POR MI MADRE GUADALUPANO

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Por José Díaz Madrigal

El flamante embajador de los Estados Unidos en México Ken Salazar, poco después de llegar a la capital de nuestro país a tomar su cargo, invitó a reporteros de distintos medios de comunicación a conocer la casa donde vive en la privilegiada colonia Lomas de Chapultepec; el propósito era mostrarles  un enorme cuadro de nuestra Señora de Guadalupe, diciéndoles con mucho orgullo a los periodistas: yo soy Guadalupano.En la primera reunión virtual entre el presidente López Obrador y el estadounidense Biden a principios de este año, entre otros asuntos de la agenda, Biden le confiesa a López Obrador fuera de programa, la gran devoción personal que tiene por La Virgen de Guadalupe. El mexicano le contestó que efectivamente el pueblo de esta nación es mayoritariamente Guadalupano; pero también sale con el siguiente disparate: así como se venera a La Virgen de Guadalupe, queremos mucho a Benito Juárez. Nomás regando el tepache, nada que ver una cosa con la otra. Biden por su creencia quiso halagar a López Obrador, comentando lo importante que es para él La Virgen  mexicana, puesto que estaba hablando con el presidente de México; en ningún momento hizo alusión a personajes de la historia de su país, tales como Washington, Lincoln o Roosvelt.Este par de referencias mencionadas, son para ilustrar como los gobernantes de la todavía primer potencia mundial, no tienen empacho en hablar públicamente de su fé, no la esconden; en cambio los gobernantes mexicanos no quieren, no les gusta abrir la boca acerca de sus creencias o de plano no la tienen. Alguna razón tenía un viejo maestro de ética, cuando nos explicaba en la escuela: los gringos son coherentes, más auténticos entre su fé y la vida real; por otro lado los mexicanos somos más sinvergüenzas en forma general, la excepción confirma la regla, nos falta congruencia entre nuestra fé y lo que hacemos ordinariamente. Para ese maestro somos menos auténticos.El día de hoy 12 de Diciembre se cumplen exactamente 490 años que milagrosamente, se plasmó la imagen de nuestra Señora de Guadalupe en el ayate de Juan Diego. En la colaboración dominical del 14 de Noviembre pasado, se describe parte de la historia de como La Virgen se le apareció 4 veces a Juan Diego. La primera fue cuando La Virgen le dió la encomienda de acudir con el obispo Zumárraga, para encargar la construcción de un templo en el cerro del Tepeyac.La segunda aparición fue el propio día 9 de Diciembre de 1531, por la tarde cuando venía de regreso y que La Virgen lo estaba esperando en el mismo lugar que en la mañana. En cuanto Juan Diego vió a nuestra Señora exclamó: mi Reina y altísima Señora, hice lo que me mandaste y tal como tú me lo ordenaste, el obispo me hizo las preguntas pertinentes, notando que no me dió crédito. Presupuso que el templo que me pides es ficción mía, o antojo mío y no voluntad tuya; así te ruego, Señora mía, que envíes para este asunto alguna persona noble y principal digno de respeto, a quien le crean; porque ya ves dueña mía, soy un hombre pobre, humilde y plebeyo, que no es para mí este asunto al que me envías. Perdón Reina mía, mi atrevimiento, si en algo he excedido al decoro de tu grandeza.Oyó con benignidad María Santísima lo que le respondió el indio y le dijo: hijo mío muy amado, no me faltan sirvientes o criados a quien mandar; más conviene que tú lo hagas y te pido que vuelvas mañana a ver al obispo y, le digas que te envía La Virgen Maria madre del Dios verdadero.La tercera aparición del Domingo diez de Diciembre por la tarde, Juan Diego le dijo a La Virgen que el obispo pedía una señal en prueba de que ella era La Virgen; ella le contestó a Juan Diego que regresara al día siguiente por la mañana para darle la señal. El Lunes once  Juan Diego no pudo volver debido a que su tío Juan Bernardino estaba enfermo de gravedad y compadecido de él, ocupó la mayor parte del día en su atención, llegando la noche el enfermo empeoró, éste le dijo a su sobrino que fuera por un sacerdote para administrarle los Santos Sacramentos.La cuarta aparición es cuando Juan Diego fue a buscar al sacerdote, al pasar por el Tepeyac, se acordó que no había cumplido la orden de La Virgen de regresar, cambiando ingenuamente de vereda hacia lado de abajo del cerro. En esta ocasión Juan Diego la vió bajar de la cumbre del monte, saliendole al encuentro: ¿a dónde vas hijo mío? El indio confundido y avergonzado se arrodilló. . . No te disgustes Señora mía, sabes que está enfermo un siervo tuyo, por eso voy de prisa a llamar un sacerdote, te ruego esperes hasta mañana para hacer tu mandado.La Virgen oyó con semblante apacible la disculpa de Juan Diego diciéndole: no te aflijas ni temas enfermedad ni dolor. ¿NO ESTOY AQUÍ QUE SOY TU MADRE? ?NO ESTÁS BAJO MI SOMBRA Y AMPARO? ¿NO SOY YO VIDA Y SALUD? ¿NO ESTÁS EN MI REGAZO Y CORRES POR MI CUENTA?  ¿TIENES NECESIDAD DE OTRA COSA? no tengas pena ni cuidado alguno de la enfermedad de tu tío y ten por cierto que ya está curado.Entonces Juan Diego le dijo: envíame Señora mía y dame la señal que pidió el obispo. Le indicó que subiera a recoger flores entre los peñascos donde la vió por primera vez. Subió y recogió en su tilma de un divino jardín, una gran cantidad de aromáticas, frescas y perfumadas rosas de Castilla. Las mismas que observó caer al suelo el obispo Zumárraga, cuando Juan Diego desplegó su capa, apareciendo en ésta, con toda su magnificencia la imagen de nuestra Señora de Guadalupe. Madre de los mexicanos. Que somos Guadalupanos