LOS BUENOS EJEMPLOS

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

En repetidas veces, quienes analizamos aspectos sociales o políticos, reseñamos la situación del entorno en que vivimos, y casi siempre culminamos nuestros juicios en que las cosas en este mundo se tornan cada día más difíciles por la conflictividad social y las deformaciones humanas.

Es que los  hombres estamos absortos en aquello que solo representa  un vacío existencial, sometidos al afán de poseer, de acumular, de prosperar a costa de lo que sea, de pasar encima de los otros si es necesario sin pena alguna. La vida es una lucha constante, el hombre es su propio lobo.

Sin duda estamos necesitados de buenos ejemplos de vida, no podemos seguir igual, destrozándonos física y moralmente unos a otros. Algo importante debemos hacer para volver a los tiempos de antes, cuando todo era cariño, respeto y solidaridad en los barrios o colonias, donde se podía transitar por todos lados sin temores, donde uno  reconocía en cualquier vecino a alguien de su propia familia, donde uno dejaba algún bien fuera de casa y ahí amanecía. Y había más alegría antes que hoy en la gente.

Esos buenos ejemplos, que existen  y fundamentan nuestra esperanza,  han de ser la base de la recuperación paulatina del buen vivir, de una atmósfera sin hostilidad, provocadora de la unidad entre las familias y conciliadora respecto al cumplimiento de deberes.

Hoy pondré tres claros ejemplos de los que ayudan a pensar que sí podemos aspirar a una sociedad ordenada y generosa. Primeramente, cito la conducta de  aquellas personas íntegras que devuelven lo extraviado a las autoridades o a quienes perdieron algo, aunque lo reembolsado represente un hallazgo en dinero o en algo más valioso. Para quitarse el sombrero ante esos gestos que nos regresan la esperanza en un mundo mejor. Esas personas, son dignas de reconocer por esos méritos. Cito entre ellas a las que participan en las organizaciones ciudadanas o en las distintas iglesias haciendo el bien desinteresadamente. Son una bendición de Dios.

Un segundo ejemplo lo constituye, sin duda, el concepto del deber que rige en la vida de las personas, como aquella  mujer en pobreza que recientemente entregó a las autoridades a un par de presuntos asesinos y que cuando le preguntaron si cobraría los dos millones de gratificación que las autoridades fijaron para dárselos a quienes aportaran datos del paradero de aquellos, dijo reiteradamente que solo ¡ había   cumplido con su deber!   Y no lo dijo una sola vez; ante cierta presión de las autoridades por entregarle el dinero, reafirmó su desinterés. Menudo ejemplo de rectitud este.

Esa mujer, tía de uno de los perseguidos y ya detenidos, dio sin proponérselo una lección de honradez poco vista en estos tiempos y arriesgó hasta su propia vida ante la peligrosidad de los denunciados. Ella tenía a la mano una gran  cantidad de dinero, pero escogió el camino que muchos dudan en tomar, el de la  integridad  a costa de todo.

Un tercer ejemplo, que seguro arrancó  lágrimas de los televidentes, fue el capítulo de un viernes anterior del Exatlón ( concurso de TV Azteca), cuando un grupo de atletas – los azules – despidió en medio de un mar de llanto a uno de sus integrantes, un joven que se distinguió (Keno Martell) por su vocación de hacer equipo y pensar en los demás antes que en el mismo. Esa empresa televisiva, aún con sus fines lucrativos, aporta algo bueno al organizar esta vitrina de honradez en el que mexicanos muy valiosos lucen sus altas dotes como deportistas y  seres humanos.

Esos jóvenes atletas engrandecen a México, son esperanza de que el país puede y debe   reaccionar pronto si cada mexicano cumple deberes y entrega lo mejor de sí mismo para construir una sociedad mejor, capaz de provocar armonía y felicidad verdadera.   

Esos atletas son admirables, reitero. Durante más de seis meses ( unos con menor tiempo ), han puesto en evidencia que las personas que luchan por alcanzar  lo que se proponen superan las adversidades. Mi reconocimiento para todos ellos.

Estamos ávidos de buenos ejemplos de vida, que arrastren, que nos conmuevan para atrevernos a modificar conductas y hábitos que nos dañan en lo particular y como sociedad. Comprobando que todo podemos conseguir si nos dedicamos  con entrega absoluta en un esfuerzo organizado, cotidiano,  comprometido, podemos dar un paso adelante y sumar nuestro grano de arena en pro, reitero, de una sociedad más justa,  libre y feliz.