LA MUJER OCCIDENTAL SE CREE MÁS LIBRE DE LO QUE ES: NANCY HUSTON

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    “No mide el grado de su propia alienación”, dijo a Efe la autora de “Reflejos en el ojo de un hombre”, el nuevo ensayo que publica en español (editado por Galaxia Gutenberg) y en el que aborda, entre otras, cuestiones como la pornografía y la prostitución y sus vínculos con el ideal femenino visto por el varón.

    Huston (Calgary, Canadá, 1953) indaga en esa “alienación por la belleza” que a su juicio causa a la mujer el ojo masculino, que provoca un “estrés, un esfuerzo que hacen las mujeres, día a día, año tras año”.

    Y eso se ve en “el dinero que se gastan, el gasto mental en regímenes, vestidos, imagen, maquillaje, cirugía estética” y que hace que haya “grandes industrias dedicadas a ello, a esa angustia”.

    “En cuanto se es un poco sensible eso se puede ver en todas partes”, explicó Huston desde su estudio abuhardillado de la capital francesa, donde reconoció al hablar de su nueva obra: las mujeres “somos menos libres de lo que creemos”.

    “Obviamente no estoy en contra de todos los avances que se han hecho. Yo disfruto de todas las ventajas, el hecho de que las mujeres tengan una educación semejante a la de los hombres, que puedan votar, viajar, etc.”.

    “Me beneficio de ello, claro, no estoy a favor de un retorno a lo anterior en tantos ámbitos, incluido sobre todo el de la contracepción, pero creo que han provocado cambios de los que uno no es consciente, especialmente la separación entre la seducción y la reproducción”, agregó la escritora, premio Fémina 2006 por “Lignes de faille” (publicado en español como “Marcas de nacimiento”).

    “Exigimos podernos pasear por todas partes como queramos, en minifalda o así. Se nos exige, en nombre de no sé qué libertad de expresión, que tiene que estar bien ver una publicidad con adolescentes casi desnudas, vestidas solo con unas braguitas”, continuó.

    “De modo que se permite que los hombres se puedan excitar por todas partes con nosotras pero saben que van a respetarnos porque somos feministas e iguales, y tal, pero eso hace que haya una enorme cantidad de población femenina que se queda con el excedente del deseo masculino, porque nosotras (las feministas) no lo queremos”, bromeó.

    Defiende en su ensayo que no es posible perpetuar la idea de que los dos sexos son iguales, porque no es verdad.

    “Igual que pienso que hay diferencias irreductibles entre los sexos, considero que la sociedad se ha dedicado prioritariamente a exacerbarlas, a empeorarlas, y hay que intentar atenuarlas en la medida de lo posible”, aseguró.

    Estima Huston que “la educación sexual debería tener en cuenta el hecho de que hay una tempestad hormonal muy fuerte en los cuerpos de los chicos adolescentes y nadie habla de eso y sería útil hacerlo”.

    “Las iglesias sí lo sabían, sabían que eso existía y de ahí lo de no tocarse y todo aquello; al menos reconocían que eso estaba ahí. Pero para nosotros eso no existe ya. Un chico y una chica es lo mismo. Pues no, no es lo mismo”, protesta.

    ¿Cuál sería la “hoja de ruta” para provocar el cambio que acabe con las consecuencias sobre la mujer de “impacto” del “ojo masculino? “¡Esa es una buena pregunta! Es una tarea enorme, es casi como decir cómo acaba uno con la guerra”, responde la autora.

    “La educación es algo gigantesco. De entrada, si se pone en los manuales escolares, como ocurre ahora en Francia, que no hay diferencia entre sexos, que es una historia creada por la sociedad, seguro que no se va a resolver el problema porque es que los chicos y chicas adolescentes no viven las mismas cosas”.

    “Al menos podríamos reflexionar sobre eso, cómo querríamos que los chicos se iniciaran en la sexualidad para que así las mujeres resultaran mejor tratadas” opina Huston, que en su libro aborda también la perplejidad causada en el hombre por el control que sobre su cuerpo adquiere la mujer con la contracepción y el aborto.

    La autora, que está a punto de terminar una novela, que en francés se titulará “Danse noire”, admite en fin que evidentemente algo no se ha hecho bien cuando se conoce que en Francia cada año se practican 250 mil abortos y suelta una sonrisa irónica cuando dice: “Es mejor obligar a los hombres a que no sean padres que obligar a las mujeres a que sean madres, sí, es posible…”.

    Fuente: MILENIO