Por: Francisco Pérez Medina.
El presidente, es un político de la vieja guardia que nadie puede escatimar de no tener cualidades de comunicación con sus seguidores. Durante las mañaneras les habla, les dice qué deben repetir y qué deben hacer para defender su proyecto sin que éstos modifiquen un ápice su discurso. Es digno de un estudio el nivel de credibilidad que le dan sin que sean capaces de comprender que, al ser una persona, se puede equivocar. Ninguna contradicción ni reflexión sobre su actuar, pues, para ellos, todo está bien y son los demás los que están equivocados.
Durante esta semana, sorprendió que haya puesto sobre la mesa la sucesión presidencial, con el ejercicio repetido de sembrar preguntas sobre lo que a él le interesa le cuestionen. Así, sin más que su deseo de comunicar, expresó, luego de los resultados electorales, que tiene entre ellos no sólo a la “gobernadora” de la ciudad de México y al canciller en funciones de todólogo, sino que también sumó a su lista al representante de nuestro país ante la ONU, al embajador en E.E.U.U. y a su secretaria de economía como posibles candidatos a tomar la estafeta en el 2024.
Esta propuesta en la agenda pública sorprende no sólo a sus seguidores, sino a opositores, empresarios, analistas, columnistas y periodistas. Y el asombro se da, debido a que apenas está por cumplir tres años de su gestión, es decir, antes de la mitad de su mandato. Es una regla no escrita que durante el periodo que gobernó el PRI, el destape, dedazo o la decisión sobre quién sería finalmente su delfín, se daba hasta casi el último año, aguantando todas las presiones por, definitivamente, descartar a todos los aspirantes y decidirse por uno solo que debía darle continuidad a su proyecto y, sobre todo, cuidar su salida.
Sin embargo, el presidente no dudó en cambiar las reglas del juego y puso sobre los aludidos una pesada loza que puede perjudicar su deseo de cederles el anhelado puesto. Tal parece que la incorporación y descarte, no ha sido bien interpretada por sus seguidores, pues no saben bien qué camino tomar: defender a la jefa de Gobierno, atacar al canciller, crear seguidores para el resto, descartar al líder de su partido en el Senado o mejor esperar para no equivocarse en el deseo del presidente.
Muchos han dicho que el presidente está cansado, que no gobierna, sino que está en campaña permanente sin que el país tenga rumbo claro. Otros, que es una estrategia para cuidar su sucesión y que está moviendo las piezas para que no le apliquen la que él hizo: le cancelen sus obras emblemáticas.
Por su parte, la oposición tampoco se percibe fuerte ante un presidente centralista y que toma iniciativa en el juego, sin que éstos sean capaces de presentar una opción diferente capaz de despertar simpatía de un pueblo cada día más despierto y agraviado que no desea continuar con el rumbo que actualmente lleva el país. Todo parece indicar que, ante la sucesión adelantada, quien puede encabezar, con altas posibilidades de ganarle la jugada al presidente, es nada menos que el líder de su partido en el Senado. Como dice el refrán popular: “pa´ los toros del Jaral, los caballos de allá mesmo”.
Salida
1.- Sigue el presidente atacando a las clases medias juzgándolas de “aspiracionistas, invididualistas, hipócritas y egoístas”. Ya dijo que su proyecto es crear una nueva clase medio; cree firmemente en que ésta, para que sea ideal, no debe dejarse manipular. El problema es que no dijo de quién.
2.- Continúan la vacunación en todo el país, en menor ritmo, pero de manera favorable. Esa es la buena noticia. La mala, el incremento en los contagios y fallecidos con altas posibilidades de regresar al color amarillo.
3.- En nuestro estado, lo que se percibía como una transición sin contratiempos, toma otro rumbo con las impugnaciones. Primero, la elección para gobernador, luego, las cuatro principales ciudades, sumando el municipio minero y el bello municipio costero de Armería. Habrá que esperar la determinación de los tribunales para, finalmente, conocer el rumbo, saber si se repite la historia sumando otra anulación electoral.