MOTOTAXIS, REFORMA INEVITABLE

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

La verdad me dio  un poco de flojedad analizar este tema desde hace varios meses, pero hoy lo abordo porque escaló a niveles de desatino por el interés de personas y grupos que pretenden proseguir con un servicio de transporte eminentemente peligroso. El tema lleva meses en la agenda de los medios y al parecer no se ha dicho la última palabra pues continúan gestiones para su continuidad.

Viendo ese conflicto prolongado, el gobernador Ignacio Peralta envió en mayo pasado una iniciativa de reforma a la ley de Movilidad para prohibir concesiones de ese servicio y proponer las multas correspondientes. Pero  ¿qué cree usted ?  Los diputados están  en la hamaca y han hecho caso omiso a reformar una ley que ponga las cosas en claro y  evite  un modo de transporte inviable por las condiciones físicas de las unidades y el riesgo alto para los usuarios.    

Desde un principio, y a simple vista, seguro que muchos calificaron la medida del alcalde de Cuauhtémoc ( iniciador de ese modo de transporte) como acertada porque permitía el traslado de personas en ese municipio a tarifas bajas, acuerdo que lastimó a los prestadores de servicio tradicionales. Se pensó: qué solidario y visionario es el alcalde de Cuauhtémoc por gestionar un servicio tan útil y práctico!.

Pero al paso de los meses,  gana la partida la noción de que ese servicio adolece de seguridad para los usuarios. Fácilmente, por su misma estructura,  pueden las mototaxis sufrir volcaduras o ante cualquier impacto con otro vehículo provocar lesiones serias o de muerte a sus ocupantes pues estos  viajan desprotegidos. En esencia, es un  medio económico pero inconfiable.

Lamentablemente, siguieron al alcalde Rafael Mendoza otros colegas suyos en otros municipios y autorizaron, maniobrando al interior de los cabildos, para que circularon las mototaxis y hasta una manifestación organizaron para protestar por la detención de unidades, es decir, una idea que comenzó siendo buena porque no se sabían los alcances del servicio ni los conflictos, acabó siendo un instrumento  de presión para autoridades estatales. Bien por el alcalde Leoncio Morán quien al decir del dirigente del Frente transportista, Hugo Chávez Ríos, no cayó en el garlito y  no cedió a autorizar ese modo de transporte.  Ultimamente, LM confirmó su posición a favor de la seguridad de los habitantes de nuestro municipio y declinó cualquier autorización futura a los mototaxis.

El servicio de  mototaxis se comprende como una forma de prestar un servicio a precios accesibles a la gente y además  significa  una fuente de empleo razonable en etapas de crisis económica. Pero su endeble estructura,  y la facilidad con que pierden estabilidad, como ya dije, significan un riesgo alto. En carretera, cualquier vehículo pesado  puede sacarlas de la cinta asfáltica nada más al encontrarse con ellas. Los prestadores de esos servicios están viendo lo suyo, la posibilidad de generar ingresos para sus familias, pero no piensan en la integridad de quienes se suben a las motonetas. No piensan en la colectividad sino en cómo lograr cierta estabilidad en su economía, aspiración  lícita  por cierto.

Las mototaxis funcionan quizás en otras ciudades donde la densidad es muy alta como en la India y reducida a ciertas zonas rurales o de índole turística. En algunas capitales europeas, por igual, no es extraño ese modo de transporte, pero reducido a ciertas áreas. En aquel país, de unos 1,200 millones de habitantes, con gente muy pobre, no hay manera de que muchos puedan costear su traslado a determinados lugares, pero quizás las estructuras viales sí generen cierta seguridad a esas unidades en el funcionamiento de ese servicio, lo que no ocurre aquí. 

El problema tiene que ayudar a resolver  otras maneras de que la gente en municipios acceda a un transporte barato y efectivo, que ayude a la economía de las familias, una economía difícil por la carencia de empleo y por la crisis sanitaria en varias regiones de Colima. Los alcaldes tienen que pensar en la integridad de las personas, ver más allá de sus ojos.  Primero es la seguridad de la gente, pensar  en términos de colectividad.

Y, desde luego, no conceder ilusiones a los propietarios de mototaxis  haciéndose de la vista gorda, a sabiendas de que tarde o temprano la autoridad correspondiente cancelará toda opción a la continuidad del servicio.