TAREA PÚBLICA

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MASACRE EN ORLANDO

Por: Carlos Orozco Galeana

Este hecho sangriento no puede catalogarse sino como execrable por segar la vida de 50  o más personas y dejar heridas a un número similar; fue una carnicería   frenada tan solo cuando la policía abatió a Omar Mateen, tirador y presunto miembro de la organización criminal ISIS, que se lo adjudicó; sin embargo,  su progenitor informó que se sintió agraviado al observar a dos homosexuales besándose públicamente en Miami dos meses antes. La versión del FBI apunta a que en  Omar influyó la ideología yihadista.

Orlando, lugar de la masacre, tiene una comunidad gay muy activa en el campo de las artes, los negocios y el entretenimiento. Es conocida y  respetada por tener un alto perfil educativo y socioeconómico y por contribuir con su trabajo a consolidar la reputación de la ciudad como capital del entretenimiento, reveló una fuente policial.

Téngase presente, en primer término  que las organizaciones homosexuales han cobrado vigor últimamente, (en Europa están en auge) han progresado y tienen recursos para la lucha por sus derechos y cada vez, por lo que se aprecia, tienen muchos simpatizantes en los gobiernos y en los congresos de diferentes países. Seguro crecerán más a partir de esta experiencia.

En México han tenido avances, cómo no, y recientemente el presidente Enrique Peña Nieto envío una iniciativa al congreso federal para igualar la figura del matrimonio entre personas del mismo sexo y garantizar la adopción de menores. Ante este hecho, la iglesia católica está en pie de lucha y anunció que no se quedará con los brazos cruzados ante lo que considera “una agresión a la institución de la familia y la ley natural”.

La matanza de Orlando es producto de la homofobia y la intolerancia. Si fue ideada por motivos religiosos y obedeciendo a la expectativa criminal de ISIS, se tomará como terrorismo y no tendría que ver la parte sexual, pero si fue por un rechazo personal, individual, del autor, entonces estaríamos  frente a una conducta francamente homofóbica y doméstica, al decir del presidente Obama.

Evidentemente, ese crimen es nefasto, hay que condenarlo de modo abierto pues nadie merece ser privado de la vida o atacado por una preferencia sexual.  El homosexual tiene derecho a vivir como desee, con la salvedad  de que sus actos han de apegarse a una moral social que incluya el respeto íntegro a la dignidad de sus semejantes. Ellos piden tolerancia para ser aceptados como son,  pero  deben tolerar a los que  no están de acuerdo con su conducta.

Diversos estudios de organismos internacionales abocados al conocimiento de la  realidad  gay han revelado, por otra parte,  que muchas parejas homosexuales  se deshacen rápidamente, que hay adicción entre ellas a las drogas, y que suelen abusar de menores cuando conviven con ellos, forzándolos a tener una vida sexual igual; conste, dije muchas, no todos.

La iglesia católica está por el respeto y el perdón para esas personas que quieren vivir diferente, no las ataca, pero exige el apego a su doctrina que, en el numeral 2357 del Catecismo, dice que los actos homosexuales  son  intrínsecamente desordenados y contrarios a la ley natural. “Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual.”

Aún con ese “desorden” de  vida, la ONU ha alertado para frenar  los crímenes de odio dirigidos contra la comunidad homosexual y transexual ya que están aumentando en el mundo, por lo que pidió un mayor compromiso político en todos los países para luchar contra la discriminación y acabar así con la homofobia. Este esfuerzo debe perseverar.

“Sólo con leyes no se puede eliminar la discriminación. Esas leyes deben estar acompañadas de un compromiso político al más alto nivel para luchar contra la intolerancia”. Hay que acabar con la homofobia, con la discriminación por orientación sexual e identidad de género, afirmó la ONU. Y lo dijo muy claro.