LECTURAS

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    La Palabra, Es La Palabra

    Los políticos no son seres de otro planeta

    que llegan por casualidad a destrozarnos la vida,

    sino personas que nosotros hemos elegido,

    que hemos mandado mandar.

    Fernando Savater

    Por: Noé Guerra Pimentel

    Servidor público. En general es toda aquella persona que desempeñe un empleo, cargo o comisión de cualquier naturaleza al servicio del gobierno en cualquiera de sus tres niveles y ámbitos la que deberá ser considerada Servidor público con el imperativo de que todas sus acciones deben dirigirse a la atención y resolución de las necesidades e intereses de la sociedad, que es a la que se debe porque es la que con sus impuestos le paga.

    Porque como dijera Savater: “antes de llegar a gobernar tendrás que haber sido gobernado, pues en una democracia gobernantes y políticos somos todos, los que mandan en un momento determinado –los servidores públicos, desde legisladores y magistrados hasta alcaldes y gobernadores, incluido el propio presidente de la República y los funcionarios de todos los niveles- son nuestros mandados, es decir, aquellos a quienes les hemos mandado mandar.”

    En ese sentido, resulta loable la campaña que en impresos arrancó este viernes el titular del poder ejecutivo del estado, denominada “Una nueva cultura del servidor público en Colima”, misma con la que además de implícitamente reconocer que en lo general -y no desde ahora-, las cosas no se han hecho como se debe en la administración pública, también de fondo afirma la intención de ir promoviendo y asentar una necesaria nueva actitud –me cuesta llamarle cultura- y visión, asentada en valores que deben guiar la conducta de funcionarios o servidores públicos, una condición que debe manejarse orientada al bienestar social.

    Dos son las premisas con las que el gobierno encabezado por Mario Anguiano inicia: “1) Que nuestro trabajo debe generar beneficios para la población y que 2) Que los recursos que usamos son de la misma sociedad a la que servimos”. Las que desglosa en cuatro fundamentos: “Honradez, porque usamos de manera responsable los recursos públicos. Responsabilidad, porque realizamos eficaz y eficientemente todo nuestro talento para desarrollarlas. Transparencia, Porque ofrecemos información veraz, oportuna y sistemática sobre uso (sic) que le damos a los recursos que son de todos los colimenses. Buen trato a los ciudadanos, porque mantenemos una relación digna y respetuosa con los colimenses”.

    Lo que cierra con el compromiso capital de “ofrecer más resultados positivos para la población”, particularizándolo en disposiciones practicas y de una aplicación que se presume obligatoria y permanente en todas las áreas del gobierno del estado y que es deseable se hiciera extensivo a los otros dos poderes y niveles en el estado; como sustituir el consumo de papelería con el uso de las herramientas y medios electrónicos disponibles.

    Además de: desincorporar parque vehicular innecesario y canalizar el existente exclusivamente para las actividades oficiales. Eficientar el gasto en servicios como agua, telefonía y energía eléctrica. Acotar el uso de internet. Suspender los consumos muertos de energía. Eliminar los gastos de representación. Personalizar el pago de telefonía celular. Y, limitar gastos en difusión.              

    Acciones que en su mayoría se suponen inherentes a quienes nos desempeñamos en el servicio público, pero que quién sabe en qué momento para se confundieron hasta revertirse, al grado que no pocos asumen su cargo como canonjía y privilegio, cual si fuera una especie de estatus nobiliario en el que están para servirse, para impunes mandar y disponer, aún de lo que no es suyo, abusar, como si con su nombramiento fuera de inmunidad para hacer y deshacer a costa del erario y amparo del poder, conferido originalmente solo para servir.

    Buenos propósitos los plasmados en el papel, mismos que entre todos nos obligamos a cuidar que se hagan efectivos, sin esperar la burda partidización a que solemos ser proclives, sino como derecho ciudadano atenidos a nuestras obligaciones; pues, como dijera el mismo Savater: “No hay personas que hayan nacido para gobernar y otras para obedecer; todos hemos nacido para compartir las obligaciones del gobierno y también de la obediencia de las leyes.”{gallery}palacio-gobierno{/gallery}