solórzano

“Hasta que uno no sienta la verdadera alegría de la Navidad, no existe. Todo lo demás es apariencia, muchos adornos. Porque no son los adornos, no es la nieve. No es el árbol, ni la chimenea. La navidad es el calor que vuelve al corazón de las personas, la generosidad de compartirla con otros y la esperanza de seguir adelante” Anónimo.

Cuando éramos niños, una fecha ansiosamente esperada sin duda, era la navideña. El recibir un regalo traído por el niño Dios era el cierre magistral a la dulce espera. La situación económica que vivíamos en casa tenía sus altibajos porque éramos muchos; sin embargo, jamás faltó un detalle en nuestro árbol acompañado de los “regalitos”, pomposamente llamados bolos navideños en la actualidad. Recuerdo que los miembros de la familia que vivían en otros estados venían a vacacionar y bueno, por momentos parecía que no cabía ni un alfiler en nuestro modesto hogar.

La alegría se transformaba en nostalgia cuando los de fuera tenían que regresar a sus lugares de origen y la casa poco a poco se iba quedando solo con sus inquilinos cotidianos. Para nosotros, los niños eso tenía poco significado, en realidad nuestro motor eran los nuevos juguetes que nos transportaban al mundo de la fantasía interminable y nos permitían acercarnos más con los de nuestra edad. No podíamos entender el esfuerzo que había representado la compra, puesto que el niño Dios seguramente tenía mucho dinero y bueno, a lo mejor hasta le sobraba.

Un día crecí y el maravilloso tiempo en su permanente transcurrir me llevó al momento en que me tocó ser el niño Dios… Hoy la familia se sigue reuniendo aun cuando las cosas han cambiado; mis padres, mi abuela ya no están, y algunos miembros importantes se han ido de este plano para habitar solo en nuestro recuerdo. Sin embargo, la vida se abre camino y la semilla fuerte continua su trascendencia, nuevos brotes han surgido, las nuevas generaciones empujan con amor y en momentos con oportunidades de mejora.

Hoy también seguimos el ciclo de la vida y hemos aprendido que la familia no solamente es la que está unida por la sangre, hoy la familia ha crecido tanto gracias a la tecnología, de tal manera que aquí, allá y acullá, encontramos gente con la que nos identificamos igual o más que con aquellos que viven en casa, gente que nos da sin esperar nada a cambio, que nos abre la puerta de su corazón y nos invita para conocer la luz de su alma…Por eso, hoy quiero sumarme a tu fiesta apreciado lector, a la alegría de tu corazón, a la fuerza de tu amor e invitarte para que juntos entonemos un canto de gratitud para aquellos que recorrieron la senda antes que nosotros, para aquellos que nos han legado “el costumbre”, la tradición de dar, y la humildad para recibir. Unamos nuestras fuerzas y seamos sembradores de paz, agentes de cambio para bien, sin distingos de credo, raza, nacionalidad o filosofía religiosa, que el amor, el perdón y la paz sean el pan nuestro de cada día… empecemos con nosotros mismos ¡Si se puede!

ABUELITAS:

Esta época es propicia para reforzar con buenas acciones nuestra calidad y calidez como seres humanos. Por eso quiero aprovechar estas líneas para reconocer al Dif municipal Colima, que dirige la Maestra Leticia Contreras de Rangel, pues de lunes a viernes atiende con una ración diaria y sin costo, a 100 personas vulnerables del municipio directamente en sus domicilios. Lo anterior como parte de los programas alimentarios que ha puesto en marcha. Aunado a ello, 40 personas son atendidas en el comedor comunitario y se brinda una dieta especial para personas con tratamiento de diálisis y/o hemodiálisis. Feliz navidad y mucha paz en su corazón. Es cuanto.